La pobreza tiene cara de mujer
Fuente: ONEKA EUSKAL EMAKUME PENTSIONISTEN PLATAFORMA
ONEKA 8 DE MARZO 2020
Las mujeres y su movilización son una de las fuerzas de cambio más potentes que hay hoy en día en el mundo. Las mujeres de Euskal Herria llevamos más de 50 años luchando por nuestros derechos. Llenando las calles año tras año cada 8 de marzo. Sacando a la luz pública y política nuestras situaciones de opresión.
Nosotras, hoy mujeres mayores y algunas, que no todas, pensionistas, hemos sido mujeres trabajadoras, dentro y fuera de la casa, y somos conscientes de que la jornada laboral no se ha traducido siempre en un salario ni en unos derechos laborales y sociales justos.
Muchas de las mujeres que hoy tenemos más de 65 años fuimos educadas en la dictadura franquista bajo el mandato patriarcal de ser una buena esposa y perfecta madre de familia, con el fin de preservar la unidad familiar y de garantizar, gratuitamente y sin derechos, la reproducción y el cuidado de los que debían aportar la fuerza del trabajo productivo.
Gran parte de las mujeres que pudimos acceder al mercado laboral lo hicimos en trabajos precarios, mal pagados y con nulas o bajas cotizaciones. Nos vimos obligadas a pedir reducción de jornada y excedencias para la crianza y el cuidado de familiares dependientes. La mayoría sufrimos la doble jornada, añadiendo a la jornada laboral remunerada los trabajos de cuidados en el hogar. Nos hemos jubilado y muchas seguimos cuidando a familiares enfermos y a descendientes en paro o dependientes.
Esto significa que tras cada fábrica, tras cada escuela, oficina o mina se encuentra oculto el trabajo de cuidados pasado y actual de las mujeres, que si bien reporta grandes beneficios económicos y favorece el bienestar social, no se ha reconocido, no se reconoce ni se traduce en derechos para ellas, tanto durante la vida laboral como en la jubilación.
Además, la falta de salario y la consiguiente dependencia del ingreso económico de los hombres, ha propiciado que muchas mujeres se hayan mantenido atadas a ellos con una relación de sumisión y de dependencia emocional que ha impedido el desarrollo de su autonomía.
La falta de autonomía económica y emocional, a su vez, hace que las mujeres mayores vivan una especial vulnerabilidad al maltrato. Muchas llevan viviendo toda la vida con el maltratador de forma oculta, ya que la dependencia económica y emocional dificulta la denuncia contra sus maltratadores.
Así pues, miles de mujeres de Euskal Herria que han dedicado su vida al cuidado gratuito, y otras muchas que lo han compaginado con una carrera laboral reducida y con bajas cotizaciones, en la vejez se hallan totalmente desprotegidas y subsisten en situaciones de gran precariedad y pobreza.
Por todo ello, las mujeres de ONEKA, Plataforma de Mujeres Pensionistas de Euskal Herria, en la jornada del 8M seguiremos alzando la voz para exigir, ya, una pensión mínima de 1080€ mensuales que permita vivir con dignidad y autonomía a todas las mujeres. ¡1080 euros, ya, para todas las mujeres! Gora Borroka Feminista!
¡1080 euros, ya, para todas las mujeres! Gora Borroka Feminista!
oneka.emakume.pentsionistak@gmail.com