Impacto de Adicciones durante la pandemia
Iñaki Markez Médico psiquiatra e Investigador social Miembro de OME y Osalde
Venimos de la crisis económica y social de 2008 que se abrió en España que coincidió con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, con su gestión pública mediante la austeridad de la mayoría de la población, que desembocó en conflictos relacionados con la exclusión y la desigualdad de millones de personas. Se generalizaron bolsas de pobreza de masas, algo que dio “juego” a los medios de comunicación a través del espectáculo del malestar. En la década pasada, con el pretexto de garantizar la sostenibilidad del sistema económico, el gobierno español eliminó los pilares del sistema sanitario público: el derecho a la salud, la igualdad de acceso a la misma y el carácter solidario y redistributivo de la Sanidad Pública (Real Decreto Ley 16/2012, Ley Orgánica 2/2012). Dejaron fuera del sistema sanitario a muchos miles, millones de personas muy vulnerables (personas en desempleo de larga duración, inmigrantes sin papeles, jóvenes sin cotizaciones…) mientras los recortes provocaban el aumento de las listas de espera, dificultad de acceso a los medicamentos y otras prestaciones por el obligado copago. Esto se agravó con el recorte de las ayudas sociales, pues lo que se estaba imponiendo a los gobiernos por los poderes financieros internacionales era su plan de desmantelamiento de los sistemas sanitarios y sociales públicos. Supuso la venta de los servicios públicos al capital financiero, al beneficio empresarial, encareciendo los servicios, dificultando la accesibilidad, cuando buena parte de la población, empobrecida, más lo necesitaba. Especial dramatismo en la salud y en particular para salud mental, la atención primaria y lo sociosanitario, también en el Tercer Sector, pues la privatización suponía un cambio de modelo, el abandono de la atención comunitaria y la regresión a una sanidad pública subordinada.
Silenciosamente nos hemos encontrado con una Sanidad Pública debilitada, con personal insuficiente, sin medios diagnósticos e instrumentos para la protección individual de los profesionales. La situación previa ya era complicada debido a limitados presupuestos (escandaloso en algunas autonomías). En la pandemia, ante el aumento de la demanda, esto se ha complicado y hemos visualizado entre sus carencias, el escaso y tardío refuerzo de personal. Un personal (rastreadores, médicos, enfermería, personal de limpieza y administrativo…) agotado, sin sustituciones en bajas laborales o por vacaciones, desbordado por las múltiples tareas y sin consideración hacia los profesionales de lo social.
La Atención Primaria en la pandemia
En la mayoría de las CC.AA., la Atención Primaria ha estado ausente de la organización y gestión de la epidemia, cuando debería ser necesaria para su control. Ha pasado de ser la “puerta de entrada” del sistema sanitario a la “puerta ignorada”. En algunos lugares se ha decidido el cierre y desmantelamiento de la AP, junto al debilitamiento del ámbito hospitalario y el sociosanitario convertidos en nichos de negocio de empresas privadas. La reducción del presupuesto se ha convertido en carencias asistenciales. La realidad constata que más del 80% de los casos confirmados o sospechosos de Covid-19 se han hecho desde la Atención Primaria, con un gran esfuerzo autoorganizativo y de contención de la epidemia para no colapsar los hospitales, que no ha sido reconocido (SESPAS, 2020).
El gasto sanitario público medio por habitante en España y en 2019 fue de 1.379,56€, y la proporción dedicada a Atención Primaria fue del 13,7%. Recordemos que las asociaciones científicas recomiendan, al menos, un gasto del 25% dedicado a la Atención Primaria. El país gastaba de media de 188,6€ por persona en el primer nivel asistencial. Gastos muy desiguales en las diferentes CC.AA., con Madrid en la cola, siendo la comunidad más rica y con mayores desigualdades. Madrid es la región que menos invierte en Sanidad Pública y en Atención Primaria, siendo la más golpeada por el coronavirus. Es la comunidad que registra más infectados, más pacientes en UCI, más fallecidos y posiblemente más mentiras en quienes la gobiernan. Es el ejemplo a no seguir.
