Aumentan los desabastecimientos de medicamentos y falta transparencia en sus motivos
Fuente: Saludporderecho.com
Un informe de Salud por Derecho y OCU para No es Sano analiza la situación y el impacto de los desabastecimientos en España y en Europa.
Solo en España, los problemas de suministro se han duplicado de 2015 a 2019, afectando especialmente a fármacos para enfermedades cardiovasculares, infecciones y cánceres.
El estudio denuncia la opacidad en torno a las verdaderas causas de los desabastecimientos que, en muchos casos, se deben a estrategias comerciales de la industria farmacéutica para presionar a los gobiernos al fijar los precios o para favorecer la entrada al mercado de fármacos más rentables.
15/10/2020. Los desabastecimientos de medicamentos han aumentado en los últimos años y son cada vez más recurrentes. Esta es una de las conclusiones del informe «El desabastecimiento y la escasez de medicamentos», elaborado por Salud por Derecho y OCU para la campaña No es Sano con datos de las agencias española (AEMPS) y europea (EMA) del medicamento. Solo en España, los problemas de suministro han aumentado de 700 casos en 2015 a 1650 en 2019, según la AEMPS.
El estudio afirma que los problemas de suministro afectan con más frecuencia a los medicamentos que tratan enfermedades cardiovasculares, infecciones, cánceres y los destinados a dolencias del sistema digestivo o enfermedades metabólicas, según los datos de la agencia española. Asimismo, las compañías que más casos reportaron en 2019 fueron Pfizer, Mylan y Sanofi, esta última también la primera del ranking en 2018. También subraya que no todos los problemas de suministro son iguales. Cuando hay una alternativa al fármaco no disponible, el impacto puede ser más leve, pero en muchos casos puede desembocar en graves problemas para los pacientes y el propio sistema.
Esta situación que se da a nivel global, no solo en España, está provocada en muchas ocasiones por la excesiva dependencia de un escaso número de productores de materias primas necesarias para la fabricación de los medicamentos, algo que se ha agudizado en la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, recuerda el informe, el origen de los desabastecimientos va más allá. El mercado y las estrategias comerciales de las compañías farmacéuticas también están con frecuencia detrás de la escasez.
Los medicamentos con precios más bajos o menos rentables para las empresas suelen tener más problemas de suministro.
En este sentido, es habitual que, como parte de su estrategia de negocio, las farmacéuticas retiren voluntariamente este tipo de fármacos del mercado para presionar a las autoridades en la negociación de precios o para favorecer la entrada de otros productos de mayor interés comercial para la empresa. Estas estrategias afectan especialmente a algunos medicamentos esenciales, como los genéricos para el cáncer o los antibióticos.
Sin embargo, denuncia el informe, existe una gran opacidad en torno a los motivos reales de los desabastecimientos. Un análisis realizado en 2014 en siete países europeos, incluido España, mostraba que en el 65% de los casos totales los laboratorios no explicaban los motivos. Esta falta de transparencia y el desconocimiento de los verdaderos factores dificultan mucho la puesta en marcha de estrategias de prevención y de gestión eficaces.
Los problemas de suministro tienen un impacto directo en los pacientes, ya que a la ansiedad y la preocupación que genera poder quedarse sin tratamiento hay que añadir el tiempo que invierten en buscar el fármaco desabastecido, los problemas derivados de la forma de administrar el medicamento alternativo, la aparición de otros efectos secundarios o un gasto económico adicional, ya sea porque la alternativa es más cara o porque no está financiada por el Sistema Nacional de Salud. OCU viene recogiendo situaciones concretas que ejemplifican las implicaciones que en muchos casos tiene para los pacientes.
El informe recoge, además, cuatro casos que ilustran la problemática. Uno de ellos es el de la adrenalina autoinyectable. Se trata de un tratamiento para reacciones alérgicas graves en niños y adultos. El laboratorio que comercializaba el autoinyextor Jext de 300 microgramos lo retiró del mercado cuando el Ministerio de Sanidad intentó bajar su precio de 42,09 a 35,81 euros.
También analiza el caso de los laboratorios Aspen, único comercializador de cinco medicamentos para el cáncer. En 2013, incrementó su precio un 4.000% en España. La negativa de Sanidad a aceptar este aumento excesivo tuvo como respuesta el fin de la comercialización y el consecuente desabastecimiento de estos fármacos.
Endurecer las sanciones
El estudio plantea medidas que pueden ponerse en marcha a nivel tanto español como europeo y que también recogen informes de instituciones comunitarias. Entre otras propuestas, en España, apuesta por endurecer las medidas recogidas en el Plan de garantías de abastecimiento de medicamentos contra las empresas que ya han tenido problemas de suministro anteriormente, así como el desarrollo de una política de sanciones para quienes incumplan los compromisos de suministro.
Además, aboga por garantizar la transparencia pública sobre los motivos de los desabastecimientos, así como impulsar estrategias de producción pública de medicamentos y terapias esenciales aprovechando los recursos propios del SNS. El estudio también reclama que los precios de los medicamentos se fijen a partir de los costes de fabricación e investigación, evitando así que la industria utilice los desabastecimientos como estrategia de presión para imponer precios abusivos.
El número de notificaciones de desabastecimiento de fármacos ha pasado de 137 a 1.650 en diez años, según datos de la Agencia Española del Medicamento (AEMPS). O lo que es lo mismo, se ha multiplicado por 12.
Un ejemplo es el de la adrenalina, un medicamento que resulta vital para tratar las reacciones alérgicas graves. En 2018, un año después de que el Ministerio de Sanidad rebajara un 15% el precio del autoinyectable de 300 mcg, el laboratorio ALK Abelló suspendió su comercialización en nuestro país. Como consecuencia de ello Sanidad tiene que importarlo como medicamento extranjero, cuando en realidad se fabrica en España.