Crisis sanitaria en la franja de Gaza
El bloqueo israelí y la reducción de las ayudas internacionales están sometiendo a la población de Gaza a graves problemas de salud por importante deterioro mediambiental y carencias de atención sanitaria.
El recorte de la financiación de EE UU a la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, ha puesto en peligro el futuro de 1,4 millones de gazatíes que dependen de esa organización.
Tres de los 13 hospitales del territorio costero palestino y 14 de sus 54 centros de salud han tenido que cerrar sus servicios generales y solo ofrecen atención de urgencia. Los generadores que proporcionan electricidad a las instalaciones sanitarias, al margen de las escasas seis horas diarias en que reciben energía de la red de suministro a causa del bloqueo israeli, apenas disponen de gasóleo.
El escaso suministro energético para un territorio de apenas 360 kilómetros cuadrados , en el que residen hacinadas casi 2 millones de personas, sigue siendo claramente insuficiente para satisfacer los requisitos de una población necesitada como todas de servicios como sanidad, suministro de agua o saneamiento.
Por otro lado, los hospitales de la Franja han tenido que suspender cientos de intervenciones quirúrgicas por una huelga del personal de mantenimiento, que lleva más de cuatro meses sin cobrar sus salarios.
El racionamiento de la electricidad por el bloqueo israelí repercute en todos los aspectos de la vida cotidiana, y afecta también a las plantas depuradoras de agua. Así, la contaminación del agua amenaza hoy a los habitantes con consecuencias letales.
Al menos 100.000 metros cúbicos de aguas residuales se vierten cada día en el mar, advierte la ONU. La playa israelí de Ashkelon, unos kilómetros al norte de Gaza, permaneció cerrada temporalmente en julio debido, según Israel, a las contaminación fecal procedente del enclave palestino.
El último estudio conjunto del Ministerio de Sanidad y del de Medio Ambiente sobre la polución de las playas llevado a cabo en agosto de 2017 demostró que el 63% de los más de 40 kilómetros de costa que tiene la Franja de Gaza estaban contaminados por el vertido masivo de aguas residuales sin el correspondiente proceso de depuración previa, lo que suponía un importante incremento relativo respecto del mes de mayo, en que llegaba al 50%.
De acuerdo al representante de la oficina de calidad medioambiental del Ministerio de Sanidad en Gaza, Sami Husein Lubad, los hospitales y clínicas de la Franja reciben constantes visitas de niños y jóvenes intoxicados por la ingestión o el contacto con aguas residuales. “Las patologías que presentan son variadas, desde simples diarreas a infecciones de todo tipo, sean en el sistema respiratorio, en la piel, en los ojos o en los oídos”
Son abundantes los casos de Shigelosis, algunos con formas exgraintestinales graves, como es el caso del síndrome de Ekiri, una complicación rara, pero que es la causa de muerte más frecuente por shigellosis. El grupo poblacional más susceptible son los niños menores de 5 años y la muerte es rara en los niños mayores y bien nutridos. Es el caso del pequeño Mohamed que estuvo en una playa contaminada por la expulsión constante de aguas residuales, debido a la destrucción de algunas depuradoras durante la última operación militar israelí y a la falta de electricidad para poder operar aquellas que todavía estaban activas.
El ministerio de Sanidad gazatí desaconseja bañarse en las playas. Pero, con 40 grados en el exterior, la tentación de hacerlo es enorme, sobre todo porque las piscinas públicas escasean y las casas tienen racionada el agua.
El caso de Mohamed no sólo puso de manifiesto un gravísimo problema medioambiental, sino también las duras restricciones que sufren los gazatíes para poder tener acceso a un tratamiento sanitario adecuado. Desde que el año pasado se cumpliera una década de gobierno de Hamas en la Franja, el número de permisos para acceder a hospitales israelíes o bien para cruzar territorio israelí para acceder a hospitales palestinos de Cisjordania o de Jerusalén Oriental ha disminuido estrepitosamente. Según el informe “Gaza 2020” elaborado a modo de alerta en agosto de 2012 por varias agencias de Naciones Unidas con presencia sobre el terreno, dentro de un par de años este territorio hiperpoblado y con la tasa de paro más alta del mundo podría resultar inhabitable.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que el 60% de los dos millones de habitantes de Gaza no tienen acceso adecuado a cuidados sanitarios, frente al 45% en 2017. En las farmacias de los hospitales faltan más de 200 medicamentos, un 40% de los considerados esenciales. El aislamiento del territorio también deteriora la salud de los gazatíes: 54 palestinos fallecieron en el enclave en 2017 mientras aguardaban una autorización de Israel para recibir atención médica para graves enfermedades, según un informe de la OMS.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, general Gadi Eizenkot, ha advertido al Gobierno de Israel de que Gaza se encuentra al borde del colapso por el agravamiento de la situación humanitaria. El Ejército, que controla la entrada de mercancías a la Franja, ha constatado al inicio de 2018 una reducción del 25% en el paso de camiones con alimentos y bienes, respecto a los 1.200 vehículos que atravesaban el año pasado la terminal de carga de Kerem Shalom a diario.