La desigualdad sanitaria como violencia
Más allá de la genética, las mujeres sufrimos determinadas enfermedades simplemente por el hecho de serlo. En los últimos años, tanto desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), como a través de las investigaciones y estudios publicados por el Observatorio de Salud de las Mujeres (OSM) de nuestro país, se evidencian muchas de las diferencias y desigualdades en todos los aspectos relacionados con la salud de los unos y otras.
Pero a pesar de los datos, la mayoría de los profesionales de la salud no tratan a las mujeres y su salud con perspectiva de género. Vivimos en un modelo que, por ejemplo, no cuestiona la desigualdad que arrastran las mujeres por la carga extra de trabajo doméstico y cuidados que realizan. Y ese desequilibrio pasa factura en cuanto a fibromialgias, migrañas o anorexias nerviosas. Es una evidencia, el 90% de las enfermedades físicas que se dan entre las mujeres están relacionadas por no entender las cuestiones de género.
Pero más allá de eso, de que la artrosis afecta al triple de mujeres que de hombres o de que de 9 de cada 10 personas que sufren fibromialgias o migrañas sean mujeres, en la Asociación Mujeres para la Salud (AMS) hemos acuñado también otra dolencia, lo que nosotras llamamos “depresión de género” y que utilizamos para poner nombre a los problemas psicológicos de las mujeres por el hecho de serlo, por esos factores culturales y sociales que van más allá de la genética. No son depresiones exógenas, hay unos síntomas claros que están relacionadas con la cultura en la que vivimos y tienen que ver con los roles de unos y otras, con los cuidados que siempre recaen sobre nosotras, con las relaciones de pareja que hemos aprendido… Esa carga la han sufrido las mujeres, repercute en su salud y al final es un problema público que no se ha querido ver y estudiar. Y eso sin entrar en el maltrato y el abuso de menores, un tema gravísimo y oculto durante años.
Según la concepción de una medicina patriarcal, los síntomas por los que las mujeres suelen acudir a la consulta se consideran como expresión de trastornos en el funcionamiento de un cuerpo biológico. Se invisibiliza la relación entre las condiciones de vida y los síntomas por los que consultan y se inicia un proceso “medicalización de los conflictos”. Los estudios indican que las mujeres de nivel socioeconómico bajo suelen ser más medicadas que las de otros sectores. Son mujeres que acuden, en primer lugar, a los servicios de guardia hospitalarios, o al médico general por sus dolencias, y suelen recibir un tranquilizante.
Nuestro reto pasa porque el género se incluya en la sanidad en los próximos años.
Porque no hay una formación específica dirigida a la comunidad médica, colegios de psicólogos y enfermería que tengan en cuenta, más allá de la biología, otras dolencias relacionadas con los factores sociales y culturales que afectan a las mujeres. La sociedad patriarcal solo ha estudiado, desde una mirada androcéntrica, al hombre.
Este post forma parte de una serie de entradas creadas específicamente por diversas expertas, en el marco de la campaña #MeNiegoA de Oxfam Intermón. Tienen como objetivo sensibilizar y generar debate acerca de la gravedad de las violencias machistas en nuestra sociedad durante los 16 Días de Activismo contra la violencia de género.
Soledad Muruaga López de Guereñu es Presidenta y cofundadora de la Asociación Mujeres para la Salud