La naturaleza dual de la ciencia
¿Por qué nos manifestamos por la ciencia? Un impulso fundamental consiste en combatir el ejercicio del poder a favor del beneficio privado y no del interés general; las compañías petroleras no deberían determinar la calidad de la ciencia climática. Sin embargo, si generalizamos este impulso, corremos el riesgo de convertir la ciencia en un contrapoder neutral que se despliega únicamente a través de una política basada en pruebas. Pero defender la ciencia no basta: necesitamos transformar el papel de la ciencia en nuestro mundo.
Science for the People parte de lo que el ecologista Richard Levins denominó la naturaleza dual de la ciencia. Es decir, la ciencia como “un episodio en el desarrollo del conocimiento humano en general, y como un producto propio de una clase, un género y una cultura del capitalismo euronorteamericano en particular”. Levins señaló que dos reacciones comunes a la intersección de la ciencia y la política, el cientifismo (la ideología de que la ciencia siempre es correcta y exacta) y la anticiencia, no permiten captar esta naturaleza dual:
Tanto el cientifismo como la anticiencia moderna son unilaterales. Esto no es lo mismo que “extremos”, el máximo reproche que formula la crítica progresista. “Extremo” implica como su antónimo preferente “moderado”, una solución que supone que la verdad es un poquito de esto y un poquito de aquello, o “no toda blanca o negra, sino de algún matiz de gris”, un término medio óptimo definido por los extremos que se rechazan.
Ni el cientifismo ni la anticiencia abordan los desafíos reales a que se enfrentan los científicos, la sociedad y el planeta hoy en día. Algunos ejemplos muestran cómo la comprensión de la naturaleza dual de la ciencia es la necesaria columna vertebral de nuestro movimiento.
Militarismo
La ciencia tiende a satisfacer la necesidad del capitalismo de innovar constantemente en busca del beneficio, y de este modo se convierte en el centro de una ideología progresivista equivocada. ¿Progreso para quién? Más de la mitad de la financiación pública de la ciencia en EE UU se canaliza a través del ejército. La invasión y ocupación de Irak mató a más de medio millón de iraquíes y costó 2,3 billones de dólares. El presupuesto total de los Institutos Nacionales de Salud durante el mismo periodo ascendió a 225.000 millones. EE UU se gastó diez veces más dinero en matar a más de 500.000 personas que en investigar para la mejora de la salud.
Justicia reproductiva
A menudo, la ciencia forma parte de una política profundamente antidemocrática. En un artículo publicado en la revista Science for the People en 1977, Linda Gordon señaló que el movimiento por el control de la natalidad comenzó poniendo el acento en la liberación de las mujeres, pero la entrada en liza de médicas y otras profesionales infundió en el movimiento valores elitistas como el control demográfico, a menudo tributarios de puntos de vista abiertamente eugenicistas. La lucha por la justicia reproductiva sigue siendo actual. Mueren cuatro veces más mujeres negras que blancas durante el parto y el acceso al aborto viene disminuyendo desde hace decenios. Nuestro movimiento no debe repetir estos errores tecnocráticos y elitistas, sino que debe incorporarse a las luchas democráticas en sentido amplio.
Eugenesia y determinismo biológico
Demasiado a menudo, la aceptación científica promueve la injusticia. El movimiento eugenicista adquirió carta de naturaleza científica a comienzos del siglo XX (cuando muchas universidades contaban con departamentos de eugenesia), justificando decenas de miles de esterilizaciones de personas negras, pobres y discapacitadas hasta entrada la década de 1960. Ideas que más tarde se consideran reprobables pueden existir como ciencia aceptada durante décadas; esto también sucede actualmente. La eugenesia es una versión más cruda de la ciencia general del determinismo biológico –la justificación de la violencia y la desigualdad social mediante su naturalización como algo biológicamente inevitable–, que sigue viva y coleando.
¿Cómo deberían organizarse políticamente las personas dedicadas a la ciencia?
El descrédito del determinismo biológico fue el mérito conjunto del movimiento feminista, la lucha por la libertad de la población negra y el movimiento científico radical. Los científicos radicales ayudaron a rebatirlo públicamente mediante una argumentación precisa, sostenida y beligerante. Y la lucha continúa. Mientras persistan las injusticias estructurales, también persistirá su naturalización, desde la noción de clase biológica de Charles Murray hasta las afirmaciones de James Damore de que las mujeres están infrarrepresentadas en la tecnología porque son innatamente ineptas.
La ciencia no es una abstracción ajena a la sociedad. La ciencia es producto de nuestro trabajo. Sin embargo, las condiciones de esta producción y el uso de la ciencia están controladas por los ricos y poderosos. Hemos de luchar por una ciencia que esté al servicio de toda la gente, organizándonos dondequiera que se produzca o aplique ciencia junto con quienes luchan por la justicia.
Frente a cualquier tendencia a la anticiencia, debemos recordar: el conocimiento se adquiere con nuestro trabajo y puede utilizarse en pro de objetivos comunes. Frente a cualquier tendencia al cientifismo: nuestro movimiento vive y muere con la izquierda en sentido amplio; el conocimiento técnico por sí solo nunca genera justicia.
12/04/2018
https://scienceforthepeople.org/index.php/blog/
Traducción: viento sur