En marzo del año pasado el asesinato de Berta Cáceres llevó a todos los medios de comunicación la lucha de las comunidades campesinas e indígenas contra las empresas multinacionales. Berta, líder del pueblo lenca de Honduras, llevaba años conviviendo con amenazas a causa de sus denuncias contra las concesiones de proyectos hidroeléctricos que, en caso de ejecutarse, expulsarían a las comunidades y contaminarían el medio ambiente, afectando de forma irreversible sus formas de vida. Su organización, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), consiguió que la mayor constructora de represas a nivel mundial, la empresa de propiedad estatal china Synohidro, abandonara sus proyectos en la zona, aunque posteriormente serían retomados por empresas locales. El caso de Berta despertó la movilización internacional contra la persecución de quienes defienden el territorio de los intereses del capital ante Estados que no solo no ofrecen protección sino que, como en el caso de Berta, son cómplices de los poderes económicos. El cálculo es angustioso: cada tres días una persona como Berta es asesinada. La tercera semana de julio se celebra en Derio, Bizkaia, la VII Conferencia de La Vía Campesina, un movimiento internacional que, desde 1993, agrupa a 200 millones de personas de 164 organizaciones campesinas de 73 países. “Berta estará muy presente”, dice Alazne Intxauspe, una joven baserritarra que forma parte de la organización anfitriona, el sindicato agrario EHNE Bizkaia, que lleva meses participando en la preparación de este importante acontecimiento. Está previsto que acudan 600 personas campesinas e […]