Investigadoras vascas tienen listo un test diagnóstico del Covid-19
Fuente: Naiz.eus Personal científico valida un test con el que podrían realizarse 10.000 pruebas al día en la CAV / Elpais.com Transferencia del conocimiento
La prueba, «fiable y rápida», tiene una sensibilidad del 92% y, si todos los centros tecnológicos de la CAV con capacidad de realizar el test optimizasen sus laboratorios, se podrían hacer 10.000 pruebas al día. En el proyecto participa la UPV/EHU junto con personal de Ikerbasque, Achucarro y de la Fundación Biofisika Bizkaia, en colaboración con Osakidetza y sus centros de investigación.
Una red de científicas y científicos de varios departamentos de la UPV/EHU, Ikerbasque, Achucarro y Fundación Biofisika Bizkaia, junto con personal investigador de los Institutos Biocruces Bizkaia y Bioaraba, han conseguido poner a punto un test de RT-PCR para la detección de COVID-19 que permitiría al sistema de salud aumentar el número de tests de diagnóstico, siguiendo la recomendación de la OMS.
De hecho, el investigador Ikerbasque de la UPV/EHU y coordinador de esta iniciativa, Ugo Mayor, ha señalado a NAIZ que, con las máquinas disponibles en sus laboratorios, podrían realizarse un total de entre 500 y 1000 test al día. Sin embargo, si todos los centros tecnológicos con capacidad de realizar el test optimizasen sus laboratorios, Mayor calcula que se podrían hacer 10.000 test diarios en la CAV.
(…) en un «plazo record», se consiguió acondicionar en el Centro de Biotecnología María Goyri de la UPV/EHU, en el Área de Leioa-Erandio, 6 laboratorios de contención y seguridad biológica, además de tramitarse todos los requisitos legales necesarios.
El viernes 27 de marzo se recibieron, a través del Biobanco Vasco, las primeras muestras ya diagnosticadas por Osakidetza. En tan sólo 10 días de puesta a punto de los protocolos, el test de detección ha resultado en una especificidad del 100% y una sensibilidad del 92%. La sensibilidad indica la capacidad para detectar los casos positivos, mientras que la especificidad refleja qué grado de fiabilidad tiene la prueba para dar como negativas a las personas no infectadas.
Con los cálculos realizados, se estima que la prueba de detección desarrollada por este grupo de trabajo interinstitucional podría costar 15 euros por muestra y tardaría en realizarse menos de 4 horas. «Este coste tan ajustado es posible por la aportación altruista de las personas y las entidades que participan en ella», señalan.
Adicionalmente, podría realizarse en múltiples laboratorios de otros centros de investigación de la CAV, así como en los propios hospitales en caso de que los kits comerciales de RT-PCR que actualmente usa Osakidetza se vieran afectados por una rotura de stock.
En opinión del investigador, «el desarrollo en auzolan de este test alternativo pone en valor la importancia de la investigación y la ciencia, así como el impacto real que estas puede tener para el bienestar de la sociedad contando con el correspondiente respaldo institucional».
Ugo Mayor, investigador Ikerbasque adscrito al departamento de Bioquímica de la Universidad del País Vasco y doctor en Biología por la Universidad de Cambridge: «Nuestro test tiene una fiabilidad muy superior a la de los kits rápidos que ha facilitado el Ministerio (…) La especificidad, es decir, la capacidad de detectar los casos negativos es del 100%. (…) La sensibilidad que tenemos es del 92%, que está muy, muy por encima de los test rápidos que el Gobierno español ha facilitado esta semana a las comunidades autónomas, que tienen un 60% de sensibilidad (…) se podría hacer de forma descentralizada a nivel de 10.000 test al día en función de las máquinas PCR existentes en los distintos laboratorios de Euskadi (…) el test ha sido un trabajo de abajo a arriba. Hay que poner en valor que hay muchas cosas que damos por sentadas en el día a día que son fruto de la investigación y la ciencia, incluso los test rápidos que luego se comercializan para sacar dinero. Pero es la ciencia y la investigación las que posibilitan que existan también esos kits. Hemos demostrado que desde el ámbito científico somos capaces de dar una respuesta rápida a los problemas porque tenemos las capacidades para desarrollar soluciones. Y hemos aprendido que desde abajo se pueden hacer cosas, insistiendo frente a ciertas resistencias del sistema, aunque no habría sido posible el proyecto sin el apoyo del vicerrector de Investigación de la UPV/EHU y de instancias superiores» Noticias de Gipuzkoa
TRANSFERENCIA DEL CONOCIMIENTO
El sector productivo se basa en pymes que ven con recelo la investigación de las universidades
La Liga de Universidades Europeas de Investigación (LERU, en sus siglas en inglés) tiene en cuenta siete actividades como transferencia de conocimiento e innovación de las universidades a la economía y a las empresas: licencias y patentes, ingresos por consultoría, contratos de investigación colaborativa, start-up y spin-off, actividades de investigación en parques científicos, formación continua de profesionales y voluntariado.
El número de solicitudes de patentes por parte de las universidades españolas, aunque bajo en su conjunto, ha crecido hasta llegar a 594 en 2013 (último año con datos disponibles), casi un 19% del total solicitado. Las spin-offs universitarias han pasado de 100 a 134 en dos años. Por el contrario, el volumen de captación de recursos por contratos de I+D+i o de otros servicios ha mantenido una tendencia decreciente. Del mismo modo ha descendido la formación continua financiada por las empresas.
Es evidente que la crisis ha afectado a las empresas que son las colaboradoras forzosas para que la investigación generada en las universidades se convierta en innovación: en nuevos productos, procesos y servicios con éxito en el mercado.
Pero también es cierto que el sector productivo en España está basado principalmente en pequeñas y medianas empresas que a menudo ven con recelo la investigación que se hace en la universidad.
No hay dudas sobre su papel docente, pero sí recelos en la apreciación de su capacidad de investigación útil para la industria y la empresa. ¿Desconocimiento? ¿Falta de comunicación? ¿Ausencia de intermediarios que ayuden al contacto mutuo?
Las universidades líderes en el mundo son auténticos motores de innovación. Las instituciones universitarias generan enormes cantidades de recursos económicos colaborando con la industria, generando patentes, licencias y spin-offs. Muchos de estos recursos revierten a su vez hacia los investigadores universitarios en un círculo virtuoso. Al mismo tiempo, las universidades que tienen éxito en su transferencia de conocimiento contribuyen a la cuarta misión, que es el desarrollo de la sociedad a la que sirven, generando beneficios tangibles mediante la innovación y el crecimiento económico.
Construir una buena estructura eficaz en la transferencia de conocimiento requiere tiempo e inversión. En concreto, las universidades deben tener en su estrategia la transferencia como objetivo prioritario y darlo a conocer. Una oficina de transferencia debe ser autónoma y con poder para hacer contratos legales, dotada de personal preparado que entienda las necesidades de la industria, que con mentalidad de servicio a la industria y a la propia universidad ofrezca incentivos a los investigadores universitarios. Ha de ser un catalizador entre los profesores y las empresas.
Y si las empresas no están aquí hay que buscarlas fuera. La oficina en Bruselas de las universidades españolas y portuguesas inaugurada este año puede servir de antena a las OTRI (Oficinas de Transferencia de Resultados de la Investigación) de las universidades, no solo en la mejora de la competencia en los proyectos europeos, sino también para ayudar a transferir el conocimiento generado por la investigación de las universidades a la industria europea.
Jordi Montaña es rector de la Universidad de Vic-Universidad Central de Catalunya, y presidente de la Comisión de Comunicación de las Universidades Españolas.