Biopolítica de la salud mental en tiempos de pandemia del Covid-19

Biopolítica de la salud mental en tiempos de pandemia del Covid-19

Fuente: oseba Achotegui en vientosur.com

La importancia que ha adquirido el área de la salud mental en este momento histórico de la pandemia del Covid-19 nos proporciona una buena oportunidad para plantear un necesario debate sobre los usos (y abusos) que nuestra sociedad plantea acerca de todo lo relacionado con esta área tan relevante de la salud.

Podemos decir que la pandemia ha sido una especie de test que ha reflejado, por un lado, el estado de salud mental de la población ante una situación crítica y,por otro lado, cómo la propia sociedad entiende todo lo que tiene que ver con la salud mental. Porque ha habido planteamientos que incluso han considerado que ha habido toda una pandemia paralela de trastornos mentales, casi peor que la del Covid-19.

Así pues, la salud mental ha sido considerada como uno de los aspectos clave de la salud, algo que comparto, pero en mi opinión con planteamientos inadecuados en bastantes ocasiones, como trataré de mostrar en este artículo.

  1. La perspectiva biopolítica

Considero que no se puede abordar el tema de la salud mental en relación con la pandemia de modo aséptico, como una mera descripción o recolección de datos, sino que nuestra perspectiva de análisis se ha de hallar vinculada a toda una serie de aspectos ideológicos, de modelo social, en definitiva: a una perspectiva biopolítica. Es más, considero que el Covid-19 está poniendo los planteamientos de la biopolítica en el centro del debate político y social, de un modo como nunca había ocurrido anteriormente. Y la salud mental es uno de los aspectos más relevantes de la perspectiva biopolítica.

Se ha de tener en cuenta que la salud mental, la locura, la sexualidad… no solo son temas técnicos, son también temas culturales, sociales, políticos. Tienen que ver tanto con lo técnico como con la ideológico.

Michael Foucault, filósofo y psicólogo francés (1926-1984) desarrolla el concepto de “biopolítica” y plantea que el cuerpo (y la mente) constituyen una materia prima a explotar por el sistema social. Pero la respuesta del sujeto ha de ser emancipadora, frente a los dispositivos de poder que buscan la normalización.

Como demostró Foucault en su ya clásica tesis doctoral La locura en la sociedad clásica, el concepto de trastorno mental y de locura ha ido cambiando a lo largo de la historia, no es inamovible, porque se halla vinculado al contexto histórico y social.

El término “biopolítica” fue aportado por Rudolf Kjellén, filósofo y político sueco de principios del siglo XX, y fue desarrollado en gran parte por Michael Foucault, que plantea que consiste en “los mecanismos a través de los cuales los fenómenos biológicos de la especie humana se convierten en objeto de estrategia política”(1975).

En la obra de Foucault, el término “biopolítica” aparece entremezclado con el término “biopoder”, del que no se diferencia claramente. Considera que en el siglo XVII se pasa de la anatomopolítica a la biopolítica. En la anatomopolítica, propia del antiguo régimen, el soberano decide sobre la vida de los súbditos.

La biopolítica se refiere a grupos, la anatomopolítica es de individuos. La biopolítica trata de poblaciones. Los individuos son impredecibles, pero a nivel de grupo es posible predecir y medir, como plantea Foucault.

La biopolítica abarca áreas como:

– la regulación de los nacimientos, muertes;

– la prevalencia y extensión de las enfermedades, alimentación;

– el medio ambiente;

– la sexualidad, el aborto;

– la salud pública, la higiene;

– el envejecimiento;

– la locura;

-la vida urbana.

Foucault considera que biopoder es diferente de poder disciplinario, pero ambos pueden ser complementarios y que la salud y la sexualidad pueden ser utilizadas tanto a nivel individual como de poblaciones. Considera que en el siglo XIX la biopolítica toma el poder.

En el caso de la psicología y la psiquiatría, considero que son cada vez más tecnologías, pero hay una ideología detrás: hace cuarenta años se daban electroshocks a los homosexuales, se consideraba una técnica adecuada, la ideología dominante no se cuestionaba. La pregunta desde la biopolítica es: ¿cuáles son los valores en los que se sustentan las conductas, las intervenciones terapéuticas, qué es sano y qué es patológico?

