Editorial: 2019-nCoV Wuhan
por Jorge Barrón, microbiólogo y miembro de la Junta de Osalde
Una gran parte de la ciudadanía se desayuna cada día con el mensaje ritual del Gran hermano: las noticias. Con esa tara en su conciencia emprende las tareas cotidianas. En primera plana se mantiene desde diciembre una amenaza que obscurece un poco más cada jornada. Toda reflexión, decisión o actividad estará fatalmente condicionada a la negra sombra de temor e incertidumbre que oscurece nuestras conciencias.
Otras amenazas crónicas, como los desastres naturales, la guerra nuclear, o el calentamiento global, apenas influyen en nuestro ánimo. A lo cotidiano nos acostumbramos. Muchos pueblos viven tranquilamente en las laderas de un volcán. Pero las hay que surgen de forma explosiva en algún lugar y se extienden peligrosamente sembrando el miedo de las gentes obligadas a la espera pasiva de noticias. De esta clase es la epidemia por coronavirus surgida en la ciudad china de Wuhan.
El llamado 2019-nCoV es un coronavirus hasta ahora desconocido, aunque hay experiencia de brotes con otros del mismo grupo. Este nuevo virus, como sus parientes cercanos causantes de los recientes brotes de SARS y MERS (Infecciones respiratorias agudas graves) están relacionados con los animales domésticos y salvajes de una amplia variedad de especies, a través del consumo de sus carnes, su producción y venta en mercados, frecuentemente en condiciones de hacinamiento, suciedad y escasa regulación sanitaria. En estas circunstancias se facilitan las interacciones genéticas de virus animales entre ellos y entre los humanos (véase gripe aviar-porcina-humana), surgiendo variedades mutantes capaces de infectar al hombre con variable morbimortalidad y aparición de brotes epidémicos que amenazan a las poblaciones más expuestas y sus contactos, alertando de riesgo de pandemia. La OMS ha declarado emergencia sanitaria internacional, la sexta de las declaradas en los últimos diez años (gripe H1N1 de 2009, ébola en África Occidental de2014 y en la República Democrática del Congo 2019, polio en 2014 y virus del Zika en 2016).
A situaciones parecidas estamos acostumbrados. Sirva de ejemplo la amenaza de pandemia por gripe aviar que resultó en un gran timo orquestado por grandes empresas con la complicidad de importantes corporaciones e instituciones, además de la propia OMS y los “expertos” de turno, siempre dispuestos a echar una mano a cambio de una generosa propina o de simple y eficiente adulación.
Si bien la amenaza actual tiene nombre de virus y ciudad china, nadie ignora que mantener al pueblo bajo amenaza es algo siempre útil al poder y a los grandes intereses que aspiran a conducir los destinos de la humanidad. Esta idea complica la incertidumbre y siembra de dudas la amenaza a nivel mediático. No hay más que explorar las redes para toparse con toda clase de teorías conspirativas, desde las más increíbles y exóticas hasta las mejor estructuradas, seductoras y convincentes.
Cada año la gripe estacional mata a millones de personas en su macabra misión de limpieza demográfica. Es la epidemia tipo que nos recuerda un fenómeno natural de evolución biológica que refuerza una experiencia necesaria porque nos obliga a estar alerta y nos enseña como protegernos. Como en toda onda epidémica de estas características, los casos comunicados de virus Wuhan crecen exponencialmente, las muertes también, así como los países a los que, a pesar de la cuarentena a 50 millones de personas, se extiende la epidemia. Pero también, independientemente de las barreras que pongamos al tsunami biológico, con toda probabilidad evolucionará la onda epidémica a estadíos menos alarmantes.
