Adicción a fármacos opiáceos
La red vasca de salud mental ha recibido en el último año a unos 200 pacientes derivados de unidades del dolor
(…) La red de salud mental de Euskadi ha comenzado a recibir ya los primeros casos de pacientes que se han convertido en adictos a los fármacos a través de su tratamiento médico.
Unos 200 vascos que estaban siendo tratados de sus dolores crónicos con opiáceos -un tipo de fármacos de la familia de la morfina, pero más potentes que esta droga- han acabado teniendo que ser derivados a consultas de Psiquiatría para abordar su dependencia física y mental a los medicamentos.
Estados Unidos vive desde hace casi una década una auténtica epidemia de víctimas, incluso mortales, de los opioides.
(…) el 21 de febrero de 2018, el Ministerio de Sanidad distribuyó una alerta entre los profesionales sanitarios «sobre la importancia de respetar las condiciones de uso autorizadas para minimizar el riesgo de abuso y/o dependencia con los medicamentos que contienen fentanilo de liberación inmediata». En el escrito, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) reconoce que el Sistema Nacional de Salud ha detectado un «aumento progresivo» del uso de este tipo de preparados hasta el punto de que se duplicó su consumo entre 2010 y 2016, lo que supone «un uso superior al de otros países de nuestro entorno».
La nota concluye «recomendando» a los médicos que «respeten las condiciones de autorización del fármaco» y que también valoren la necesidad real del tratamiento «y el uso de otras alternativas terapéuticas».
(…) La escalada de España en el consumo de opioides, la razón por la que las consultas de psiquiatría han comenzado a recibir este nuevo tipo de pacientes, preocupa a las autoridades sanitarias. En la década de los noventa, la morfina y sus derivados se reservaban sólo para el alivio del dolor de los moribundos, especialmente de los pacientes terminales de cáncer, y poco más.
(…) El psiquiatra Jerónimo García San Cornelio, un histórico de Osakidetza en la lucha contra las adicciones, explica que a comienzos de siglo el auge de las unidades del dolor y reumatología unido a la necesidad de abordar nuevos desafíos terapéuticos como la fibromialgia llevó al despegue de nuevos analgésicos «opioides, que se presentaron como muy seguros; pero que a la larga se ha demostrado que generan dependencia y tolerancia. Es decir, que cada vez se necesitan dosis más altas para paliar el mismo dolor. Es algo que finalmente tampoco se consigue, porque llega un momento en que no puede subir el tratamiento».
El panorama ahora ha cambiado por completo. En un informe de 2017, uno de los últimos sobre la materia, el Ministerio de Sanidad reconocía que el consumo de opioides en España pasó de 2008 a 2015 de 7,25 dosis por cada 1.000 habitantes y día (DHD) hasta las 13,31, lo que supone un incremento del 83,59%. Ese aumento, debido fundamentalmente al consumo de tramadol (62%) y fentanilo (17,5%), ha llevado a colocar a España como el quinto país más consumidor de opioides del mundo, después de Alemania, Canadá, Austria y Bélgica y por delante de EE UU ( que ocupa el puesto 10).
En el coloso americano, el uso descontrolado de los fármacos que mataron a Prince y posiblemente también a Michael Jackson desencadenó hace diez años una auténtica epidemia de adicciones. En Europa, según coinciden los psiquiatras Julio Bobes y Miguel Gutiérrez, presidente y expresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, eso no sucederá por el mayor control farmacológico que existe. «La situación no es la misma, ni de lejos; pero sí, hemos de estar alerta. Tenemos los primeros casos de adicciones», advierte Bobes.