  1. Biopolítica de la locura y los trastornos mentales

La aportación sobre la locura de Michel Foucault, basada en su investigación empírica, basada en estudios históricos, muestra que el concepto de locura no es objetivo, sino que es histórico, social, político. Foucault no solo es un teórico, sus aportaciones se basan en datos. Investiga años en la biblioteca de la Universidad de Upsala, la mejor en historia de la psiquiatría.

Foucault (1972) plantea en uno de sus primeros libros, Historia de la locura en la época clásica, que en la Edad Media la locura fue considerada un misterio sagrado que forma parte del vasto campo de la experiencia humana. Fue vista como una forma especial de razón de tipo irónico que mostraba el absurdo del mundo. La locura era a la vez trágica y cómica.

Esta imagen cristaliza en la nave de los locos, un grupo de personas que se hallaba fuera de la sociedad, pero que también eran considerados peregrinos en busca de la razón y por extensión de la razón del mundo, representando la conexión entre orden y caos.

También en el Renacimiento la locura era vista como un fenómeno humano integral. La locura se oponía a la razón, pero como un modo humano alternativo de existencia, no como su simple rechazo. En esta línea ve el elogio de la locura de Erasmus, Don Quijote o las tragedias de Shakespeare.

Un elemento central de toda concepción del ser humano es su contacto con la realidad, el cómo interpreta el mundo. Para Cervantes y Shakespeare, la locura formaba parte de la naturaleza humana, era una realidad indisociable a nuestra condición humana. En palabras de Foucault, la locura, para estos autores, era “un fenómeno humano integral”: no se podía entender al ser humano sin entender su locura.

Foucault (1972) considera que al llegar la edad clásica (siglos XVII y XVIII) tiene lugar el gran cambio, ya quela locura se convierte en la sinrazón, en algo ligado a lo inhumano, en lo opuesto a lo racional en el planteamiento cartesiano.

Además, tiene lugar una gran deshumanización ligada al internamiento y se les asocia a la animalidad, el libertinaje y la brujería. Se considera que los enfermos mentales se hallan gobernados por la pasión, no por la razón, algo, como es sabido, tabú en gran parte de la cultura occidental, que desde Platón considera que la pasión, la emoción, debe ser dominada, e incluso es vista como algo casi peligroso y pecaminoso en sí mismo.

Tras este cambio de planteamiento, a partir de ahora, el loco es inhumano porque no domina sus pasiones y está ciego a la luz de la razón.

Tras todos estos cambios acontece otro de gran relevancia: al final de la Ilustración, el loco se convierte en “enfermo mental”. Pero la autoridad del médico no es científica, es la autoridad que le confiere la sociedad. De este modo, la utilización del término “enfermedad” legitima el trabajo del médico.

En la modernidad el loco se convierte en objeto de estudio de la psiquiatría, que se desprende ya de sus aspectos morales y se convierte en una disciplina científica.

Para Foucault, la razón y la locura, a través del proceso que hemos descrito, han sido progresivamente separadas a través de la historia, especialmente en los tiempos modernos, de modo que parece que la locura es un tipo de verdad que deber ser diagnosticada y curada por las disciplinas científicas.

Foucault (1972) considera que el poder del psiquiatra le viene conferido porque ayuda de modo muy eficiente a guardar y proteger el orden social. Así, a principios del siglo XVIII se inventa la enfermedad mental y se crea un área especializada.

Así, para Foucault hay tres etapas en la concepción de la locura:

Edad media y Renacimiento: misterio, visión alternativa y tragicómica del mundo;

siglos XVII y XVIII: problema moral, exceso de pasiones;

siglos XIX-XX: enfermedad mental.

Hoy podríamos añadir en el siglo XXI que para la psiquiatría dominante la locura es unasimple alteración neurológica que hay que erradicar por medios biológicos.

2.1. Malestar psicológico no es sinónimo de trastorno mental. La medicalización de la vida cotidiana

Se ha de tener en cuenta que no es lo mismo malestar psicológico que trastorno mental, aunque nuestro modelo social de consumo los equipara, ya que se considera que cualquier necesidad debe ser cubierta por el mercado en el modelo de sociedad neoliberal dominante. En alguna estantería ha de haber el producto que resuelva esa necesidad, sea la que sea.

