A no ser que en Euskal Herria haya una mina secreta de litio, el territorio basará parte de su economía en extraer recursos ajenos para fabricar baterías de coches eléctricos (1.038 millones de euros de inversión). Y la construcción de un segundo museo Guggenheim (81 millones) en la Reserva de la Biosfera de Urdaibai difícilmente protegerá la flora y fauna del entorno de los turistas que pretende atraer. Los Fondos Europeos de Recuperación son “una huida hacia adelante”, describe la plataforma Kapitalari Planto!, de la que forman parte los sindicatos ELA, LAB, ESK y Steilas y colectivos como Omal.
Con más palabras y argumentos, las subvenciones y préstamos Next Generation suponen “una desesperada adaptación a unos mercados globales en crisis que están mutando y en los que Europa no solo sufre un notable rezago respecto a Estados Unidos y China, sino que además parte de una muy significativa dependencia exterior en energía y materiales”, considera Kapitalari Plano!.
“Los fondos europeos suponen una desesperada adaptación a unos mercados globales en crisis que están mutando y en los que Europa sufre un notable rezago respecto a Estados Unidos y China”, considera Kapitalari Plano!
La plataforma ha presentado su guía para entender el aterrizaje de los Next Generation en Hego Euskal Herria (País Vasco y Navarra). Un total de 43 páginas distribuidas de forma gratuita que permiten a cualquier persona ajena a la jerga económica entender un plan publicitado para transformar la actual economía en otra más verde y más digital, pero que si se rasca un poco, enseguida aflora que sigue anclada en el viejo capitalismo e incluye letra pequeña maliciosa. Para empezar a recibir los fondos, la Unión Europea exige al Estado español tres reformas sustanciales: laboral, pensiones y fiscalidad. Y, a partir de 2023, cumplir con el Pacto de crecimiento y estabilidad europeo que define los máximos de déficit público (3%) y deuda pública (60%). La experiencia más reciente (crisis financiera de 2008) indica que, de no cumplirlo, los Estados aplican recortes, que no afectan al más rico, sino al más pobre.
La guía explica qué son los fondos europeos de recuperación, cuántos recursos contemplan, su tramitación, gestión, gobernanza, etc. Pero hay un par de detalles relevantes que ponen en contexto los Next Generation. El primero es una comparación: si Europa trata de competir con Estados Unidos y China, se queda corta. Teniendo en cuenta todos los rescates y medidas de emergencia activados desde marzo de 2020 hasta el pago final de los estrictamente Next Generation, los recursos económicos empleados por la UE para frenar la debacle económica que ha propiciado la crisis sanitaria ascenderán a 3,25 billones de euros. Mientras que Estados unidos habrá gastado 4,15 billones, casi una cuarta parte más. Por lo que el economista Gonzalo Fernández, de Omal, augura que macroeconómicamente, quizá los Next Generation tenga una repercusión escasa. Y que puede que no sean más que un rescate a grandes empresas.
Si Europa trata de competir con Estados Unidos y China, se queda corta. La UE invertirá 3,25 billones de euros, mientras que EE UU, 4,15 billones, por lo que el economista González Fernández augura una repercusión macroeconomica escasa de los fondos europeos
El segundo matiz que aporta la guía es una duda: ¿realmente Euskal Herria necesita unos fondos que se deberán devolver a través de deuda compartida asumida por todos los estados miembros de la UE cuando hay tanto tramo para recorrer en Euskal Herria (y en todo el Estado español)? “Los gobiernos de la CAV y Nafarroa calculan poder recibir para el período 2021-2026 un total de 6.400 y 1.534 millones, respectivamente, de los fondos europeos, unas cifras que podrían conseguirse en un año si nuestra fiscalidad se equiparara a la media europea”, indicó Fernández. Exactamente, un cambio de fiscalidad para aumentar la recaudación pública, sobre todo en los impuestos a los rendimientos del capital y de sociedades, permitiría ingresar al erario vasco 5.976 millones de euros, y al navarro alrededor de 2.005 millones en solo un año. La presión fiscal en el País Vasco es del 32% del PIB, la media europea se sitúa en el 41%.
