Propuesta al Servicio de Salud de Asturias ante la nueva legislatura

Propuesta al Servicio de Salud de Asturias ante la nueva legislatura

Fuente: Plataforma por la salud y la sanidad pública de Asturias (PSSPA) – Asociación para la defensa de la sanidad pública Asturias (ADSPA)[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Índice

Introducción:

La crisis de la Sanidad Pública

Propuestas:

  1. Empezar por las listas de espera, la máxima prioridad
  2. Salvar la Atención Primaria
  3. Incrementar y redistribuir racionalmente los presupuestos sanitarios
  4. Proteger la salud es la mejor receta para el bienestar y la prosperidad
  5. El gobierno abierto y la reconstrucción del consenso son las bases para una gestión pública eficaz
  6. Renovar la arquitectura institucional
  7. Control social y palancas selectivas de la prestación tecnológica /farmacéutica
  8. Stop a la medicalización
  9. La función social de la Atención Hospitalaria
  10. Una estrategia de Salud Mental Comunitaria
  11. Cambiar el modelo Sociosanitario
  12. Constituir una agencia de integridad pública, recuperar la dimensión ética y defender la independencia del sistema
  13. Regular la actividad pública y privada
  14. Liderazgo público en la formación y la investigación
  15. Otras políticas para gestionar los recursos humanos
  16. Recuperar derechos y avanzar en nuevas prestaciones

INTRODUCCIÓN

La crisis de la Sanidad Pública

El deterioro de la Sanidad Pública en Asturias es un serio motivo de preocupación, el SESPA está desbordado y los síntomas de disfunción del sistema son muy evidentes: inaceptables listas de espera, auge imparable de la medicina y los seguros privados, cansancio y desmotivación de los profesionales sanitarios… Estamos en un peligroso proceso de deslegitimación del sector público, ante una crisis que nos sitúa en el umbral de la dualización de la atención sanitaria.

La pandemia ha sido el detonante, pero los problemas vienen de atrás, son estructurales y derivan, en primer lugar, de las políticas neoliberales de austeridad de las últimas décadas con subfinanciación crónica y, en segundo lugar, de una gestión errática de la sanidad pública que no ha sido capaz de responder a las transformaciones que de diferente naturaleza que se han producido tanto en el seno de nuestra sociedad como en dentro del sector de la sanidad.

Cuestiones como el envejecimiento poblacional, el incremento de la cronicidad y las comorbilidades, el proceso de industrialización y la hegemonía comercial de las tecnologías sanitarias, el protagonismo de la medicalización o el consumismo sanitario… Una nueva realidad que no se ha acompañado de las necesarias reformas estratégicas y organizativas, con la consecuencia del paulatino deterioro de la sanidad pública.

No ha habido hasta ahora una voluntad reformista real, bien sea del gobierno del Estado o de la Comunidad Autónoma, para resolver los problemas del sistema sanitario, absorbidos en la inmediatez del día a día y en “la dependencia de la senda” y tendencias clientelistas, con una autoconfianza en el modelo sanitario, que, aún preservado grandes virtudes como la universalidad y la equidad, los hechos han puesto reiteradamente en entredicho.

Cierto es que las reformas no son fáciles en una sociedad compleja como la nuestra, por lo que el primer objetivo sería tratar de buscar el máximo consenso, social y profesional, puesto que políticamente no parece factible pactar con la derecha, máxime en el clima de beligerancia partidista que caracteriza desde hace años la vida política española. En todo caso el consenso y la implicación de la sociedad y los trabajadores sanitarios es una herramienta imprescindible para recuperar la confianza de la sociedad en las instituciones y rescatar la lealtad y motivación de los profesionales.

Una iniciativa en esta dirección podría ser la elaboración de un libro blanco sobre la Sanidad Pública en Asturias, aunque nuestra experiencia no es precisamente positiva en lo que respecta a los libros blancos. Basta recordar el efectuado, siendo consejero de sanidad Francisco Sevilla en 2001, cuando se realizaron las transferencias sanitarias, o la más reciente referida a la participación ciudadana. En ambos casos su utilidad ha sido muy reducida o prácticamente nula. No obstante, con independencia del formato, es imprescindible que las políticas de reforma se traten de impulsar desde el mayor consenso social y profesional posible..,

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