Pero los trastornos mentales se parecen más a las alteraciones musculares y del movimiento que a otras enfermedades médicas. Así las intervenciones requieren rehabilitación, ejercicio… en pocos casos la solución es la cirugía, siguiendo el símil estrictamente médico. El estrés y el duelo se han de elaborar, no se extirpan como un tumor.

Como es sabido, de suyo incluso a nivel embriológico, el sistema nervioso y el sistema muscular tienen el mismo origen, son similares.

El modelo de clasificación psiquiátrica del DSM-V, el modelo dominante, se considera ateórico, cuando en realidad, por su acriticismo, no hace sino reflejar el modelo social neoliberal.

2.2. Salud mental es psicodiversidad

La salud mental ha de plantearse en un marco biopolítico, basada en el respeto a la diversidad psicológica, sexual, cultural, en definitiva de psicodiversidad, no confundiendo diferencia con enfermedad y escuchando todas las voces, no solo las de los expertos.

Así como todos aceptamos y valoramos la biodiversidad, considero que no ocurre lo mismo con la enorme diversidad de funcionamientos psicológicos que genera nuestra vida psíquica, la psicodiversidad; más bien se considera que se ha de circular por un carril bien restringido

Desde la perspectiva de la psicología y la psiquiatría evolucionista, la selección natural ha escogido preservar una gran psicodiversidad, una enorme cantidad de tipos de funcionamiento psíquico que han aparecido en la larga historia evolutiva, en vez de poseer unos pocos tipos de conductas. Y la razón de esta elección es porque la evolución no puede prever, en un mundo que va cambiando permanentemente, qué funcionamientos serán los más adaptativos en el futuro. Como no hay manera de saberlo, la evolución ha ido guardado en el código genético un gran repertorio de posibilidades de conducta, aunque algunas de ellas resulten disfuncionales en el mundo de hoy.

Como consecuencia de este funcionamiento, cada sujeto debe realizar un gran trabajo para integrar todo ese enorme elenco de posibilidades de conducta. Y ese proceso de integración y maduración dura toda la vida del sujeto, especialmente hasta los 20 años, y requiere de un medio que le facilite y le ayude a realizar esa integración, lo cual no siempre lamentablemente ocurre. No siempre la familia, la sociedad, ayudan.

Las alteraciones que se dan en los trastornos mentales formarían parte de un amplio repertorio de conductas y funcionamientos psicológicos que habrían sido adaptativos en otras épocas. Y la selección natural los habría conservado, no los habría eliminado porque aún siguen proporcionando ciertas capacidades y ventajas (por eso se transmiten a las siguientes generaciones) así como porque pueden hallarse asociados a una mayor capacidad de reproducción sexual, también porque las dificultades a que dan lugar estos trastornos no son tan invalidantes en muchos casos como para impedir la reproducción. Además, los trastornos mentales no han sido eliminados por la evolución porque el trastorno mental es una respuesta transitoria a los duelos extremos que el sujeto por sus limitaciones no puede elaborar. Pero esta desconexión transitoria, a pesar de que supone grandes tensiones para el sujeto, le evita el suicidio, o el tener que utilizar la violencia contra el grupo al encontrarse sin ninguna otra salida ante situaciones muy difíciles.

Los trastornos mentales son fallos transitorios, episódicos, y en general limitados, en los complejos procesos de integración del sistema nervioso, del aparato mental, que no evitan la reproducción; paradójicamente, a veces la incrementan por la creatividad que poseen las personas que los padecen. Los trastornos mentales se dan por brotes, como las enfermedades autoinmunes, no son permanentes, en general.