Seis propuestas
La plataforma incluye seis propuestas para una transformación real: “El capitalismo verde y digital que abanderan los fondos Next Generation es una de las agendas posibles, pero ni mucho menos la única. Las sombras y riesgos que esconden pueden ser funestos para la clase trabajadora y el planeta, por lo que debemos impulsar otras alternativas. Se debe y se puede, esa es la máxima que asumimos”.
Los gobiernos de la CAV y Nafarroa calculan poder recibir para el período 2021-2026 un total de 6.400 y 1.534 millones, respectivamente, de los fondos europeos, una cantidad anual similar a la que podrían recaudar con una presión fiscal similar a la media europea
En ese sentido, plantean transitar “de una mera adaptación capitalista a un nuevo contexto global, a una verdadera transformación económica que asuma la necesidad de una transición ecológica y el desarrollo de un profundo debate social sobre el alcance de la digitalización, todo ello bajo la premisa del fortalecimiento de las soberanías (política, energética, digital, alimentaria, feminista, ecologista y anticolonial”. Abordar la propiedad con la creación de una empresa energética propia, por ejemplo. Poner el foco en la soberanía alimentaria a través de los baserritarras (quien trabaja la tierra).
Por ello plantean una fiscalidad progresiva y ecológica, y rechazan el sobreendeudamiento que requieren los fondos europeos, así como las alianzas público-privadas que avalan y las contrarreformas sociales que requieren. Solicitan una auditoría ciudadana de los fondos europeos; la propiedad y control público-comunitario de todos los ámbitos estratégicos para una transición justa y ecológica (energía, datos, telecomunicaciones y servicios de inteligencia artificial); una regulación de las empresas transnacionales; soberanía para el desarrollo de la transición en Euskal Herria, y territorialización y recolocación de la economía vasca, acompañando preferentemente a los sujetos de la economía solidaria, la soberanía alimentaria, las Pymes y autónomos.
Y recuerdan cómo se produjo la propuesta para los fondos elaborada por el Gobierno vasco: con opacidad, con un fuerte deje vizcaíno, mediante una consultora privada. Un escándalo público que el ejecutivo de Iñigo Urkullu se vio obligado a reformular a través de un segundo documento mejor maquetado —con más colores, más extenso— y del que es más difícil y menos visual encontrar el nombre de las grandes empresas que el Gobierno vasco pretende que se vean recompensadas con subvenciones millonarias sin contraprestación alguna de estabilidad laboral o condiciones salariales. Por ejemplo, una de ellas es Tubacex, cuya plantilla se encuentra en huelga indefinida desde hace 128 días por el ERE planteado a 129 trabajadores
Un Guggenheim siempre en el cajón
El proyecto de un museo Guggenheim en Urdaibai ha sido propuesto varias veces por Gobierno vasco en los últimos quince años. Nunca ha encontrado el suficiente respaldo social ni político para ejecutar una inversión millonaria. Aprovechando los fondos europeos, el ejecutivo de Iñigo Urkullu lo ha vuelto a proponer. La inversión total que presupuesta es de 127 millones de euros, 81 de los cuales provendrían de las ayudas europeas.
El proyecto trata de ser una nueva “experiencia” y conectar las localidades de Gernika y Murueta con una vía verde, una senda peatonal y la vía del ferrocarril. En ambos municipios se construirían sendos edificios nuevos, ubicados en la antigua fábrica de Dalia y en el astillero. La explicación formal es que se trataría de un nuevo modelo museístico que acogería “producción artística, ecología, tecnología, conectividad social e investigación” y que aportaría al visitante una “experiencia diferente” que complementaría la del Guggenheim de Bilbao. En cifras, Gobierno vasco espera que 140.000 visitantes se acerquen. El alcalde de Mundaka ha recogido la propuesta con los brazos abiertos, así como los de Gernika y Murueta, del Partido Nacionalista Vasco.