Editorial: Migrantes e intervención social e institucional desde los derechos humanos
Por Iñaki Markez
Las ONGs realizan una labor de salvamento y atención que los gobiernos europeos evitan o simplemente no realizan. Tenemos mucha información a través de ellas, sobre sus actividades y sobre sus resultados de atención y recuperación de muchos miles de personas.
¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Europa miraba hacia otro lado desde antes de comenzar los desplazamientos desde Siria en 2011, aquello que en 2013 se hablaba de “crisis de Siria”, aunque muchos venían desplazados desde Eritrea, Sudán, Etiopía, Yemen y entornos. Junto a las poblaciones migrantes subsaharianas, sin dejar de lado otras poblaciones latinoamericanas y asiáticas.
Se dio dinero a Libia, después a Turquía y ahora a Marruecos, Níger y Mali para contener a esos miles y miles de migrantes. La política migratoria de la UE se ha convertido en política de seguridad y lo hace externalizando la frontera, no para que las condiciones de vida cambien y mejoren en esos países. La construcción de la fortaleza en su frontera sur es la prioridad de la UE en política de migración, centrada en el cierre de fronteras, no en obligaciones en materia de DD.HH., no en mejorar los procedimientos de asilo y en cubrir las necesidades de los refugiados.
Estamos ante un reto humanitario en Europa, un factor que ha generado este movimiento masivo de refugiados: la guerra en Siria, donde más de 4.600.000 sirios han salido de su país a la fuerza. Mientras, Europa no ha tocado límite en su capacidad de acogida, está muy lejos de ello. El 85% de los refugiados sirios son acogidos por 4 países limítrofes: Líbano, Jordania, Irak y Turquía. Un país exportador de migrantes y refugiados como Etiopía acoge a mayor número de personas que toda Europa.
El problema es que no hay una política común que garantice el derecho al asilo político. Los flujos migratorios no amenazan la soberanía porque no introducen delincuencia, ni competencia desleal en el mercado laboral ni erosionan la identidad de los Estados o sus pueblos. Son falacias.
Los costes humanos
– Las violaciones de los DD.HH. cometidas en las fronteras de Europa contra las personas migrantes y refugiadas es algo cotidiano. Desde el año 2000, han muerto más de 25.000 personas tratando de llegar a Europa. Más de 10.000 menores han desaparecido de un colectivo donde 9 de cada 10 menores hacen la ruta solos. Otros tantos o más según informes de NN.UU. descuartizados para traficar con sus órganos. La violencia de género forma parte de la cotidianeidad, no sólo porque las mujeres son quienes habitualmente portan y cuidan a niños y niñas en el recorrido migratorio, sino porque también, con demasiada frecuencia, son violadas, agredidas y sufren abuso sexual, o porque han de acceder a la prostitución para sobrevivir ellas y los suyos. Las diferencias y desigualdades entre hombres-mujeres, la asimetría, está presente cualquier día y esa desigualdad implica violencia. Sin dejar de lado otras consecuencias sobre su salud física.
– Se está expulsando de manera ilegal a personas migrantes y refugiadas en Bulgaria, Grecia y España, sin acceso al asilo, con malos tratos por parte de guardias de fronteras y guardacostas, o con la detención prolongada como elemento disuasorio de quienes huyen de países en conflicto como Siria, Eritrea, Afganistán y Somalia. Bien cerca hemos podido comprobar imágenes de Ceuta y Melilla, de Fuerteventura y Lanzarote, en las que a estos migrantes les disparan, ahogan, apalean, arrollan, detienen o entregan a la policía marroquí o libia.
– Muchas personas mueren ahogadas en el mar o por asfixia en camiones que los transporta clandestinamente. Hay mucha violencia en el recorrido y en las fronteras y se les priva del derecho a solicitar asilo. Su huida se convierte en muerte en las fronteras europeas. O quedan atrapados en Libia, Marruecos, Ucrania o Turquía, donde viven en la indigencia y carecen de sus derechos sociales y económicos.
La respuesta ciudadana
Es urgente cambiar nuestra mirada, de forma que ni la condición de refugiado, ni tampoco la de emigrante, sea considerada un elemento de riesgo.
Es urgente una profunda reforma de la política migratoria y de asilo europea que incluya la apertura de vías legales para la presentación de peticiones de asilo en los consulados y un reparto equitativo de refugiados, con la puesta en marcha de adecuados mecanismos para atender las migraciones.
La respuesta a la crisis de los refugiados ha supuesto una renuncia a lo que quedaba del proyecto europeo. En los movimientos ciudadanos surgidos, hay elementos de respuesta crítica y de aspiración a otro modelo político para Europa. Hubo queja e indignación ante el impacto de estímulos con una gran carga simbólica y emocional, como la fotografía del cadáver del niño Aylan Kurdi en la costa turca.
Ante todo, hemos de romper cierto discurso mentiroso por parte de algunos políticos y de ciertos medios de comunicación, generadores de opinión y comportamientos xenófobos y racistas. Necesitamos iniciativas que orienten a cambios en la atención concreta y en las políticas de acogida hacia estas personas con todos sus derechos.
– Ante esta situación, desde las ciudades europeas, aunque hay resistencias, también surgen redes de acogida en favor de los migrantes.
– Fue muy positiva la reacción institucional, con iniciativas como las de los ayuntamientos de Madrid, Barcelona, A Coruña, Pamplona, Zaragoza, Valencia y otros más, así como cientos de poblaciones pequeñas, con implicación de sus alcaldes/esas, CC.AA., etc., presionados por movimientos ciudadanos que se activaron para acoger a los refugiados y con la propuesta de crear una red europea de ciudades-refugio. Se pueden tener iniciativas que vayan más allá de la actuación de los Estados y puede hacerse coordinadamente a nivel europeo, con recursos públicos y desde la sociedad civil. Necesitamos vivir en ciudades abiertas y mestizas.
– Iniciativas asistenciales y políticas impulsadas desde la ciudadanía, desde colectivos e iniciativas sociales. Los profesionales de la salud tienen un importante papel a desarrollar frente a las violencias, deben atender las necesidades básicas, familiares, etc.
– El primer impulso será humanitario: es preciso paliar las necesidades de refugio y asilo. Son necesarios la asistencia en tránsito y el apoyo psicosocial. Es preciso favorecer su acceso a la alimentación, a la vivienda, la acogida empática, el empoderamiento, reforzar los lazos familiares… Siempre con el respeto a la dignidad de las personas, sea cual sea su origen y situación.
– Actualmente es el Estado quien decide quién es refugiado o no. Habrá que construir infraestructuras ciudadanas de acogida para recibir a quienes llegan y también transformar políticamente el marco jurídico-institucional y la lógica de acción. Dicha red europea de ciudades-refugio sería un ejemplo de política transnacional, cosmopolita, al servicio de los derechos de las personas, que van más allá de los límites nacionales y exigen respuestas de otro orden.
No hay duda de que seguirán llegando a tierras europeas en oleadas, caminarán cuantos miles de kilómetros sean necesarios y navegarán cuantos cientos de millas sean precisas, porque aspiran a una vida digna frente a la represión, la enfermedad, el hambre y la muerte en sus tierras de procedencia. Nos corresponde garantizar todos los derechos de todas las personas.
Fotografia: Obra realizada sobre las fronteras en el mundo. FechaAutor: Jorge lagos Este archivo está bajo la licencia internacional Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 .
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