Insulina, un avance científico. La importancia de empresas farmacéuticas públicas
por Marciano Sánchez Bayle
Fuente: Nueva Tribuna
Hace ahora 100 años, el 23 de enero de 1922 en Canadá, se inyecta insulina por primera vez a un ser humano. Unos meses antes Frederick Banting y Charles Best habían conseguido purificar la insulina extraída a animales de laboratorio. La primera insulina utilizada tenía origen vacuno, aunque pronto se generalizo el uso de la proveniente de los cerdos.
La diabetes era una enfermedad conocida desde antiguo, su primera descripción esta datada 15 siglos antes de nuestra era (el nombre procede del griego, que se caracteriza por polifagia (un apetito muy superior a lo habitual), poliuria y polidipsia (exceso de eliminación de orina que provoca una gran sed y el subsecuente aumento de ingesta de líquidos) y que se debe a la eliminación de glucosa por la orina, también llego a diagnosticarse por la “orina dulce”, de ahí el nombre de diabetes mellitus (del latín miel, dulce) que se agregó en 1675.
Hasta el descubrimiento de la insulina y su uso como medicamento se trataba de una enfermedad mortal, que tras la generalización del uso de la misma paso a ser una enfermedad crónica.
Existen varios tipos de diabetes, la tipo 1 o insulin dependiente que tiene un origen autoinmune y que debuta generalmente en la infancia, la tipo 2 también llamada del adulto que deriva de una inadecuada utilización de la insulina por los tejidos, la gestacional que aparece durante el embarazo y habitualmente es transitoria mientras dura este, y otras secundarias a muchas enfermedades y/o tratamientos (por ejemplo los corticoides). La utilización de insulina es imprescindible para la vida en la tipo 1, pero también puede ser necesaria de manera ocasional o permanente en los otros tipos.
La diabetes provoca una alteración del metabolismo de los hidratos de carbono y una hiperglucemia (aumento de glucosa en la sangre) que es muy peligrosa para la salud y de no tratarse puede llevar al coma (coma cetoacidosico) y la muerte. La diabetes de todo tipo puede producir complicaciones en muchas partes del cuerpo y aumentar el riesgo general de morir prematuramente. Algunas de las complicaciones a las que puede llevar son el infarto del miocardio, los accidentes cerebrovasculares, la insuficiencia renal, la amputación de miembros inferiores, la pérdida de agudeza visual y la neuropatía. En el embarazo, la diabetes mal controlada aumenta el riesgo de muerte fetal y otras complicaciones.
En 2014, según la OMS, 422 millones de personas tenían diabetes, los datos de la Federación Internacional de Diabetes señala que son 463 millones en 2019 y prevén 578 millones de casos en 2030, si bien no todos estarán diagnosticados. La mayoría de ellos son diabetes tipo 2 que agrupa a más de un 90% de los casos, una enfermedad que está relacionada con una dieta inapropiada, el peso excesivo, la falta de ejercicio físico y algunos hábitos nocivos como el consumo de alcohol y tabaco, y que por lo tanto puede prevenirse o retrasar su aparición llevando una vida más saludable.
Todos estos datos señalan la importancia de la insulina como tratamiento porque supone la vida para muchas personas y para otras la posibilidad de retrasar y/o impedir las complicaciones graves de la enfermedad.
Las insulinas como es lógico dada la prevalencia elevada de la diabetes han sufrido muchas transformaciones y nuevos hallazgos desde 1922, la primera, ante las limitaciones que suponía tener que extraerla de animales, fue el conseguir sintetizarlas en el laboratorio y lograrlo para que fueran similares a la insulina humana, luego su combinación con varias proteínas para lograr una absorción más controlada y una mayor duración de las inyecciones, luego se lograron los análogos de la insulina que son insulinas sintéticas con pequeños cambios para mejorar su absorción, en resumen ha habido una gran actividad investigadora para mejorar su uso en las personas y prevenir las reacciones adversas y/o la generación de anticuerpos frente a ellas. También se han explorado otras vías de administración que no sean la subcutánea, como la nasal o la oral, hasta ahora con escasos resultados prácticos. Lo mismo sucede con los trasplantes pancreáticos.
En su día los descubridores de la insulina vendieron su patente a la Universidad de Toronto por 1 dólar para favorecer su uso universal sin coste.
Los precios de la insulina son un problema grave para el acceso a este medicamento esencial en muchos países como USA donde alcanzan varios centenares de dólares, en otros como España y en general la UE están sujetas a copagos que suelen ser bajos por tratarse de un medicamento esencial, pero que a pesar de ello pueden ser significativos para algunas personas con rentas bajas. Ya en su día los descubridores de la insulina vendieron su patente a la Universidad de Toronto por 1 dólar para favorecer su uso universal sin coste, pero el interés de la Big Farma ha acabado imponiéndose y muchas personas en el mundo no tienen acceso a un medicamento imprescindible para su vida por problemas económicos.
Me parece que habría que resaltar tres cuestiones sobre este sucinto, y por lo tanto incompleto y demasiado generalizador, comentario sobre la diabetes y la insulina: el primero es la capacidad de la ciencia para conseguir avances muy importantes para la salud de las personas, algo que quizás con las ultimas vacunas no debería ser necesario recordar, pero conviene hacerlo porque parece que hay gente empeñada en negarlo contra toda evidencia; el segundo es el papel fundamental que siempre tiene la investigación pública en estos avances; y el tercero es como las grandes empresas farmacéuticas se apropian de ellos a coste 0, o casi, y lo hacen para fomentar precios que impiden la accesibilidad a la población a medicamentos imprescindibles para su vida y su salud, porque siempre anteponen sus beneficios empresariales, cuantos más mejor, por delante de la salud de las personas.
No sé si en algún momento aprenderemos y conseguiremos entender que la investigación pública es fundamental, como también lo es el libre acceso para todas las personas de los medicamentos básicos y la importancia para lograr ambos objetivos de empresas farmacéuticas públicas.
Marciano Sánchez Bayle