2.3. Salud mental no es normalidad

Siguiendo los planteamientos expuestos en los apartados anteriores, no se puede aceptar que la salud mental se basa en el cumplimiento delas normas sociales, porque surgen inmediatamente toda una serie de preguntas. ¿Cuáles son esas normas? ¿Cómo podemos conocer cuáles son las apropiadas? ¿Quién tiene la potestad de dictarlas? La respuesta es que en el DSM (2016) la delimitación de esas normas se realiza a través del consenso,del acuerdo entre los profesionales que hacen la clasificación. Dicho esto, se nos plantean de entrada al menos dos cuestiones inquietantes:

¿Cómo se escoge de modo apropiado a los profesionales que dictaminan las normas a seguir, en un área como la de la salud mental, inmersa en un gran debate, con multitud de enfoques? La respuesta es que los profesionales que redactan el DSM (2016) están lejos de ser una representación del saber delos psiquiatras y psicólogos clínicos. Más bien son profesionales escogidos de modo sesgado, entre los que además no son infrecuentes, por ejemplo, los conflictos de intereses con la industria farmacéutica, las multinacionales de la sanidad, las aseguradoras, etcétera. El riesgo es que se acaben adoptando las normas ligadas al modelo social, al poder.

La adaptación a las normas socialmente establecidas es el criterio fundamental por el que la psiquiatría actual define qué es la salud mental. Esta es la filosofía en la que se basa la clasificación norteamericana de los trastornos mentales, el famoso DSM, que se pretende convertir, tal como se ha dicho con frecuencia, en la biblia de la psiquiatría y la psicología clínica. Al definir de este modo la salud mental, se entroniza la figura del normópata, la persona perfectamente adaptada a su sociedad, como ideal, como modelo a seguir.

  1. La sexualidad no es un tema solo para la sexología

La sexualidad va mucho más allá de las recetas o técnicas del consultorio del psicólogo, sexólogo o psiquiatra. O de las técnicas posturales. Tiene mucha ideología. E ideología es sinónimo de dogmatismo en muchas ocasiones.

¿Por qué hay una conducta sexual adecuada, sana…? ¿Quién lo decide? Desde la perspectiva evolucionista podemos ver que hay una gran biodiversidad y psicodiversidad sexual.

Para Foucault, la sexualidad es un dispositivo de poder típico de la modernidad plena. Es un complejo entramado de convenciones, normas prácticas, conocimientos…que buscan el gobierno de los cuerpos, de los comportamientos y las subjetividades mediante la definición e imposición de identidades sexuales…la identidad sexual actúa como un operador biopolítico (Bernini, 2017).

Foucault analiza, basándose en estudios históricos, los valores que han guiado la sexualidad a lo largo de los siglos. Aplica el mismo método que he explicado en relación con la locura. Descubre también que la sexualidad ha estado estrechamente vinculada a los mecanismos del poder.

Foucault (1981) analiza por ejemplo la confesión católica como elemento que va más allá de lo estrictamente religioso, tal como escribe en “Las confesiones de la carne”. ¿Por qué tanto interés en la confesión, en conocer todas las vivencias de la sexualidad…?, todo eso es biopolítica.

Foucault (1981) dice que paradójicamente los confesores se lo tomaron tan en serio explorando los pecados de la carne que desarrollaron mucho el área de la sexualidad.

En su primera etapa, Freud considera que lo que le explican sus pacientes sobre su sexualidad infantil son hechos reales. Después considera que son fantasías, expresiones de deseos reprimidos. Las dos cosas se pueden dar a la vez. Onfray critica que Freud adecúa su discurso sobre la sexualidad a los cánones de la sociedad burguesa.

Wilhelm Reich desarrolla con todas sus consecuencias la idea freudiana de que la sociedad reprime la sexualidad y esto da origen a la neurosis. Critica que Freud no se atreve a ir hasta el final de lo que ha descubierto. En 1933 Reich es expulsado tanto de la Sociedad Psicoanalítica como del Partido Comunista, los dos polos que quería unir.

Reich considera que el capitalismo necesita gente dócil y pasiva y por eso favorece la represión sexual para evitar que tengan energía. Organiza centros para jóvenes llamados Sexpol y promueve actividades para la liberación sexual. Para Reich, el psicoanálisis ha de cambiar la realidad externa, el capitalismo, no solo la personalidad.

Más adelante, Marcuse, en Eros y civilización (1984[1955]) Considera que el capitalismo avanzado posee sofisticados mecanismos de alienación de las clases populares y sigue siendo profundamente represor de los instintos a pesar de su apariencia menos autoritaria.