Malestares en la salud
Si abordamos los malestares en la salud, y por ello también los relacionados con las adicciones, médica y psicosocialmente, con estrategias de adaptación de las personas, familias y la propia comunidad, tras asistir a unas medidas inesperadas de gran impacto sociosanitario contra el virus Covid-19, y me refiero al confinamiento domiciliario de la población, un gran reto comunitario donde subrayamos la encomiable labor del personal sanitario y de todas las personas que mantienen el sistema. Con muchas interferencias en nuestra vida cotidiana, las rutinas en el hogar, en el trabajo, en el ocio, en cualquier espacio público y privado se vio afectado con costes económicos y laborales que ya nos temimos. Nos preocuparon los costes sociales, familiares y personales. Temíamos que afloraran vivencias de soledad y, casi seguro, otros síntomas asociados a nuestra ansiedad y estados de ánimo. Como así ha ocurrido desde una situación crítica donde los referentes no son buenos, con políticos que se pelean entre sí a diferencia del resto de Europa, con una oposición desbocada e incoherente con programas basura alejados de la realidad, confundiendo la opinión con el conocimiento, la ciencia con el fundamentalismo.
Asistimos a una limitación de apoyos sociales, duelos asociados a pérdidas laborales, rupturas afectivas y pérdidas de seres queridos a los que no pudimos velar por la situación epidémica, que afectan las emociones de muchos miles de personas. Hay cuadros psicológicos, psiquiátricos y comportamentales, con depresiones, algunas severas, algunos trastornos psicóticos y las adicciones que exigen atenciones específicas. En el caso de las Adicciones, sabemos que el consumo de diferentes sustancias puede ocasionar dependencias o cuadros relacionados con consumos excesivos, intoxicación o abstinencia, teniendo consecuencias no sólo en quien las consume sino también a nivel social, familiar, en la comunidad vecinal y ocasionalmente por calles y carreteras. A recordar que vivimos en una sociedad con un consumo de drogas importante.
El cuadro adictivo se intensifica, y puede haber problemas que aumenten, por ejemplo, el abuso de videojuegos o de juegos online y el consumo de sustancias legales, como los hipnosedantes, y distintos patrones de consumo solitario de alcohol o consumo social. En las primeras semanas de confinamiento los datos de consumo apuntaron a un aumento de la compra de cerveza en supermercados. Estuvieron cerrados los bares y vuelven a estarlo o muy limitados. Hubo limitación en el consumo de hachís, cocaína, heroína u otras sustancias psicoactivas ilegales, al disminuir la oferta de esas sustancias en el mercado por la situación pandémica. Algo que se repite.
Antes, a 31 de mayo, el Observatorio Europeo de las Drogas y las Adicciones emitió los resultados de una Encuesta donde la mayoría de las personas encuestadas que se declaran consumidoras de sustancias psicoactivas ilegales habían cesado o reducido la frecuencia o la cantidad de su consumo (72%) en todas las sustancias y el 12% de los consumidores había aumentado la frecuencia o la cantidad del consumo durante el confinamiento. Incluso un 6,7% de las personas fumadoras había dejado el tabaco; el consumo de alcohol, en la mayoría de las personas, había descendido o estabilizado; los consumos de cannabis disminuyeron la cantidad de porros en el confinamiento, por la dificultad para abastecerse. Claro que con los comportamientos desarrollados tras el posterior desconfinamiento, las bebidas alcohólicas y los hipnosedantes utilizados erróneamente como “antiestresantes” han aumentado notoriamente.
Llegó el verano y después el otoño
Después, durante el verano,
– se ha multiplicado el tráfico de drogas ilegales como dan testimonio las aprensiones de hachís, marihuana, cocaína y heroína, ésta en menor medida, por las policías como observamos en muchos titulares de prensa.
– Desde finales de mayo, tras el confinamiento, medios de comunicación y ámbito político unificaron discursos insistiendo sobre la “nueva normalidad”, algo muy alejado con la realidad, y la promoción de “vacaciones de cercanía”. Nada de viajar al extranjero, cerca o en provincias próximas, y a promocionar la hostelería.
– Han desaparecido las fiestas populares pero los reclamos y la celebración de las no-fiestas con sus encuentros sociales, comidas y expresiones afectivas fueron un vehículo de riesgo.
– Adobado todo ello en esos mismos discursos con poner en la diana a jóvenes que hacen botellón o fiestas “rave” ilegales y el ocio nocturno. Todos ellos minoritarios pero que aportan imágenes muy mediáticas.
Esas actividades y otras muchas han llevado a comportamientos alejados de las medidas de protección (higiene, distancia, protección, mascarilla). La hostelería y el ocio han estado en el centro del contagio sin que hayamos podido conocer las claves de la “nueva normalidad”.
