La telemedicina cara a cara

La telemedicina cara a cara

Documento «Telemedicina aspectos éticos» Fuente: Etikomin  Comité de Ética Asistencial de Atención Primaria de Bizkaia

Presentación por Agurtzane Ortego Fernández de Retana, médica de Atención Primaria, vocal del Comité de Ética Asistencial y vocal de la Junta Directiva de Osalde

“La medicina a distancia” no es algo nuevo en nuestro sistema público de salud.

A modo de ejemplo, la teleconsulta en el nivel primario de atención es una prestación complementaria de la consulta tradicional cara a cara desde hace ya algunos años, existiendo en las agendas citas específicas para estos contactos virtuales entre los ciudadanos y las ciudadanas y los y las profesionales de la salud que hemos venido llamando “consultas no presenciales”.

La irrupción de la Covid-19 supuso, desde su inicio, cambios organizativos sin precedentes en la asistencia sanitaria y uno de ellos ha sido, precisamente, el incremento en el uso de la telemedicina, motivado por la necesidad de proteger la salud de todos (reducir contagios), así como la de proteger al propio sistema de salud (evitar su colapso).

Este cambio, que está afectando profundamente a la forma en que se relacionan los pacientes y profesionales sanitarios y sociales, parece conllevar un cambio cultural que “acelera” la aceptación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) para contactar y/o ser atendido en nuestro sistema de salud.

No obstante, el uso de las TIC y, en concreto, de los contactos asistenciales no presenciales durante estos largos meses (en la mayoría de los casos, los únicos ofertados al paciente), ha traído de la mano una serie de oportunidades y, también, de peligros sobre los que este comité ha querido reflexionar.

Vaya por delante que las ventajas de la telemedicina en una situación extraordinaria, como la que estamos viviendo, no justifican un uso sustitutivo y mantenido de la relación asistencial no presencial.

Aprovechando las nacientes oportunidades, habrá que analizar profundamente (sistemas de gestión, estructuras necesarias, participación del ciudadano…) cómo se podría avanzar en el mestizaje de un modelo asistencial que garantice el mantenimiento de una adecuada atención presencial y utilice, como complemento necesario, la no presencial; manteniendo siempre en el horizonte ético qué valores queremos defender y no permitir que la eficiencia, por sí sola, desplace los fines de la atención en salud.

Un modelo que permita, precisamente, un mejor reparto del recurso tiempo asistencial; distribución que necesariamente tiene que incorporar criterios de justicia que permitan proteger a los más vulnerables, habilitar medidas para evitar la discriminación a los que carecen de recursos o habilidades digitales, gestionar adecuadamente la demanda para evitar caer en la “ley de cuidados inversos” (que puede agravarse con el uso de tecnologías) y primar la atención al paciente con patologías crónicas.

La reflexión sobre la telemedicina, especialmente en los momentos actuales, evoca en primer lugar criterios de justicia distributiva, pero no debemos olvidar los derechos del paciente al ejercicio de su autonomía sanitaria(capacidad de decisión, de autogestión en salud, del manejo y protección de sus datos…), ni la obligación de los profesionales de garantizar una buena asistencia, así como, tampoco, los deberes de la administración de evaluar la idoneidad del modelo, que no puede eludir la valoración de las situaciones sociales concretas ni las dificultades y preferencias de los pacientes (deberes de no maleficencia y beneficencia).

Documento «Telemedicina aspectos éticos» 

Fuente: Etikomin  Comité de Ética Asistencial de Atención Primaria de BizkaiaLa telemedicina cara a cara. Las consultas no presenciales durante la pandemia covid-19, cuestiones éticas.

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