Marcuse señala cómo la cultura occidental demasiado, vinculada a la razón, no valora el cuerpo, el placer, la sexualidad. Reivindica a Freud como un revolucionario por plantear la represión sexual y señalar las relaciones entre civilización y represión. Pero para Marcuse no es aceptable mantener esta represión.

Para Marcuse el capitalismo regula y manipula los placeres, los estilos de vida. Plantea el concepto de sublimación no represiva.

La escuela clásica que proviene del libro de Simone de Beauvoir El segundo sexo publicado en 1949 en el que escribe su famosa frase “No se nace mujer: se llega a serlo”.

Más adelante, en 1990, en El género en disputa, Judith Butler va mucho más allá y plantea que no solo el género, sino también el sexo y la sexualidad son también categorías construidas socialmente, no son algo naturalmente dado. Cuestiona también el concepto de deseo que considera socialmente construido.

  1. Racismo y migración desde la perspectiva de la biopolítica

El concepto de biopolítica aparece en Foucault inicialmente en relación con el racismo y el colonialismo. Foucault considera el racismo como uno de los elementos centrales de la biopolítica.

Foucault considera que se trata de un nuevo poder destinado a defender a la sociedad de lo que empieza a percibirse como la peor amenaza contra su marcha sana: los peligros biológicos representados por la parte insana de la población.

El racismo puede plantearse desde la perspectiva de Foucault como un mecanismo que posibilita el ejercicio del biopoder estatal, habilitando y tramitando la cuestión o el problema de la construcción del “enemigo político” como “peligro biológico”.

Hay dos grandes corrientes en relación con la migración y la salud mental:

la psiquiatría transcultural: perspectiva más social y comunitaria;

la etnopsiquiatría: perspectiva más culturalista.

Foucault señalaba que el poder actúa disciplinariamente, excluyendo, a los locos, los presos… yo añadiría en el mundo de hoy a los inmigrantes sin papeles.

También desde la perspectiva biopolítica, el planteamiento del Síndrome de Ulises (Achotegui, 2002) recoge el estrés y duelo extremo de muchos inmigrantes en el mundo de hoy. El concepto integra la perspectiva psicológica del estrés y el duelo con la perspectiva social y política del racismo y la exclusión social estructural.

Y también habría que hacer referencia a Frantz Fanon, psiquiatra de la Martinica, colonia francesa que lucha en Argelia por la independencia de la colonia y que escribe Los condenados de la tierra (1962), referente del pensamiento postcolonial, y que escribe la famosa frase “Un negro no es un hombre, un negro es un hombre negro”.

  1. Biopolítica en la sociedad del siglo XXI

5.1. La atención. El oro del siglo XXI. Los neuroderechos

En la sociedad actual hay demasiada información y poca capacidad de atención: la atención es el oro del siglo XXI.

Se ha de tener en cuenta que la memoria de trabajo humana posee la capacidad de trabajar a la vez con apenas siete u ocho elementos. De ahí que la lucha por captar nuestra atención es el equivalente a las guerras del petróleo del siglo XX. La atención es un bien escaso, es como uno de esos minerales raros.

Lamentablemente existe en la sociedad actual toda una ingeniería psicológica para controlar nuestra atención y que sigamos consumiendo productos como Facebook, Instagram…Es muy importante ser conscientes de que la libertad de atención es un derecho, Hoy hablamos ya abiertamente de neuroderechos, entre los que se incluirían:

libertad de atención;

– derecho a las propias percepciones sensoriales;

– derecho a la memoria y los propios recuerdos que son una parte fundamental de nuestra identidad;

– derecho a la capacidad de razonamiento;

– el control de las propias emociones.

5.2. Duelos y retos de la salud mental en la sociedad actual

Podríamos decir que en el mundo de hoy habría los siguientes duelos ante las situaciones de alienación que provoca el modelo de sociedad dominante:

  1. Duelo por la intimidad: somos muy transparentes a través de los datos y rastros que vamos dejando continuamente.
  2. Duelo por la tierra: cambio climático, alimentos con insecticidas…

III. Duelo por los riesgos físicos: el Covid-19 es la muestra más significativa.

  1. Duelo por la soledad: sociedad individualista, menores redes familiares.
  2. Duelo por la creciente desigualdad e inequidad: tenemos un “instinto” ético que rechaza lo injusto. Hay personas inconmensurablemente ricas y que siguen aumentado su riqueza y otras que viven en la pobreza.

