«Farrachuchos»

«Farrachuchos»

Autor:  Jose Luis Gómez Ledesma   Editorial: Circulo Rojo Romo, Getxo (Bizkaia)

LECTURAS SALUDABLES: Recordar la infancia es un ejercicio saludable, especialmente recomendado para personas mayores porque potencia la capacidad cognitiva.

Sinopsis, por el autor:

«Aquellos cielos azules y este sol de la niñez. Mi infancia son recuerdos de Cunchillos. Agua fresca de manantial. Huertos rodeados de bardal donde canta la moroneta y el ruiseñor. Picarazas, con sus nidos de palitroques en lo alto del chopo. Tres viejos olmos, en ellos anidan las cardelinas y duermen los gorriones. A lo lejos, los secanos montes de aliagas, cardos, ontinas y tomillo. En áridos rastrojos corretean la codorniz y la calandria.
Estos relatos se basan en mis recuerdos de Cunchillos, allí en las faldas del Monte Sagrado, el Moncayo, provincia de Zaragoza. Mi infancia y adolescencia transcurrieron allí, y ya sabéis lo mucho que marca eso, son recuerdos imborrables de por vida. En Cunchillos me forjé, y esta forja se la debo a los maestros que tuve. Sin ellos saberlo, me enseñaron muchas cosas; cosas que no se aprenden en libros, escuelas, ni universidades, pero que me han servido para caminar por la vida.
Me enseñaron lo duro que es el trabajo del campo, el dolor; me enseñaron a sufrir, a ser fuerte.
He tenido que rebiscar un poco en mi memoria para llegar al almacén de los recuerdos, y por fin los he encontrado.
Como un niño, he dejado volar la imaginación, he creado mundos nuevos, fantásticos, leyendas pasadas; no sabría distinguir lo que es más real de mis recuerdos escritos, si lo vivido o lo imaginado. Fluye la nostalgia y la añoranza del pasado feliz.
Vuelan mis recuerdos.»
Jose Luis Gómez Ledesma

Presentación por Jorge Barrón (Médico miembro de Osalde, Asociación para la Defensa del Derecho a la Salud):

Hay muchas similitudes entre el realismo mágico de Juan Rulfo o García Márquez las “Teorías del multiverso”, donde parecen encontrarse lo real y lo virtual, la ciencia y la filosofía. Donde coexisten diversas realidades, que nos arrastran a unos mundos fascinantes sea mediante las teorías científicas de Stefhen Hawking, como de sofisticadas tecnología de realidad virtual, como o como la lectura de entrañables crónicas de la vida.

Yo tengo el placer de acompañar a Jose Luis Gómez Ledesma en ésta presentación y el honor de invitaros a la lectura de unos relatos que nos trasladan con un realismo nada común a escenarios de infancia y juventud, a paisajes recuperados del recuerdo. Con voces familiares, aromas de aldea y de campo perdidos en tiempo.
No es magia ni ciencia, ni tecnología. Es la habilidad de Jose Luis, que conoce el secreto evocador de la narración. Leyendo sus relatos disfrutamos tanto de pasear por sus recuerdos como evocando los nuestros propios, y disfrutando plácidamente del bálsamo reparador de una memoria quizás desatendida y olvidada por las exigencias de la vida cotidiana.

Jose Luis nos recuerda que “Sin recuerdos no somos nada” Y es que sin memoria el individuo no es nadie, porque nuestra identidad se construye a lo largo de la vida y deja el rastro de las vivencias y las emociones que forman nuestro carácter y hacen de cada cual un individuo diferente. Y de todos mucho en común que nos hermana saludablemente.

La memoria colectiva también construye la identidad de los pueblos, el relato de la historia. La memoria puede estar olvidada, reprimida, censurada, negada o alterada cuando estorba a los intereses del poder. Pero tal cosa constituye un atentado contra la identidad de los individuos y los pueblos, la materia de la cultura, de los valores que trasmitimos a nuestras generaciones y hacen civilización. Defender la memoria es defender la misma vida.

Recordar la infancia es un ejercicio saludable, siempre que no nos invadan nostalgias amargas como un refugio morboso ante las dificultades de la madurez.

“Farrachuchos” logra hacernos renacer impresiones percibidas con los cinco sentidos momentos de tiempos vividos en el pasado, quizás olvidados o que antes no tuvieron ocasión de ser evocados. El propio Jose Luis, protagonista y narrador, es el primer sorprendido de sus propios recuerdos y deja escapar su habitual: “Hay que joderse! ¡Qué cosas!”

Estamos en época de incertidumbres, donde acecha la nostalgia, un paso atrás que nos impide mirar al futuro sin miedo. Pero ¡Farrachuchos no es nostálgico! Es, al contrario, alivio de malestares, incertidumbres y miedos. Conociendo algo a Jose Luis, creo que surge de una madurez que imagino feliz, autónoma y responsable.