«Todo está bajo control»
Como es lo habitual, emergen oportunamente en los medios ostentosos alardes de las capacidades protectoras de los gobiernos en materia epidemiológica. “Todo está bajo control, no hay de qué preocuparse”. Ya está listo el protocolo de actuación. El mismo de siempre con ligeras adaptaciones a las circunstancias particulares del brote. No es muy tranquilizador, porque el problema no es carecer de protocolo, sino que no se ejecute eficazmente en un contexto de disponibilidad de medios materiales y organizativos que garantice su eficiencia. Se requiere un Sistema de Vigilancia eficiente, medios diagnósticos adecuados, unidades de aislamiento, laboratorios de referencia y personal adiestrado. La República Popular China es ahora primera figura del circo mediático, desarrollando una estrategia epidemiológica espectacular, sometiendo a cuarentena a 50.000.000 de habitantes, construyendo dos grandes hospitales en la provincia de Beijin en pocas semanas, laboratorios de máxima contención (niveles 3 y 4 de seguridad biológica) y Centros de Control de Enfermedades que compiten con el de Atlanta, USA. Se fabrican y distribuyen masivamente materiales de protección, máscaras respiratorias, guantes, batas, calzas, trajes estancos, etc. Se investiga con urgencia en vacunas y antivirales. Por otro lado, en todo el planeta se montan escenas mediáticas espectaculares de aislamiento de casos sospechosos y protección de alto nivel al estilo de Hollywood.
¡Se anuncian precipitadas investigaciones que prometen disponer de una eficiente vacuna en semanas! Cuando, como decía un torero, “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”. ¿Acaso cabe la posibilidad de desarrollar una vacuna en semanas y sin conocer su eficacia y seguridad aplicar a la población masivamente? Ciertamente, son noticias que lejos de tranquilizar añaden temor y desconfianza en las instituciones. Con toda probabilidad, el probable fin natural del ciclo epidémico salvará a la humanidad de la propia estupidez humana que se libera peligrosamente en estas ocasiones.
En el Estado español y en Euskadi se dispone de todos los medios, pero también hay razones para cierta desconfianza. Aún permanece en nuestras memorias el recuerdo de la lamentable actuación del Gobierno del PP y la ministra Ana Matos en la crisis del ébola. Desmantelaron el hospital Carlos III, único de referencia de Enfermedades Tropicales y otras altamente contagiosas, transformándolo en un centro para crónicos. Ante la amenaza del ébola, improvisaron unidades de aislamiento con desastrosos resultados. Una profesional de los cuidados que contaba “con todos los medios de protección” se infectó de ébola con grave riesgo de su vida y con gran alarma de que surgiera un brote en el propio hospital de impredecibles consecuencias. Un antecedente poco tranquilizador más reciente lo constituye la propuesta de desmantelamiento de Escuela de Salud Pública andaluza por el actual gobierno de las tres derechas. Una de las más prestigiosos centros a nivel nacional e internacional, fundamental en la formación de los futuros salubristas que se preparan para luchar contra las epidemias y gestionar los servicios de salud. A las derechas no les preocupa demasiado la Salud Pública ni la Epidemiología, que consideran cosa de rojos, en todo caso asunto a gestionar por el ejército colonial. ¿Porqué si no se aísla a los españoles repatriados en un Hospital Militar?
La economía forma parte del contexto a considerar. Los valores bursátiles se liberan de toda predicción ante el terror de los accionistas. Poderosas corporaciones se disponen a rentabilizar el miedo o especular con las mareas bursátiles surgidas por efecto de las gigantescas cuarentenas que ponen un cerco a la actividad industrial, a los mercados, las migraciones y las impredecibles conductas humanas ante el miedo. En la rentabilidad del miedo parece que las viejas potencias no tienen ya la exclusiva. Otras potencias se preparan para poner el cesto bajo el nogal.
Paños calientes
Mientras, las gentes se preguntan qué deben hacer para protegerse frente a esta nueva amenaza, como eludir la ira de Dios, la amenaza del nuevo virus o las oscuras maquinaciones del poder. En tales circunstancias, a las gentes de Osalde nos complace aliviar a las gentes con el discurso salubrista. Realmente no hay nada nuevo bajo el sol, siempre hubo y habrá plagas, pestes o «enfermedades emergentes». Es el efecto de la propia evolución.
En nuestra memoria permanece el recuerdo de terribles epidemias que asolaron Europa, como la peste negra o la más reciente gripe mal llamada española de 1917, que sirvió de modelo aterrador en recientes amenazas de pandemia gripal. Recuerdos que hacen su trabajo en el inconsciente colectivo y que precisan situar las plagas actuales en un contexto que nada tiene que ver con aquellos que determinaron su gravedad: pobreza, hambre, hacinamiento, suciedad y falta de conocimientos.
