«Se está dejando morir la Atención Primaria, la base del sistema sanitario»
Mónica García Asensio es médica de familia en el barrio Mamariga de Santurtzi, además de vicepresidenta de la sociedad de medicina de familia y comunitaria Osatzen. El pilar de esta sociedad son las jornadas anuales, puntos de encuentro entre compañeros que trabajan en distintos sitios y contextos. La satisfacción es muy alta, así como el nivel científico al no ser la financiadas por la industria farmacéutica.
El 24 y 25 de noviembre se celebraron en Donostia las jornadas Osatzen, donde alrededor de 200 personas –la mitad estudiantes de Medicina y la otra mitad residentes– reflexionaron sobre la Atención Primaria.
¿Cuáles son los objetivos de estas jornadas?
Las hacemos todos los años y el objetivo es, a veces, simplemente parar. Salir de la vorágine del día a día. Aprovechamos para todo: para reflexionar sobre qué hacemos y si tenemos que cambiar, para coger energía, para recuperar habilidades. Nos replanteamos cosas que hacemos por inercia y hay que cambiar. Tenemos talleres más clínicos, como un campeonato de electrocardiograma, otros de investigación, sobre el trabajo en equipo entre médico, enfermera y administrativo.
¿Faltan médicos de familia?
No se contrata y estamos todos un poco cansados y saturados. El trabajo que están ofreciendo es muy precario. Por fin, Osakidetza ha ofertado contratos eventuales de un año, pero no tienen un contenido definido y los médicos están hartos de no saber si mañana trabajan de mañana, tarde o noche, si ven adultos, si tienen que hacer una pediatría… En primavera vinieron 1.500 médicos a la oposición y las plazas ofertadas no llegan a 100. Cuando pides sustitutos te dicen que no hay. Igual hay que preguntar a la gente por qué no quiere trabajar aquí. Hay plazas de jubilaciones y vacantes de médicos que no están cubiertas desde hace meses. La Atención Primaria (AP) se basa en la continuidad. Pasas tiempo con una misma población, conoces al paciente, a la familia, los recursos del barrio.
La población pierde esa continuidad…
… y la seguridad. No es lo mismo ir a quien te conoce o que te vea el médico de al lado o un sustituto que acaba de llegar, o que no te vea nadie porque no hay médico. Aparte de la carga de trabajo que nos supone, lo que más nos preocupa es la seguridad del paciente. Empezamos a perderla porque no se puede manejar el volumen de pacientes que empezamos a tener y el movimiento de pacientes y médicos.
El tiempo dedicado a cada paciente se acorta.
Claro. Llevamos tiempo así. Hasta ahora hemos aguantado reinventándonos. Los ratos que no estamos con el público estamos en una sesión, en un domicilio, haciendo docencia… Pero hace meses ya que a las 08.10 nos sentamos en la consulta y a las 15.00 seguimos con pacientes. No podemos estar siete horas viendo a pacientes como si fuera una fábrica de tornillos, porque te cansas, bajas la atención, no tienes reflejos. Otro problema es que hay una lista única de contratación de administrativos y enfermeras. Entonces, de esa lista llaman a personas lo mismo para el hospital que para AP, y cuando viene alguien que nunca ha trabajado en AP es un caos, porque no se hace lo mismo que en el hospital.
¿Cuál es la posición de la Administración?
Dice que no hay médicos. Que la lista única es de la mesa sectorial y no se puede mover. Que no hay perfiles reconocidos legalmente de primaria y hospitalaria. En el día a día es un caos para los eventuales y un peligro para la población.
¿Desde cuándo están así?
Unos dos años. Antes lo pasábamos mal porque no había sustitutos para cubrir todo. Desde la crisis empezaron a recortar contratos y entonces mucha gente se fue. Entre que la población envejece y la plantilla es más precaria, se complica. Como tenemos que tener accesibilidad, se cita todo. Se pueden citar en una mañana 40-50 pacientes. Se juega con nuestro buenismo. Eso le va bien a la organización porque mucha gente se queda prolongando jornada, porque si pasa algo… Nos propone que como no hay médicos nos jubilemos más tarde y que hagamos horas extra. En los próximos años el 25% de los médicos de familia del País Vasco se jubila. La mitad de la plantilla tenemos más de 50 años. Los sistemas sanitarios potentes son los que tienen una buena AP. Aquí se resuelven más del 90% de los procesos que no llegan al hospital.
En esta situación, ¿cómo hacen para cuidarse?
Necesitamos cuidarnos, pero no tenemos tiempo. Estás en un bucle y sientes que nadie te cuida. Los pacientes vienen con su preocupación y necesidad, y la organización se encoge de hombros. Deberíamos funcionar todos de otra forma, porque los equipos de la AP ya no podemos poner más parches y esto se nos va de las manos. Necesitamos la colaboración de la Administración y la población. No sé si la gente es consciente de que lo que le debería preocupar es su seguridad. Si va por algo que no es muy importante igual mejor coge cita para otro día. A la población se le vende que esto es un servicio más de consumo y que pueden venir para todo; y no es así.
