Venía de una familia rica veneciana, llegó a ser famosa en toda Europa, se dedicó a cuidar a los menos afortunados y terminó sus días como oblata, o monja laica; la vida de Elena Cornaro Piscopia fue sin duda apasionante. Fuente: eldiario.es Nacida en Venecia en 1646 su padre era el segundo cargo más importante de la República Serenísima y lo bastante adelantado a su época como para insistir en que su hija estudiara con los mejores tutores junto a sus hermanos. Tal era su inteligencia que siendo adolescente ya hablaba Latín, Griego, Hebreo, Español, Francés, Árabe y Caldeo, siendo apodada ‘Oraculum Septilingue’. También estudió gramática, teología y ciencias naturales además de las habilidades ‘femeninas’ como música; tocaba varios instrumentos como el clavicordio, el arpa y el violín. Intensamente devota a los 11 años decidió ser célibe para siempre, lo que la llevó a rechazar a numerosos pretendientes a su mano príncipes incluidos. Su decisión enfadó a su padre que decidió prohibirle ser monja de clausura y a cambio la envió a la Universidad de Padua, junto a la que le compró una casa. En Padua Elena estudió teología con tanto éxito que gente de toda Europa iba a ver sus debates teológicos: en 1677 uno de estos debates (en latín y griego) ante el claustro de la universidad y buena parte del Senado de Venecia casi forzó a concederle un título universitario: en junio de 1678 se convirtió en la primera mujer de la historia en recibir un grado de doctora en filosofía, aunque no en […]