Víctimes en so de pau. Entrevista Àlex Romaguera – Marc Casanovas
Víctimes en so de pau (de Àlex Romaguera i Vendrell ) es un libro impresionante que nos habla de nuestra historia más reciente desde el punto de vista de los familiares de 15 de sus víctimas: Salvador Puig Antich, Romualdo Barroso, Agustín Rueda, Germán Rodriguez, Yolanda González, Juan Manuel García Cordero, Joxi Zabala, Luisa Ramírez Calanda, Guillermo Agulló y Salvador, Joseba Goikoetxea, Fernando Buesa, Ernesto Lluch, Daniel Paz Manjón, Ángel Berrueta, Carlos Javier Palomino Muñoz.
Desde ETA y los GRAPO y la violencia del Estado español en la última fase del franquismo hasta los atentados yihadistas pasando por los GAL, el Batallón Vasco Español y diferentes grupos de ultra derecha:
la violencia política en el Estado español nos acerca a cifras de difícil parangón dentro de la Europa comunitaria.
Cincuenta años de violencia política de distinto signo a través de los testigos de los familiares de las víctimas; una periodización de nuestra historia política y social en tres fases que nos lleva desde la rebeldía y las luchas obreras contra el franquismo hasta la “frágil democracia” de nuestros días pasando por el desmantelamiento del mito de la “transición pacífica”.
Una crónica de lucha por la memoria, contra el silencio, la injusticia y la impunidad a través del valiente compromiso de unos testigos que “después de un largo período de duelo y superación personal, han transformado la terrible experiencia en el estímulo para contribuir, desde su humilde actitud, a una sociedad más justa y en paz”.
Entrevistamos a su autor Àlex Romaguera i Vendrell (Barcelona, 1970), periodista especializado en movimientos sociales y en temas vinculados a la lucha por los derechos humanos y la memoria histórica. Colaborador y redactor en revistas como La Directa, El Triángule, El Temps, Gara o Illacrua entre otros.
Marc Casanovas: Víctimes en so de pau es un libro fruto de un amplio proceso de análisis y preparación que acaba concretando en 15 entrevistas (11 mujeres y 4 hombres) de familiares de las víctimas de la violencia política de diferentes signos en España durante el último medio siglo ¿Nos podrías hablar un poco del origen y las motivaciones del proyecto? ¿Cómo se desarrolló el proceso de preparación?
Àlex Romaguera: Todo arranca en el 2011. En enero de ese año, ETA había declarado la tregua unilateral que en octubre se rubricaría con la decisión de cesar la actividad de forma definitiva, y mientras esto se gestaba, se iniciaban los Encuentros restaurativos entre familiares de víctimas de la organización armada vasca y los victimarios que, desde la antigua prisión alavesa de Nanclares de la Oca, querían manifestar el reconocimiento del daño causado. Al tener información de estos encuentros, entrevisté a Maixabel Lasa, viuda de Juan Mari Jauregi, el exgobernador civil de Guipúzcoa y que entonces impulsaba este programa como directora de la Oficina de Víctimas del Terrorismo del gobierno vasco, y Mari Carmen Hernández , viuda de Jesús Mari Pedrosa, el exconcejal del PP de Durango, también asesinado por ETA. Ambas habían accedido a participar y, a pesar de confesar que la pérdida de sus maridos no tenía reparación posible, creían que aquella iniciativa podía ser una pequeña aportación en el proceso de paz y distensión que entonces se vislumbraba en la sociedad vasca.
También en esta época entrevisté a Robert Manrique, herido en el atentado de ETA en los almacenes del Hipercor en 1987 y que también había podido encontrarse con el autor de la masacre.
Pues bien: escuchar estas voces, y más tarde leer los testimonios de los encuentros celebrados entre víctimas de diferentes grupos armados y algunos victimarios en la parroquia de San Carlos Borromeo de Madrid en 2014 y en el Auditorio Marcelino Camacho, también en la capital del Estado, en el 2015, me espolearon a hablar de este grupo de víctimas que, lejos de quedar recluidas en el odio, el silencio o el rencor, apuestan públicamente por el diálogo, la convivencia y apelan a que todos los sectores políticos -y las instituciones en particular- trabajen para que ningún drama similar vuelva a suceder nunca más.
No sólo entendía que sus casos tenían un innegable interés periodístico; también por razones éticas, encontraba fundamental que se dieran a conocer porque contrastaban con el discurso hegemónico que, aún hoy, propaga la derecha a través de las principales asociaciones de víctimas, como son la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y Covite. Dos entidades mediante las cuales se difunde un mensaje que, en lugar de favorecer la paz y la reconciliación, sólo contribuye a polarizar a la sociedad entre buenos y malos y alimentar los sentimientos de rechazo y venganza hacia el otro. De acuerdo con este análisis, decidí sacar adelante un libro que nos acerca a 15 personas a las que les equipara el dolor sufrido, pero también y lo más relevante, haber experimentado un proceso de resiliencia que los ha llevado a contribuir, desde su humilde posición, a una sociedad más justa, humana y en paz.
M.C.: Como decíamos, el libro recoge el testimonio sobrecogedor de 15 víctimas indirectas de la violencia política a la vez que también ofrece materiales y elementos de reflexión sobre la misma condición de las víctimas y el papel que pueden jugar en nuestras sociedades. ¿Cuál es el estatuto de las víctimas de la violencia política hoy en España? ¿Hay víctimas de primera y víctimas de segunda? ¿Es esto compatible con los principios de una justicia restaurativa como la que reclama el libro?