¿Cómo pueden colaborar?
Muchas veces la vía es sentarse y negociar. La población no sabe cómo llevamos más de un año. Es muy solidaria. Hay mucha gente que al ver que no llegamos dice ‘lo mío no es tan importante y me voy’. Le agradeces y coges un poco de aire. Cuando vas con una hora de retraso y ves a diez personas esperando te aceleras. Y muchas veces no tienes toda la atención para detectar qué es importante y qué no. Y ahí es donde nos preocupamos: un día pasará algo. Tenemos un sistema muy potente y nuestra sensación es que se está invirtiendo mucho en hospitales y tecnología y que se está dejando morir la AP. El 90-95% de los pacientes los llevamos aquí. Si esa parte del sistema falla nos caemos todos.
¿Cuántos pacientes tiene cada médico de familia?
1.300-1.400.
¿Hay más mujeres u hombres entre los profesionales de la AP?
La AP está muy feminizada. Hay más médicas de familia, y en enfermería y administración fundamentalmente son mujeres.
¿Y entre los pacientes, ven diferencias entre hombres y mujeres?
Las mujeres viven más, se cuidan más. Sienten y se expresan de distinta manera, y hace unos años nos dimos cuenta de que todo está experimentado con hombres. Si vamos a probar un fármaco nuevo primero probamos con gente sana y joven, pero no con una mujer porque tal vez esté embarazada. Mucha de la evidencia que tenemos es en varones. Las mujeres estamos discriminadas en esa parte y suponemos que es lo que la ficha técnica dice: funciona para esto, produce esto, puede dar estos problemas… Pero hasta que no se pruebe también en mujeres no vemos realmente cómo les sienta. Hay campañas como la del Colegio de Médicos de Bizkaia con los problemas vasculares, porque históricamente los hombres han sufrido más infartos porque han bebido y fumado más, pero las mujeres también tenemos infartos. Y no siempre son los síntomas típicos. De hecho, hay estudios sobre eso: si médicas son capaces de detectar antes ciertos problemas de salud que los médicos. Muchos de los problemas están estudiados en hombres y nos tenemos que preguntar si en las mujeres es igual. Ahí hay un campo muy interesante para avanzar. Hay temas que al feminizarse la profesión están saliendo: el género, la identidad…
Le leí a un médico que se puso enfermo y que vio las cosas desde el otro lado de la mesa. Subrayaba la importancia de la psicología. ¿Qué le parece?
En la formación de familia tenemos una parte importante de comunicación, porque usamos el tiempo y la comunicación para saber lo que está pasando y ayudar al paciente. Tenemos que saber llegar y ver el lenguaje no verbal. A veces echas en falta esto en otras especialidades mucho más técnicas que van a lo que van. No me convences igual si me miras a los ojos y me sonríes o cuando estás detrás de un ordenador. Bernardo Atxaga hablaba de la bata como escudo. Por eso hay mucha gente en Atención Primaria que pasa consulta sin bata, para romper barreras. Y gente que no utiliza mesa. Es verdad que sin mesa te sientes desnudo. Aprendemos cómo dar malas noticias, cómo negociar con el paciente cuando se niega, cómo acompañarle si tiene un problema que no puedes resolver. Así como nosotros nos consideramos especialistas en personas, a los médicos del hospital les llamamos ‘trozólogos’. Es la consulta de pie, de la cadera, de la rodilla, del ojo… Es verdad que necesitamos gente muy técnica para problemas muy concretos. Lógicamente se centran en una pequeña parte de su especialidad y son los mejores. Pero acaban siendo tan técnicos y en su formación la comunicación no es obligatoria pueden parecer un ‘House’.
¿Están cambiando los problemas por los que acude la gente a la consulta?
Sí. Pasa algo desagradable y nos cuesta adaptarnos. Y, mientras, sufrimos. Pero no siempre es una depresión. En esta sociedad de consumismo, se nos ha vendido que para todo hay una pastilla y que si vuelves triste de las vacaciones tienes un síndrome. Hay que parar. Lo normal es que estés triste acorde con lo que te ha pasado. Es complicado decirle a la gente que hay que sufrir. No podemos seguir anestesiando las emociones porque nos van a pasar muchas cosas a lo largo de nuestra vida. Podemos acompañarles, darles ideas, ayudarles a sobreponerse, y eso te hace más fuerte.
«Lehen mailako arreta hiltzen uzten ari dira»
Monica Garcia Asensio Santurtziko Mamariga auzoko familia medikua da, baita Osatzen familia eta komunitateko medikuntzako elkarteko presidenteordea ere. Elkarteak urtero egiten dituen jardunaldietan elkarrizketatu dugu. Lehen mailako arreta osasun sistemaren oinarria da, eta egoera larrian dago azken bi urteotan: «Ez da kontratatzen eta nekatuta eta gainezka gaude denok. Ezin gara zazpi ordu pazienteak hartzen egon torloju fabrika batean bezala. Pazientearen segurtasuna dago kolokan».