También estamos obligados a desactivar la falta de información, las falsedades y el reduccionismo interesado que ofrecen los mantras mediáticos serviles con el poder. Así, es fundamental lograr en la población un sensato equilibrio entre la percepción exagerada de la amenaza que provoca un miedo neurótico, y el escepticismo que desarma a las posibles víctimas ante un riesgo que es real. El mensaje tranquilizador y sensato es a los efectos el mismo que el aplicado en situaciones recientes y cotidianas. Lease la gripe estacional, las gripes zoonóticas o los anteriores coronavirus emergentes: los agentes del SARS y del MERS.
Por parte de las instituciones tranquilizan las señales mediáticas de eficaz vigilancia y control de la epidemia, de disponibilidad de los medios de diagnóstico, aislamiento, tratamiento, protección personal y prevención, así como organizativos, conductas protocolizadas, adecuado adiestramiento del personal, etc. necesarios para evitar la propagación de la enfermedad y la aparición de nuevos casos. Pero las cuarentenas cuarteleras al estilo chino son mal acogidas en las democracias liberales y por otro no está garantizado de esta manera el cerco eficaz a la propagación del virus. Se ha demostrado que pueden transmitir la enfermedad personas asintomáticas. Y las fronteras se cruzan por mil sitios fuera de todo control.
Por otro lado, interesa prioritariamente a la población general conocer los medios que cada cual debe conocer para su protección, que no son diferentes a la gripe estacional, repetidas como un mantra cada año. Especialmente importantes para aquellas personas de edad avanzada y con factores de riesgo añadidos, como enfermedades crónicas respiratorias y cardiovasculares, diabetes, hipertensión, o situaciones de déficit inmunitario. Lo malo es que es más difícil introducir un hábito saludable en una comunidad que construir un hospital en tres semanas. Evitar las aglomeraciones en los brotes, la cercanía de personas enfermas, utilizar en tales ocasiones mascarillas y lavarse las manos frecuentemente. Incluso, para las personas de edad y riesgo, permanecer en el domicilio durante los brotes.
Es un hecho que los brotes virales y enfermedades infecciosas de rápida propagación se han incrementado en razón a ciertos factores derivados de los cambios operados en una población global de 7.700.000 de habitantes, menos rural y más agrupada en megaciudades. Se han señalado: factores demográficos y de comportamiento humano; factores tecnológicos e industriales, especialmente la contaminación del suelo, el aire y el agua. Agentes patógenos que afectan a los animales y que pueden ser nuevos para las personas; factores derivados de las actividades económicas, como la invasión de los bosques y selvas, mayor contacto con agentes exóticos y enfermedades enzoóticas; el impacto de las migraciones de todo tipo, como el comercio internacional, turistas, empresarios o refugiados. Adaptación de los microorganismos, como la drogo-resistencia del paludismo o la tuberculosis, por uso de dosis insuficientes, ciclos incompletos de tratamientos y inadecuadas políticas en el uso de antibióticos en los hospitales; y debilitamiento en general de las actividades de salud pública, especialmente la vigilancia epidemiológica.
La tarea de considerar tales factores de cambio no es exclusiva de una administración protectora y garantista, los actores sociales no pueden ser sujetos pasivos, sino agentes de cambio generadores de salud. Osalde considera a tal efecto el necesario empoderamiento de los ciudadanos y movimientos sociales para una progresiva democratización de los sistemas de salud, mediante modelos participativos de salud comunitaria especialmente a nivel local, que consideren a los determinantes estructurales elemento fundamental para la mejor intervención social frente a esta y otras amenazas.
Por: Jorge Barron
One Comment
Maria jesus Fetnandez Asenjo
Demasiado miedo se mete a la sociedad.Insistir en las medidas higienicas es lo que se debe hacer.
Con la mala administracion de la gripe aviar ya quedaron patentes los intereses de farma industria….tanto dinero derochado que puede ser empleado en necesidades reales.
1:59 pm - 4 febrero, 2020