«Mastergate» Corrupción en la Universidad
Recogemos algunos párrafos de los artículos de «Hordago. El Salto» sobre la corrupción en la Universidad puesta de actualidad con ocasión del reciente escándalo de los masters y convalidaciones fraudulentas de políticos destacados. Fuente: elsaltodiario.com
Cuando se cargaron la Universidad. Ter García
(…) “Durante los doce años de lucha contra las reformas de Bolonia, la propaganda del Gobierno y del círculo de empresarios promulgaba poner la universidad al servicio de la sociedad, que era tanto como decir: ‘Vamos a poner el dinero que se dedica a la educación al servicio de las empresas, porque así se va a volver rentable, y, desde su punto de vista, está hasta bien”, explica Carlos Fernández Liria, filósofo, profesor en la Universidad Complutense y una de las cabezas visibles del movimiento contra Bolonia. “En el movimiento anti-Bolonia dijimos que iba a pasar exactamente lo que estamos viendo: la universidad se ha convertido en un juguete de unas élites que pagan unos másteres para acrecentar su currículum y que, como han pagado una cantidad de dinero enorme, pueden no asistir a clase y sacar los contenidos de internet, que para eso está”, continúa.
(…) Albert Corominas, catedrático de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) y miembro del Observatori del Sistema Universitari. Corominas sitúa el punto de inflexión en 1983, cuando fue aprobada la Ley de Reforma Universitaria. “Fue en el momento en el que se implanta una cultura del enriquecimiento fácil, cuando el ministro [Carlos] Solchaga decía que España es el país donde era más fácil hacerse rico, lo cual es como decir que si usted no es rico es porque es tonto y, por tanto, todo el mundo intenta espabilarse y enriquecerse como pueda”, continúa el catedrático.
(…) la legislación de 1983 fue la que asignó a las universidades españolas la educación de posgrado, pero con una financiación escasa, y a la vez les daba la posibilidad de crear entidades con forma jurídica propia. “Este es un hecho decisivo que desemboca en parte en la situación que tenemos ahora, la universidad comenzó a poder tener fundaciones, sociedades diversas en las que tenía una participación mayoritaria o total, pero que no eran directamente controladas por los órganos que la ley prevé para la universidad, y el hecho es que es en estas entidades donde se han detectado con cierta frecuencia irregularidades de tipo económico”
(…) Corominas recuerda que, antes de 1983, los máster eran unos estudios a los que podían acceder unos pocos con dinero suficiente para estudiar en Estados Unidos o Reino Unido.
(…) el precio medio en el Estado español se sitúa en 1.991 euros, mucho menos de los 6.000 euros de Irlanda o los 4.818 de Reino Unido, pero casi cuatro veces más que los 256 euros de Francia, más del doble de los 836 de Bélgica, y sin comparación con Alemania, donde los alumnos no pagan por acceder a este tipo de formación.
(…) “Ahora mismo, en el mercado laboral, el grado en sí es algo básico y te piden el máster”, afirma Alba Agraz, miembro de la asamblea de estudiantes Res Pública, de la Universidad Rey Juan Carlos. “Básicamente, es una inversión económica grande que tienes que hacer sí o sí”. Agraz estudia el tercer curso de un doble grado de Economía y Política, y tiene claro que, cuando lo acabe, continuará sus estudios con un máster: “Para afrontar el pago del máster, tendré que trabajar en lo que me salga, porque, con lo que cuestan, no creo que mi familia pueda permitírselo”.
Víctor Sampedro: “Los ‘mastergates’ revelan mucho más que la corrupción de la URJC” Ter García
(…) Hacer títulos de excelencia, como es un máster, en la universidad española está muy difícil. Porque, al menos en la que yo trabajo, se apuesta por el número de matrículas, la masificación y unos resultados económicos abultados. Son objetivos contrarios a una educación pública de calidad. Y, más si estamos rodeados de pseudo-académicos, gentes sin trayectoria intelectual que buscaba funcionarizarse y, una vez logrado, hacen negocios. Con apoyo de sus contactos políticos montan titulaciones. Ellos se lucran y acreditan a sus protegidos que consideran la universidad un retiro dorado. No han salido todos a la luz y ni mucho menos se limitan a la URJC.
El resultado final es la degradación de la calidad de la docencia, las titulaciones y también de quien se matricula. Los ‘mastegates’ denunciados en mi universidad existen en otras muchas, en distintos grados y con importantes diferencias según áreas de conocimiento. Ese es el trabajo de evaluación y denuncia que nadie parece dispuesto a hacer.
(…) Todas estas nuevas titulaciones tienen su origen en Bolonia, que exigía adaptarse al marco educativo europeo y un desembolso presupuestario gigantesco. Suponía clases reducidas, incrementar las tutorías, las horas de estudio y de trabajo cooperativo entre alumnos y, por tanto, también la coordinación y supervisión del profesorado de esas actividades… Y esto, en vez de hacerse con más presupuesto, se hace con unos recortes brutales. En Madrid, se dobló el precio de los másteres. La precarización del profesorado aumentó: en la URJC se pagaba al profesorado la hora según el número de matriculados. Una lógica aberrante en cualquier otro país en el que yo haya trabajado, incluidos los llamados en vías de desarrollo.
Los gestores de los másteres tuvieron que recurrir a todo tipo de argucias para mantener la matrícula y la supervivencia. Todo esto en un contexto en el que la impunidad está asegurada por la endogamia y los pactos de silencio, incluyendo a un alumnado que, con excepciones maravillosas y nunca suficientemente reconocidas, solo busca titularse. Lógico que desemboque en una crisis universitaria que nadie quiere reconocer, porque las responsabilidades están divididas y repartidas. Pero también es obvio que los responsables directos son quienes han hecho caja y los alumnos VIP que han actuado como ventajistas. Se titulan con nuestros impuestos y, encima, sacan mejores notas sin hacer nada, devaluando la titulación de sus compañeros. Difícil de asumir como docente y como alumno, ¿no?
(…) Las clientelas políticas y “universitarias” pactan integrar todos los actores relevantes en las estructuras de poder. Lo que ocurre en la Rey Juan Carlos es un modelo calcado de las “Black cards”. Todos y cada uno de los agentes de la estructura de poder de la Comunidad de Madrid están implicados en una red de chiringuitos y favores mutuos. Esta es la cuestión. Todos son cómplices. También los “de izquierda” y, por supuesto, los sindicatos.
(…) Arrastramos clichés que ya resultan cansinos, señalo dos. Uno, “la Rey Juan Carlos es del PP”. Claro, la montaron ellos: como antes el PSOE, la Carlos III. Pero, por favor, que las profesoras que firmaban las actas de aquel engendro de Instituto de Derecho Público militaban en IU. Que además rebajaban la matrícula por militar en el PP y el PSOE, como la ex miniStra Montón. Y que CC OO ha sido el pilar del rector actual y de los dos anteriores. Y segundo cliché, no nos confundamos de muñeco a batir. La URJC tiene problemas gravísimos, manifiestos e intolerables. Pero son sintomáticos de lo que ocurre en la universidad pública y, no en menor grado, en la privada. En la Complutense Casado pudo hacer dos carreras meteóricas.