25N Contra la violencia machista
Miles de personas han salido a la calle a manifestarse Contra la violencia machista, mientras no cesan los crímenes machistas. Una niña de 15 años acaba de ser asesinada por su ex pareja, otro menor de 17 años como presunto autor . Mientras que otro hombre era detenido en Tenerife por intentar matar a su mujer ante su hija..,
La gran magnitud de la violencia contra las mujeres llevó a que la Organización Mundial de la Salud la declarara como un problema prioritario en salud pública. Este problema está afectando en España a una de cada 7 mujeres y da lugar a más de medio centenar de muertes cada año.
La violencia contra las mujeres suele ser un proceso que se va instaurando y cronificando en el tiempo, por lo que es necesario detectarlo precozmente y prevenir su desarrollo, mantenimiento y secuelas. Mientras que nuestra atención al problema se ve reclamada ante los casos más graves y agudos de violencia, como homicidios, palizas, agresiones, etc. la violencia comprende el maltrato en muchas formas que permanece más oculto, incluso para las personas mas cercanas, como familiares, amigos o vecinos. Son formas de maltrato psicológico, sexual o social, como el aislamiento o la exclusión en el propio hogar y fuera del mismo, (con los propios familiares) como el control de movimientos o la restricción de acceso a la información y asistencia. Son frecuentes las relaciones sexuales sin consentimiento o forzadas y el maltrato psicológico expresado por la desvalorización, desprecio y humillación incluso ante otras personas.
Según la ONU, la violencia de género es «cualquier acto o intención que origina daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a las mujeres. Incluye las amenazas de dichos actos, la coerción o privación arbitraria de libertad, ya sea en la vida pública o privada»
En este contexto, la salida a las calles en cada 25 de noviembre es la denuncia obligada de la sociedad consciente y luchadora ante la cadena de violencias contra las mujeres que vivimos diariamente y que no cesa. Sea en la calle, los lugares de trabajo y los centros de estudio, retomamos las banderas de las luchas de aquellas mujeres que se atrevieron y organizaron por conquistar una sociedad distinta.
Aparecerán nuevas corrientes feministas, centradas en el progreso e igualdad social y cultural de la mujer y para diferenciarlas, se les va a calificar como la «Segunda Ola» (o Tercera en la cronología europea), nombrando de forma retrospectiva a la «primera ola».
En su obra «República», Platón abogó por quelas mujeres poseyeran “capacidades naturales” iguales a las de los hombres para gobernar y defender la antigua Grecia.
En la Convención de Seneca Falls de 1848, abolicionistas como Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott proclamaron audazmente en su ahora famosa Declaración de Sentimientos que “Sostenemos que estas verdades son evidentes; que todos los hombres y mujeres son creados iguales”. De manera controvertida, las feministas exigieron “su derecho sagrado al sufragio electivo”, o el derecho al voto.
En 1893, Nueva Zelanda se convirtió en el primer estado soberano en otorgar a las mujeres el derecho al voto, seguido por Australia en 1902 y Finlandia en 1906. En una victoria limitada, el Reino Unido otorgó el sufragio a mujeres mayores de 30 años en 1918.
Las mujeres comenzaron a incorporarse al mercado laboral en mayor número después de la Gran Depresión, cuando muchos hombres perdieron sus trabajos, lo que obligó a éstas a encontrar “puestos de mujeres” en carreras peor pagadas, pero más estables, como tareas domésticas, docentes y secretariales.
En la España de mediados del siglo XIX, al contrario que en la mayoría de países europeos desarrollados, aun no existía ni una polémica real sobre cuestiones feministas ni grupos o entidades feministas bien organizados y con un programa de reformas. La reciente, débil y disgregada industrialización, la escasa fuerza de la Ilustración, el conservadurismo católico y la estructura e intereses sociopolíticos explican, los serios problemas que tuvo que afrontar el feminismo en la sociedad española de la época. Esto condicionará no solo el retraso del reconocimiento de los derechos de las mujeres, sino también el establecimiento de las más elementales libertades de amplios sectores de la población, que deberán esperar, en muchos casos, la llegada de la República para comenzar la andadura como ciudadanía de pleno derecho.
El movimiento #MeToo ganó nueva prominencia en octubre de 2017, cuando el New York Times publicó una investigación condenatoria sobre las denuncias de acoso sexual contra el influyente productor de cine Harvey Weinstein. Muchas más mujeres presentaron acusaciones contra otros hombres poderosos, incluido el presidente Donald Trump.
Algunas mujeres pioneras españolas en la lucha por la igualdad: Dolors Monserdà (1845‐1919) defendió los derechos de la mujer desde una perspectiva nacionalista catalana y profundamente católica. Teresa Claramunt (1862‐1931), obrera textil y militante anarcosindicalista reivindicó el papel de la madre como transmisora de valores y María de Echarri (1878‐1955), promovió algunas medidas de mejora laboral para las obreras. Entre las que destaca la por la cual se debía proporcionar una silla a las mujeres que trabajan en la industria o el comercio. Concepción Arenal (1820‐1893), la cual tuvo que vestirse de hombre para poder acceder como oyente a la Universidad de Derecho en Madrid, Emilia Pardo Bazán (1851‐1921), escritora feminista denunció y criticó duramente la desigualdad educativa vigente entre hombres y mujeres, y el sexismo en los círculos intelectuales,. Y a partir de los años 20, el feminismo español comenzó a demandar el sufragio femenino: en 1918 se crea la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), cuyas dirigentes Maria Espinosa, Benita Asas Manterola, Clara Campoamor o Victoria Kent reivindicaban el sufragio femenino.
Tras la pausa de la Dictadura franquista, el Movimiento Democrático de las Mujeres (MDM), creado en 1965 y vinculado al Partido Comunista de España, fue uno de los más importantes por la gran cantidad de mujeres independientes que agrupó.
El movimiento feminista creció y surgieron grupos en todas las regiones, se abrieron bares, librerías, editoriales y grupos de estudio feministas, se promovieron charlas en sindicatos, asociaciones de vecinos, universidades, centros culturales y demás organizaciones ciudadanas. Entre las reivindicaciones más inmediatas de los colectivos feministas del momento, en una sociedad, aun inmersa en el machismo institucional y social, estaban la no discriminación legal por sexo, despenalización de anticonceptivos, eliminación del delito de adulterio femenino, las cuales tendrán su reflejo posterior en la tan célebre Ley del Divorcio de 1981 y Ley de la Despenalización del Aborto de 1985.
Desde 1996 hasta 2004, comenzarán a darse los primeros pasos en la legislación en materia de la lucha contra la violencia de género, plasmados en normas como la Ley Orgánica 11/2003, de Medidas Concretas en materia de seguridad ciudadana, violencia doméstica e integración social de los extranjeros, o la Ley 27/2003, reguladora de la Orden de Protección de las Víctimas de la Violencia Doméstica. La Ley Orgánica 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género. Nace con la vocación de dar un tratamiento integral a esta lacra, abarcando tanto las medidas penales, agravando tipos y ampliando cobertura penal, como las acciones de sensibilización, prevención y detección, asistencia social y jurídica, o tutela institucional y judicial.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]A partir del año 2000 en España, se celebra el 25 de Noviembre del “Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres” que ha contribuido a la sensibilización social sobre la existencia y magnitud de este problema.