El número de pacientes heridos por minas terrestres, trampas explosivas y artefactos explosivos sin detonar atendidos en el hospital de Hassakeh (noreste de Siria) se duplicó entre noviembre de 2017 y marzo de 2018. La mitad de las víctimas eran niños, algunos de tan solo un año.
Esta tendencia al alza registrada en el centro que apoyamos se produce a medida cada vez más personas regresan a sus hogares, tras disminuir la intensidad de los combates en las gobernaciones de Raqqa, Hassakeh y Deir ez Zor.
Hacemos un llamamiento urgente a todas las organizaciones y actores involucrados, tanto internacionales como locales, para ampliar y acelerar las actividades de desminado y para aumentar los programas de educación y prevención ante los riesgos que comportan estos artefactos. También para que se mejore el acceso a la atención médica de sus víctimas.
«Muchos pacientes nos dicen que las minas terrestres, las trampas explosivas y otros artefactos de fabricación casera se colocan en los campos, a lo largo de las carreteras, en los techos de las casas y debajo de escaleras. Según los testimonios que hemos recogido, los artículos domésticos como teteras, almohadas, ollas, juguetes, máquinas de aire acondicionado y refrigeradores explotan cuando las personas regresan a sus hogares después de meses o de años viviendo como desplazados o refugiados”, afirma Satoru Ida, nuestro coordinador general en Siria.
En el noreste de Siria, apoyamos dos hospitales: uno en Tal Abyad, que recibe heridos procedentes principalmente de la gobernación de Raqqa, y otro en Hassakeh. Este último es uno de los pocos centros con atención médica especializada y gratuita para los residentes en la gobernación de Deir Ez-Zor. Casi el 75% de los pacientes que llegan al hospital de Hassakeh son de la misma gobernación de Deir ez Zor, aunque algunos de ellos viven en localidades que se encuentran hasta a seis horas de distancia del hospital.
Solo en 2017, la violencia en Deir ez Zor provocó la huida de al menos 254.000 personas. Cada una de ellas fue desplazada una media de tres veces, lo que supone el mayor volumen de movimientos de población de todas las gobernaciones de Siria durante 2017.
Mientras que algunas personas han regresado a sus hogares, la mayoría siguen desplazadas y con la esperanza de volver pronto, a veces sin llegar a ser conscientes de los peligros que les esperan allí. Los expertos en desminado temen que aún haya cientos de miles de dispositivosen las escuelas, las instalaciones médicas y los campos agrícolas de Deir ez Zor. Este temor está fundado en los patrones que se han observado en otras gobernaciones y en el elevado número de incidentes que se han dado en los últimos meses.
Cada minuto cuenta
«Es una carrera contra el tiempo. Es como si toda esta gente estuviera regresando a un campo minado. Si no se toman las medidas adecuadas, el número de personas víctimas de explosiones seguirá aumentando. Además, debido a la parálisis en la que se encuentra el sistema sanitario de Deir ez Zor, el centro de salud más cercano a las víctimas puede llegar a estar a horas de distancia. Cuando eres víctima de una explosión, cada minuto que pasas sin que recibas atención médica, cuenta. Si la persona no muere en el acto, la demora en recibir atención médica es en la mayoría de los casos lo que determina la gravedad de la lesión y el tiempo de recuperación que necesitarás», añade Ida.
Las acciones de desminado son urgentes, pero también resulta igual de importante el ampliar las actividades para explicar los riesgos a las personas que buscan regresar a su hogar. Es primordial que puedan tomar decisiones informadas, que aprendan a identificar y a evitar artefactos explosivos y que sepan qué es lo que deben hacer inmediatamente después de que explote un dispositivo. Eso se concreta, por ejemplo, en cómo dispensar primeros auxilios en caso de que ocurra un accidente.
Todas estas acciones deben debe ir de la mano de una mejora en el acceso a la atención médica de urgencia, que en muchos casos puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte, para las personas que resulten víctimas de artefactos explosivos en Deir ez-Zor y en otras partes del noreste de Siria.
«Los artefactos explosivos no eligen sus objetivos. No respetan los tratados de paz ni el cese al fuego y pueden permanecer ocultos hasta muchos meses o años después de que el conflicto haya terminado. Cuando no matan, destruyen las vidas y los medios de subsistencia de sus víctimas y de sus familias, dejándoles a cientos de miles de personas sin extremidades y atrapándolos de este modo en la espiral de la pobreza”, concluye Ida.
Un herido al día
- El hospital que apoyamos en Hassakeh es el centro con atención médica especializada y gratuita más cercano a Deir ez Zor, lo que le convierte en una referencia muy fiable para extrapolar sus datos y analizar lo que puede estar sucediendo en aquellos distritos en los que hay una gran cantidad de minas y artefactos explosivos.
- En Hassakeh, hemos atendido a un total de 133 personas heridas por minas terrestres, trampas explosivas y artefactos explosivos sin detonar en cuatro meses y medio; una media de una persona al día. El número de víctimas comenzó a aumentar considerablemente desde finales de 2017, pasando de 17 víctimas en noviembre a 39 en diciembre y 41 en enero. Desde el comienzo de febrero hasta el 14 de marzo, han sido atendidas 36 víctimas en el hospital.
- Más del 75% de los pacientes ingresados en el hospital en Hassakeh con las lesiones relacionadas con minas terrestres, trampas explosivas y artefactos explosivos sin detonar son de Deir ez Zor, principalmente de la zona de Abu Hamam, pero también de Hajin, Dhiban, Garanish.
- De acuerdo con los datos de Naciones Unidas, en 2017 Deir ez Zor era la gobernación con el mayor número de movimientos de población de todo Siria, con un total de más de 800.000 desplazamientos, lo que representa el 30% de todos los movimientos de población en el país. La ONU también calcula que al menos 255.000 personas se vieron desplazadas a lo largo de 2017 en esta gobernación, lo que significa que, de media, cada persona se vio hasta tres veces desplazada en 2017.
Nuestro trabajo en el noreste de Siria (Hassakeh, Deir ez Zor, Raqqa):
Además de proporcionar apoyo directo al hospital en Hassakeh, acabamos de comenzar a dar apoyo a un hospital público en Deir ez Zor, formando al personal local y haciendo donaciones de medicamentos y de otros suministros. Nuestros equipos continúan explorando otras formas de ofrecer atención médica de urgencia que sirva para salvar vidas en el área de Deir ez Zor, así como en otros lugares del noreste de Siria.
En Tal Abyad, perteneciente a la gobernación de Raqqa, apoyamos a un hospital en los servicios de pediatría, maternidad, urgencias, cirugía, vacunación, consultas externas, hospitalización, áreas de pacientes con talasemia y salud mental.
Fuera de la ciudad de Raqqa, dirigimos una clínica de atención primaria de salud y cuenta con ocho equipos móviles de vacunación con los que prestamos servicios de atención primaria a aquellos que regresan a la ciudad y también a pacientes de otras áreas de la gobernación.
En noviembre de 2017, cuando los combates cesaron en Raqqa, empezamos a proporcionar asistencia médica a quienes regresaban a la ciudad a través de una unidad de atención primaria y un punto de estabilización.
En otros lugares de Siria, tenemos presencia directa en cinco instalaciones médicas y proporcionamos soporte a distancia a alrededor de 25 instalaciones de salud distribuidos por distintas zonas del país donde nuestros equipos no pueden estar presentes de manera permanente.
Para garantizar la independencia de las presiones políticas, no aceptamos financiación de ningún gobierno para llevar a cabo nuestro trabajo en Siria.