Ahora en este otoño, con el inicio del curso académico y la actividad laboral tras el período vacacional y los ERTEs, han comenzado los comportamientos sociales de normalización. Con consumos de alcohol y otras sustancias de modo social, con muchas actividades en el medio comunitario, con cercanía física y, en ocasiones, con abandono de medidas higiénicas y de protección. Con el desconfinamiento hubo comportamientos de falsa “normalidad” que han confundido los consumos como parte del ocio y formas de relación social habituales. Veremos cómo reaccionamos en los nuevos confinamientos.
Mitigar el impacto de la crisis en la salud (mental)
Cuando se inicia un proceso de rehabilitación es importante ocupar el tiempo con actividades diversas (de ocio, laborales, creativas, hacer deporte, de organización del día a día, y si se apoyan en grupos de ayuda mutua, tanto mejor) en una sociedad que tuvo que frenar la vida cotidiana a la que estábamos acostumbrados. Se ralentizan ritmos y rutinas que quedan relegados al ámbito doméstico. Quienes están acostumbrados a gran actividad ahora se ven obligados a estar muchas horas y días, en casa o en la calle, con otra actividad física y relacional. La cuarentena fue una situación estresante para todos. Para los adictos, la forma de actuar ante el estrés puede ser el consumo. Y por ello puede haber mayor riesgo de recaídas.
Sin duda es posible impulsar un buen número de iniciativas:
-El trabajo en red, en ámbito social y sanitario; desde la Red sanitaria, en Atención primaria y especializada trabajando con los recursos intermedios, los dispositivos sociales y también con el Tercer sector. realizando un trabajo multidisciplinar con modelo bio-psico-social donde poder caminar para reducir la brecha de tratamiento.
–Medidas generales de carácter institucional (protección sociosanitaria, atención sanitaria universal, ayudas a vivienda, subsidios para desempleados, pensiones suficientes…). Programas de empleo y accesibilidad a la at. primaria y salud mental. En el ámbito autonómico y local, las Administraciones más cercanas a las personas consumidoras, tienen competencias en prevención, asistencia y políticas sociales. Y así contribuir a la reducción de daños y riesgos.
– Invertir en salud, Invertir en profesionales, en estrategia de cohesión social e igualdad de oportunidades, Investigar determinantes sociales, modelo de atención centrado en las personas.
– Ante situaciones críticas podemos cambiar las formas de socializar, no solo por unas semanas o meses. Nos toca repensar en las formas de ocio, las formas de relacionarnos. La débil visión del ocio, está detrás de los botellones u ocio nocturno. Si hasta ahora tuvieron un peso muy importante el alcohol (y otras sustancias) así como la noche, quizá sean momentos para adecuar nuevas expresiones de ocio, más creativas y saludables. Será complejo y tardará tiempo, pero podemos ayudarnos con técnicos y profesionales que saben de lo social y del tiempo libre, tal y como ya ocurre en los países más desarrollados de la Unión Europea. Ayudarían a promocionar iniciativas para colectivos sociales muy diferentes y caminar hacia una cultura social de la que hoy carecemos tanto gobernantes y como la ciudadanía en su conjunto. Generarán acciones para las personas mayores, los niños y niñas, jóvenes y cualquier etapa etaria, para el ocio y la cultura, para la educación y la salud, para cualquier momento en nuestro recorrido vital.
Ahora ya desde los medios de comunicación y la política nos van preparando para las navidades. ¿Seguro que hay que salvar la Navidad? ¿A qué precio de muertes y enfermedades? No estamos seguros sobre si logramos aprender de las vivencias en este pasado reciente de unos pocos meses que se nos antojan a años. Nuestros comportamientos y nuestros idearios siguen encharcados en el consumismo y actuamos siguiendo ese oleaje sin medir ni prevenir las consecuencias.
¿Será posible caminar hacia la unidad de acción social y política? En las cuestiones de salud y sociales, para alejarnos de aumentos de mortalidad y morbilidad. Menos muertes y menos enfermedad ha de ser prioritario ¿o no?
Este artículo editorial es resumen de la conferencia de Iñaki Márkez:
«El impacto de la COVID-19 en el ámbito de las adicciones»
Conferencia de apertura en las XXII Jornadas Municipio y Adicciones,
Oviedo. 17, 24 noviembre, 1 diciembre