Obviamente la elaboración de esos duelos comporta también cambiar el modelo social para revertir las situaciones injustas.

  1. Salud mental y biopolítica en tiempos de covid-19

Considero que para hacer un planteamiento que integre la salud mental en el marco de un planteamiento biopolítico, en este caso específico adaptado al contexto del Covid-19, se han de tener en cuenta al menos los siguientes aspectos:

6.1. Tipología de grupos sociales desde la perspectiva de la afectación de la salud mental

Se ha de diferenciar colectivos en relación con cómo ha afectado la pandemia del Covid-19:

Profesionales sanitarios. Este grupo ha sido sometido no solo al riesgo de la pandemia (que ha hecho estragos entre los profesionales; sin ir a las estadísticas yo mismo he sido testigo de la muerte) sino a un estrés enorme porque han tenido que desarrollar en bastantes casos una especie de medicina de guerra. En este colectivo sí que ha habido un incremento del índice de trastornos mentales, suicidios, cuadros de estrés muy intensos que no entrarían en el área de la psicopatología.

Población vulnerable excluida: obviamente, las clases populares han vivido la pandemia en mucho peores condiciones. Dado mi trabajo en un centro de atención en salud mental a los inmigrantes he podido observar de primera mano:

Las grandes dificultades para cumplir los confinamientos por las condiciones de las viviendas, la necesidad de trabajar dadas las malas condiciones de vida. En España, hay datos de que la pandemia tuvo mucha más incidencia en distritos como Vallecas en Madrid o Nou Barris en Barcelona, donde los datos de movilidad indican que fue mucho mayor que en el resto de Madrid y Barcelona.

El tener que trabajar en empleos de alto riesgo de contagio. Por ejemplo, los mataderos donde los trabajadores viven abarrotados en las propias fábricas, trabajando en ambientes húmedos y a bajas temperaturas (lo que aumenta el peligro del Covid-19). Así, la cadena Tyson, uno de los principales procesadores de carne en los Estados Unidos, pasó de 1.600 empleados afectados a 7.000 en un solo mes, según un análisis del Washington Post. Un estudio reciente de Food & Environment Reporting Network, una organización sin fines de lucro, estimó que había al menos 17.000 infectados. También en España hemos tenido casos en mataderos de Huesca y Lleida. Los trabajadores de la fruta, por ejemplo, han continuado trabajando en las mismas condiciones extremas de siempre en un momento de hipocondría colectiva, durmiendo en las calles de Lleida sin medidas higiénicas, sin protección contra el Covid, como lo ha señalado la plataforma Fruita amb Justicia Social.

Los inmigrantes han sido uno de los pilares en los que nuestra sociedad se ha basado para resistir la cuarentena (que ha sido cómoda para las personas con ingresos medios o altos). En gran parte porque los inmigrantes han sido fundamentales para mantener muchas de las estructuras básicas de producción, distribución y venta, trabajando en los puntos más peligrosos de todas las cadenas.

Los niños y menores inmigrantes han padecido la brecha digital. Han tenido grandes dificultades para poder seguir estudiando. Hay casos que hemos conocido de niños que tenían que encaramarse en las ventanas de su casa para poder captar el wifi de un edificio cercano y poder seguir los estudios online. Eso en los casos en que poseían ordenadores para trabajar.

Pacientes psiquiátricos. Aquí los datos, quizás sorprendentemente, no son tan relevantes. Es una población que ya tenía el aislamiento como un gran problema y no ha sido el sector precisamente más afectado.

Los menores y jóvenes. Aquí sí que hay datos que nos han mostrado un incremento de las consultas psiquiátricas, intentos de autolisis, etcétera. Este es en mi opinión uno de los puntos más importantes para la investigación y el debate: por qué estos jóvenes tienen tanta labilidad.

