Tras el premio delk Festival de Cannes, el corto de Estibaliz Urresola se ha presentado en el Festival Internacional de Cine de Curtas Vila do Conde, obteniendo un nuevo galardón.
El rodaje de Cuerdas en las localidades de Muskiz (Bizkaia) y Llodio.
El reparto está integrado por Begoña Suárez Ereño, Miguel Garcés, Xanti Agirrezabala, Jone Laspiur, Oier Zuñiga, Ainhoa Jauregi Ruizei, intérpretes que cuentan con la colaboración especial del grupo de teatro Juego de Damas y de la Coral de Mujeres de San Fuentes. La directora recuerda que “hace dos años, en unas jornadas de ecofeminismo, asistí a numerosos relatos de luchas medioambientales impulsados por colectivos de mujeres de todos los puntos del planeta. Entre ellos escuché con atención la ponencia de una médica de Muskiz que, durante décadas, había comprobado los efectos devastadores de la contaminación en la salud, no solo de las personas sino también del tejido social de su pueblo. Su relato contenía todo lo necesario para contar esta apasionante historia que me invitaba a reflexionar sobre la importancia de la cooperación, la sororidad, la salud y el cuidado de la vida”.
Así fue como creó un personaje de ficción llamado Rita “que me ha permitido vehiculizar numerosos testimonios, detalles y casos reales de las entrevistas realizadas desde entonces. Y para encarnar a Rita, he tenido la enorme suerte de contar con la participación de Begoña Suárez, que, con 91 años, realiza su primera intervención frente a las cámaras así como de un numeroso grupo de mujeres con las que ensayamos durante más de dos meses”. Cuerdas es “un relato que combina una base documental a través de personajes y localizaciones reales, con un dispositivo narrativo y fílmico de ficción”. La creadora sitúa al espectador ante dos historias que tienen a su personaje como centro. Por un lado, la del coro al que pertenece, que puede desaparecer después de perder la ayuda municipal que tenía, aunque puede seguir adelante si acepta el patrocinio de una refinería instalada en su pueblo. Por otro, ella y su hijo están inmersos en un proceso judicial para conseguir una baja laboral a causa de la enfermedad contraída por él tras años de trabajo en esa empresa.
Dice Marco Barada en Cinecon;
Existe alguien en la película de nuestras vidas, un personaje secundario, que prácticamente nunca adopta un rol protagónico. Siempre se mantiene en segundo plano, asistiendo al protagonista, pero invisible. Se trata de nuestras abuelas, esas mujeres criadas durante la posguerra y la España en blanco y negro de Franco, abnegadas amas de casa que nunca pudieron expresar su opinión sobre nada. Esas mujeres no sólo no han podido ser protagonistas de sus propias vidas, sino que también se les negó el derecho a decir lo que pensaban.Y no sólo han sido invisibles en nuestras vidas sino que tampoco han gozado de un espacio en el cine español.
Abocadas a un segundo término fuera de foco, las mujeres mayores sólo tenían entidad propia como contrapunto cómico y con poquísimo desarrollo psicológico. En el cortometraje Cuerdas, de Estibaliz Urresola, se reivindica esa figura, porque esa abuela se convierte en una mujer con deseos y penas, alguien con un mundo interior y, por tanto, con una entidad propia tradicionalmente ausente.
(…) cuenta cómo Rita, madre de Ramón, enfermo por la contaminación de la fábrica en la que trabaja, debe afrontar la difícil decisión de aceptar o rechazar una subvención de esa propia fábrica al coro en el que canta. Un viaje de emociones pequeñas pero poderosas, y narrado con una sensibilidad y humanismo impecable.
Urresola maneja los códigos narrativos con extrema solvencia, creando una metáfora sencilla pero efectiva sobre cómo no debemos quedarnos callados sino aprender a alzar la voz ante la injusticia. El desarrollo industrial voraz y deshumanizante está representado aquí por una fábrica omnipresente a través de un diseño sonoro ominoso que recuerda a un monstruo acechando, invisible pero siempre listo para llevarse las vidas de los lugareños mediante el cáncer. El personaje de Rita, a pesar de tener muy poco diálogo, está descrito a la perfección gracias una dirección centrada en ver el mundo a través de sus ojos y, especialmente, a la interpretación de la actriz no profesional Begoña Suárez.
De forma sutil, a través de los silencios y las miradas y una interpretación muy natural, entendemos la angustia que siente por su hijo, pero sobre todo una gran lucha interior por discernir qué es lo correcto, que muchas veces no es lo que más nos conviene sino lo que nos permitirá dormir tranquilos por las noches. Merece especial mención cómo se pone de relieve la importancia de organizarse y la función cohesiva del activismo para vertebrar a las comunidades, especialmente cuando se trata de luchar contra enemigos invisibles como grandes corporaciones. También ese coro de mujeres y de actrices no profesionales como ejemplo de sororidad y cómo, a pesar de todo, David tiene el deber de enfrentarse a Goliat.
Estibaliz Urresola no da una sola puntada sin hilo en Cuerdas. Su dirección es sólida y con matices. La narrativa se cuece a fuego lento, consiguiendo generar una emoción muy potente en unos últimos minutos en los que Begoña Suárez deslumbra con su interpretación contenida pero llena de verdad. Urresola, con una dilatada carrera en el mundo del cortometraje, va a ser, sin duda, uno de los grandes talentos del largometraje español en los años venideros -pronto con 20.000 especies de abejas-. No le pierdan el ojo porque dará de qué hablar.