A.R.: La propia legislación española en materia de víctimas (Ley de víctimas del terrorismo de 1999 y la posterior reforma de 2011) consagra las dos varas de medir en relación con este colectivo. Porque, así como reconoce la condición de víctimas a todo el que ha resultado herido o muerto en manos de grupos insurreccionales y sus respectivos familiares, deja al margen a las personas afectadas por acciones de los aparatos policiales del propio Estado. De modo que, mientras las primeras tienen acceso a una indemnización y ayudas para estudios o de apoyo psicológico, las personas víctimas de la Policía Nacional, la Guardia Civil y, de rebote, a sus familiares directos, no tienen ese reconocimiento y, en consecuencia, se les priva de acogerse a las prerrogativas fijadas por la ley.
Una falta de reconocimiento que les conduce a sufrir una doble victimización: no sólo el dolor por la pérdida del familiar; también la falta de atención por parte de las instituciones, cuando no el desprecio más absoluto. Y ese sentimiento -señala el sociólogo alemán Axel Honneth- implica que a menudo vean agravadas las secuelas derivadas del drama sufrido. En este sentido, todos los testimonios recogidos en el libro son contundentes al afirmar que, al igual que no hay asesinatos más justificables que otros -consideran que todos son igual de abyectos-, tampoco puede haber víctimas de primera ni de segunda. Reclaman que todas, sin distinción, deben ver satisfechos los derechos fundamentales respecto la verdad, la justicia y la reparación (los conocidos como Principios de Joinet, establecidos por Naciones Unidas en 1997). Unos requisitos que, como dictaminan los organismos internacionales, son la base de cualquier proceso de justicia transicional o restaurativa, lo que en España todavía está lejos de alcanzarse.
M.C.: En el libro se señala como el reconocimiento y puesta en común de las diferentes experiencias de las víctimas, más allá del signo político de la violencia recibida, permiten iluminar la realidad y partes ocultas de nuestro pasado para dotarnos de un relato inclusivo y de herramientas contra la manipulación y la mentira; para levantar una verdadera cultura de la paz que conjure las causas de la violencia política. Los diferentes testimonios del libro nos ofrecen, pues, una imagen a contrapelo y dialógica de nuestra historia reciente desde finales del franquismo a la actualidad pasando por la transición. ¿Cómo crees que casa todo esto con la realidad política actual y las actuales guerras de la memoria? ¿Qué impacto crees que debería tener en la legislación vigente Ley de amnistía 1977, ley de partidos, Ley mordaza, etc.…? y en nuestra sociedad en general?
A.R.: A propósito de ello, los testimonios del libro apuntan claramente a que la paz no se limita a la ausencia de violencia. Consideran que debe ir asociada ineludiblemente a deconstruir la cultura de impunidad heredada del franquismo y que el actual sistema político español ha apuntalado a través de un conjunto de dispositivos y mecanismos legales. Aquí encontraríamos la Ley de Secretos Oficiales, aprobada en 1968 en pleno franquismo y que impide desclasificar la información relativa a los crímenes de Estado; la Ley de Amnistía de 1977, que exonera a los responsables de la dictadura e institucionaliza el modelo de olvido que ha supuesto la Transición, o la propia Audiencia Nacional, sucedánea del Tribunal de Orden Público, cuya función consiste en perseguir la disidencia política. Normas que, desde los diferentes relatores de Naciones Unidas, hasta Amnistía Internacional o Human Rights Watch, instan a derogar. De la misma manera que exhortan a eliminar la Ley de Partidos Políticos, por su abierta discrecionalidad a la hora de excluir determinados proyectos de la participación política; los artículos del Código Penal que, lejos de proteger a las minorías y los colectivos vulnerables, se utiliza para castigar a los sectores más díscolos de la sociedad; La Ley Mordaza, que contraviene derechos fundamentales, y otros mecanismos de carácter punitivo que vulneran la libertad de expresión y opinión. Para estas voces, sin la supresión de estos dispositivos y un cambio de cultura política que anteponga la prevención al castigo, difícilmente podrá alcanzarse un verdadero marco de derechos y libertades y, consiguientemente, una sociedad más justa, diversa, pacífica y plural.
M.C.: Todos y cada uno de los testimonios que atraviesan el libro, han hecho de la lucha por la reparación y la memoria de sus seres queridos también una lucha de compromiso cívico y reconocimiento del otro. Esta práctica solidaria, ligada a la creación de tejido social y asociativo, su relación con los demás y la reflexión hacia la violencia política que la atraviesa, ¿crees que también nos ofrece una imagen de la acción política? ¿Del ethos que deberían incorporar las formas de ciudadanía y de activismo del siglo XXI?
A.R.: En efecto, las víctimas que aparecen en el libro ejemplifican e irradian como nadie la apuesta por un nuevo paradigma en el comportamiento como colectividad. No sólo nos inmunizan contra la violencia al mostrarnos, con sus gestos, el valor de la alteridad y la necesidad de poner la vida humana en medio de las relaciones sociales y políticas. Se han convertido en correas de transmisión de lo que se llama “paz positiva”, principio que han desarrollado estudiosos del pacifismo y la resolución de conflictos como Juan Gutiérrez, Paco Cascón, John Paul Lederach y diferentes movimientos y entidades sociales. Hablan de la necesidad de no cronificarnos en los horrores del pasado y construir una sociedad resiliente en la que los litigios sean abordados de forma dialogada y colaborativa. Son, por tanto, una referencia ética y moral en la medida en que, ante la espiral deshumanizadora e individualista en la que estamos instalados como sociedad, ellos realzan el valor de la vida y nos espolean a comprometernos en la lucha por la verdad y la justicia. Su relato tiene una dimensión pedagógica que sobrepasa el mundo de las víctimas, ya que nos interpela como sujetos y miembros de la comunidad a ser motores de cambio y transformación democrática.