«La memoria histórica es fundamental para la salud» Cristina Rota

«La memoria histórica es fundamental para la salud» Cristina Rota

Destacamos éste acertado comentario de la entrevista que Mauricio Hernández Cervantes hace en El Salto a Cristina Rota. Porque desde la consideración biopsicosocial de la salud y la enfermedad, la «memoria histórica» puede actuar como un determinante. Un determinante causante de daño por la injusta negación o alteración de unos hechos históricos que los verdugos, sus descendientes políticos, los cómplices y los indiferentes se empeñan en mantener porque no ignoran los efectos de una verdad histórica que les acusa y amenaza el statu quo. La memoria histórica reprimida, ignorada o falseada atormenta a las víctimas, sus allegados y perdedores.

Fuente: Elsaltodiario.com (Selección de textos del aticulo)

(…) Es 16 de noviembre de 1978 en Madrid, y hace frío. (…) Cristina (Rota): una joven platense de 33 años que acaba de aterrizar en el aeropuerto de Barajas con sus dos hijos, María y Juan Diego (de tres y dos años, respectivamente), después de haber “cruzado un túnel hacia la libertad”. Ellos acaban de vivir de cerca los horrores de una dictadura que persiguió, torturó y desapareció a sus detractores (…) Cristina Rota (La Plata, 1945), una referencia indiscutible en el mundo actoral y cultural de habla hispana, se abre para hablar de las heridas que tiene abiertas desde entonces.

A su esposo, el también actor Diego Fernando Botto, lo desaparecieron en 1977. Y, como a él, a otros 30.000 argentinos (entre 1976 y 1983). Entonces nadie sabía a dónde se los habían llevado. No había cifras ni versiones oficiales, solo rumores: de que en las escuelas preguntaban a los niños sobre el oficio de sus padres; de que en el trabajo cada semana faltaba un compañero más; de que a los campos de fútbol cada domingo iba un hincha menos; y de que en la Escuela de Mecánica de la Armada entraban más personas de las que salían.

(…) En 1979, la actriz, profesora y productora fundó el Centro de Nuevos Creadores, cuna de reconocidos actores como Alberto San Juan, Penélope Cruz, los hermanos Alterio o José Coronado, entre muchos otros.

(…) Dolor. Así comienza respondiendo a esta entrevista cuando se le pregunta por los últimos recuerdos de la Argentina que se vio forzada a abandonar. Pero también por las duras pruebas de vida que tuvo que sortear en una España que, de acuerdo con ella, seguía siendo muy poco receptiva al que llegaba de fuera. Durante una transición que abarcaba mucho más allá de lo político, exclusivamente.

¿Y una vez en Madrid?
(…) Me resultaba incomprensible tanto encono, tanto rencor entre la gente. Porque si alguien tenía un ligero acento vasco o andaluz, era discriminado. Por tanta desconfianza y discriminación que había hacia los extranjeros.

Todavía me siento llegando. Y siento que ha pasado una eternidad. Cuando llegas en un exilio tienes que estar tan ocupado en sobrevivir, en volver a ser

¿Qué exactamente?
Horror… horror… horror.

¿Dónde queda todo el dolor?
Elaborándolo como puedes. Aunque acompaña para el resto de la vida. Voy a morir con mucho dolor. Si no vives un duelo, si no entierras a tus muertos, nunca mueren. Siempre estás esperando encontrarlos a la vuelta de la esquina. Y eso es lo perverso y maquiavélico de las dictaduras.

¿Se refiere a Argentina exclusivamente?
Y a España también. Argentina quedó dividida con un odio feroz de los que se quedaron por los que nos fuimos. Y de los que nos fuimos por lo que no hicieron los que se quedaron.

Argentina se dirige hacia otra gran recesión económica, como parece que sucede cada década. ¿La crisis es solo financiera? 

(…) Lo que más me duele es que la gente haya confiado en un hombre de las fuerzas más reaccionarias, y con una política dedicada a la optimización de las grandes fortunas en detrimento del resto de la población. La clase media se cae, la clase media-baja se empobrece, y los pobres caen hasta lo paupérrimo. Como si el castigo de Prometeo no terminase frente a un omnipotente e incuestionable Zeus.

Regresando al tema de España. Los ímpetus nacionalistas a raíz del independentismo catalán.
[Suspiros]. Me cuesta entenderlo. Porque yo fui educada con una ideología de ir hacia un mundo sin fronteras, de ir caminando hacia un mundo más humano, más abierto. Y entiendo la justicia de las reivindicaciones históricas. Claro que las entiendo, pero si solo fuera por eso, nos tendríamos que agarrar todos a tortazos [risas]. Porque Argentina le ganó una guerra a Paraguay en la que le quitó la mitad de su territorio, y ‘este’ le ganó otra guerra a ‘otro’, y así sucesivamente.

Me cuesta entender a Cataluña fuera de esta península que ¡es nada en el universo!, ¡es chiquitita! Somos como la punta de un alfiler. Pero lo que en realidad me cuesta entender es la necedad del ser humano. Y, cabe mencionar que no me siento representada por los políticos, por su rotunda incapacidad de diálogo.

¿Acaso no vimos los indicios de esto? Si estaba ya ahí, desde hace treinta años o más. Siempre hubo independentismo. Y ¿qué pasa? Que nadie hizo nada. Porque nadie lo quiso ver. ¿Y luego? Pues viene el Estado, como Zeus, y tira el Artículo 155 encima. Y eso me parece una torpeza enorme. Es un error político.

¿Qué estamos fomentando?, ¿por qué los individuos que formamos esta sociedad no exigimos el diálogo?

¿De lo contrario se es cómplice?
¡Por supuesto! “Toda indiferencia es criminal”, también decía Camus.

¿Siguen aún abiertas las heridas del pasado?
¡Claro! Y nadie quiere cerrarlas de verdad. Nadie quiere hacerlo de fondo. No se trata solamente de sacar a un dictador de donde no tiene que estar. Eso solo es una medida, pero no es una solución.

Memoria e historia. Maurice Halbwachs, sociólogo francés, víctima en el campo nazi de Buchenwald en 1945 que acuñó el término ‘memoria colectiva’, decía que ambos términos no podían coincidir en uno mismo. Es decir, no creía en la ‘memoria histórica’.
La memoria histórica es fundamental para la salud del individuo. Y también la memoria sensorial, la emotiva… Sin memoria no existen afectos, y sin afectividad no se puede construir. Es la única herramienta que tenemos para crecer.

Por otra parte, la historia es científica. O debiera serlo, pese a que la escriban los vencedores. Y está basada en hechos reales y comprobados. Es decir, tiene que ser de lo contingente, de lo a posteriori, de lo ya comprobado por la experiencia. No en hechos apriorísticos como la memoria. En eso estoy de acuerdo.

Pero la memoria histórica no es una contradicción. Porque se trata de una memoria basada en una realidad de los hechos demostrados. Por eso es fundamental para construir nuestro presente.

El artículo completo en:  Elsaltodiario.com 

 

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