Hay una memoria que mientras duele no se olvida, otra olvidada que sigue doliendo (esa es la peor). Pero la memoria que este libro nos regala, a pesar de no ahorrarnos los momentos amargos, es una memoria resiliente, generosa, entrañable, llena de una humanidad y ganas de vivir.

Y es que Jose Luis es un resiliente. ¡Un cunchillero de muchos vuelos! De mirada profunda y amplia, de silencios amables e inteligentes, de verso natural pleno de humanidad. Que cabalga sobre el cierzo desde su Ombo al Moncayo, o lo que es lo mismo, desde su corazón a la misma eternidad, describiendo un mundo a la vez real y mágico, donde el lector puede disfrutar.

Su magia es transformadora. Igual que soportó y burló las artimañas de los viejos inquisidores de Veruela, en unos pretendidos ejercicios espirituales que intentaban someter a la misma vida, Jose Luis transformó el frío y la obscuridad de aquellos sombras siniestras en felices recuerdos!

De niño leí un libro escrito en el siglo XVI “Menosprecio de corte y alabanza de aldea” (Antonio de Guevara, Valladolid, 1539). A pesar del progreso científico y tecnologico, después de 500 años, libros como “Farrachuchos” nos ilustran de lo poco que ha cambiado nuestro espíritu. Nos recuerda que la vida es un regalo, que a pesar de sus miserias, somos afortunados en aparecer en este mundo y disponernos al goce de la aventura de vivir. Que vivir no es esperar la muerte al pie de la cuna en que nacimos. Que vivir es recorrer los caminos, descubrir los paisajes, sortear los peligros, gozar de las sorpresas agradables, como la amistad, los juegos, el amor, arropados por los afectos humanos y del entorno que habitamos y exploramos. Como dice Jose Luis: “La Naturaleza es un libro abierto esperando que lo leamos”

Farrachuchos nace en el goce de esa naturaleza, y la sentida mirada de Jose Luis. Lo que nos parece pasado quizás, bajo otra perspectiva, sea el progreso. Como cuando nos dice: “La burra era un vehículo ecológico, sostenible y de poco gasto. ¿Volveremos a la burra?” Y, la verdad, no sería de extrañar que la crisis de energías, nos devuelva a la burra.

Dice Jose Luis que quizás nunca dejamos de ser niños, pero tuvimos que representar el papel de adultos, perder la inocencia para bregar en éste difícil mundo.

Farrachuchos se lee fácil. Su estilo directo, transparente e ingenuo hace que nos sintamos como un niño cuando escucha el cuento de la abuela antes de dormir. Como él dice: “Escribo en corichotes, sin tapujos, a calzón quitao” El recuerdo, la imaginación y la capacidad narradora de Jose Luis nos lleva a aquellos lares con facilidad. Lo mismo sentimos la “soledad de la tierra Batán, que también era su soledad” como podemos escuchar “el sonido de la fuente, el segundo de los seis caños” o una jota cantada por Rosario, Apolonio o el mismo Jose Luis, también jotero.

Sencillas vivencias que también enseñan, porque “lo mejor de la vida se aprende fuera de la escuela” En ese mundo exterior donde se experimenta la libertad, donde se des-aprende lo aprendido, donde la infancia y juventud se liberan de las mañas del poder que pretenden la mansedumbre del rebaño.

Y ¡qué decir del tesoro lingüístico que encierran sus textos! Esos términos del habla aragonesa, referentes diferenciales de una cultura local que mantiene su propia identidad y solo así obtiene su más autentico realismo expresivo.

El libro de Jose Luis es muchas cosas y da para muchas charlas, muchas e interesantes conversaciones. Pero en algún momento tengo que terminar estos comentarios porque a lo que hemos venido aquí es a charlar con el autor, Jose Luis Gómez Ledesma que tantas y tantas historias tiene para contarnos.

Así que termino, dando las gracias y la palabra a Jose Luis, con una de sus frases: “Si no hay memoria, volverán las sombras”

Muchas gracias.

Jorge Barrón. En el barrio de Romo, Getxo (Bizkaia) Marzo, 2023

One Comment

  • Gómez Ledesma

    -En aquel tiempo el bullicio inundaba todo el pueblo
    -Había niños, muchos niños. Había vida
    -En la escuela , a voz en grito, se cantaban las tablas de multiplicar.
    -Casas con las puertas abiertas
    -En verano, con la noche estrellada, se charraba en la calle tomando la fresca.
    -En invierno, se hacían tertulias al amor de la lumbre del hogar.
    -«Farrachuchos, garabatos de mis recuerdos» es un libro sencillo escrito con mucho amor a mi tierra y sus gentes.

    Soy un zauril.
    José Luis

    Jorge, muchas gracias por tus elogios.

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