6.2. La importancia de diferenciar factores de riesgo de causas de los trastornos mentales en relación con el covid-19

En el contexto actual de la crisis del Covid-19, hay un planteamiento que busca tranquilizarnos, entretenernos, en la línea de la autoayuda, que no estemos incómodos con las restricciones provocadas por la pandemia, pero mientras tanto, mientras nos distraemos, muchos de los pilares en los que se sustenta nuestra sociedad están comenzando a moverse. Y lo hacen además en una dirección inquietante.

A nadie se le escapa que esta situación, esta crisis, está comportando un grave riesgo de pérdida en derechos sociales, laborales, de privacidad…ante lo cual la tranquilización no es una respuesta muy adecuada, es más adaptativo inquietarse y plantar cara, y resolver los problemas, aunque no sea agradable. ¿No es más adaptativo ante esta situación el estar alerta, aunque resulte incómodo? ¿Es la tranquilidad y la comodidad el criterio para valorar la salud mental? Yo creo que no, pero el modelo social sí que lo coloca en el centro de la idea de la salud mental.

La pandemia ha dado lugar a situaciones que son factores de riesgo que incrementan las posibilidades de padecer trastornos en el área de la salud mental. Pero también en el debate se ha de tener en cuenta que factor de riesgo no es lo mismo que causa.

Lamentablemente, la tendencia predominante son los modelos bio-bio-bio que medicalizan y psiquiatrizan no solo las situaciones de estrés y duelo que hay en la vida, sino lo que los compañeros británicos denominan “la medicalización de la miseria”, olvidando algunos factores protectores de la salud mental como la resiliencia de las personas, la red de apoyo social con la que cuenta(la familia, los amigos, la comunidad…), la eficacia de los sistemas de ayuda (como el propio sistema sanitario) y la capacidad de las personas de adaptarse activamente, autoorganizándose para cambiar las situaciones injustas o inadecuadas.

Se plantea en qué condiciones se encuentran nuestros servicios de salud tras años de recortes, así como que la intervención en salud mental va mucho más allá del tratamiento, y ha de tener en cuenta la promoción de la salud, la prevención sobre los grupos de riesgo, la detección e intervención precoz, la rehabilitación, la reinserción y la evitación de recaídas.

Joseba Achotegui es psiquiatra, psicoterapeuta y profesor titular de la Universidad de Barcelona. Director del postgrado «Salud mental e intervenciones psicológicas en inmigrantes, minorías y excluidos sociales» de la Universidad de Barcelona en colaboración con la Universidad de Berkeley y la Universidad París V. Director del SAPPIR (Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados) del Hospital Sant Pere Claver de Barcelona. Cofundador de la Red Atenea, Red global de ayuda psicológica y psicosocial a inmigrantes en situaciones extremas. Exsecretario General reelecto de la Sección de Psiquiatría Transcultural de la Asociación Mundial de Psiquiatría.

Blog “Salud mental en tiempos difíciles” en el diario Público (http://blogs.publico.es/joseba-achotegui/)

Editor del International Journal of Migration and Communitariam Perspective y de Ediciones el Mundo de la mente.

https://josebaachotegui.com/

Referencias

Bernini, L. (2017) Las teorías queer. Ed. Egales. Madrid.

Butler, J. (2001) El género en disputa. Paidós. Barcelona.

De Beauvoir, S. (2005 ) El segundo sexo. Editorial Cátedra. Madrid.

DSM V (2016) Manual de Diagnóstico Estadístico de Psiquiatría. Panameriana. México.

Fanon, F. (1962) Los condenados de la tierra.Fondo de Cultura Económica. México.

Foucault, M. (1972) Historia de la locura en la época clásica. Fondo de Cultura Económica. México.

Foucault, M. (1975)Society must be defended M. Foucault. Lectures at the College of e France 1975-1976.Picado. Nueva York (2003).

Foucault, M. (1979).Historia de la sexualidad. Penguin.

Foucault, M. (1981) Obrar mal, decir la verdad.Universidad de Lovaina. Lovaina.

Foucault, M. (2003) “Society must be defended”.En M. Foucault: Lectures at the College of France 1975-1976. Picador. New York.

Foucault, M. (2008) “Seguridad, territorio, población”. En M. Foucault. Lectures at the College of France 1977-1978.Palgrave Macmillan. Londres.

Marcuse, H. (1984) Eros y civilización. Ariel. Barcelona.

 

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