Gorka Maíz (Osatzen) » la Atención Primaria puede resolver entre un 80 y un 90 % de los problemas de salud habituales»

Gorka Maíz (Osatzen) » la Atención Primaria puede resolver entre un 80 y un 90 % de los problemas de salud habituales»

Fuente: Eduardo Azumendi 3 de mayo de 2020 eldiario.es

«El foco mediático se pone en el hospital, pero la Atención Primaria es la que más aporta en una situación como la actual»

Gorka Maiz, presidente de la Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria, recuerda que con los recursos adecuados la Atención Primaria puede resolver entre un 80 y un 90 % de los problemas de salud habituales

«¿Queremos volver a la normalidad anterior? Porque no es muy normal la manera de funcionar de la Atención Primaria, permanentemente al borde del colapso, ahogada. Hay que plantearse las cosas de otra forma». Así lo asegura Gorka Maiz, presidente de Osatzen, la Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria. Maíz, médico de familia en el centro de salud de Miribilla, en Bilbao, cree que la crisis sanitaria ha demostrado que el cambio es posible. «De la noche a la mañana el sistema sanitario ha demostrado su plasticidad, ha sido capaz de cambiar de manera radical su forma de trabajar, tanto en la Atención Primaria como en los hospitales. Eso significa que si hay voluntad, se pueden cambiar las cosas y rápidamente». LO que tiene claro es que no se puede enfrentar la próxima pandemia de la misma manera por no invertir más en el sistema sanitario.

¿Cómo esta viviendo la Atención Primaria al crisis sanitaria provocada por el coronavirus?

La Atención Primaria es la primera línea, la puerta de entrada y, a menudo, la de salida al sistema sanitario. Es decir, hacemos el recorrido completo. Entre el 80 y el 85 % de los casos de coronavirus los detectamos y los diagnosticamos desde los centros de salud y hacemos el seguimiento hasta que se recupera el paciente. El ‘hospitalocentrismo’ es algo recurrente y desde la Atención Primaria no podemos competir con la fascinación social y política que hay hacia la tecnología y los complejos hospitalarios. Es algo mucho más mediático, más visible, pero lo cierto es que el medio más adecuado y el que más aporta en una situación como la actual pandemia es la Atención Primaria. Es el recurso más cercano al paciente y, por ejemplo, la atención telefónica ha evitado la exposición de muchos ciudadanos y profesionales al coronavirus resolviendo las cosas por esta vía. Además, como ofrecemos una atención continuada en el tiempo y hay una relación entre el médico y el paciente todo es más efectivo. Por otra parte, la Atención Primaria se adelanta en el tiempo: ve qué tipo de pacientes se pueden complicar por las patologías que arrastra, por la zona donde vive…Eso hace que sea la idónea para la mayoría de los casos, salvo los que están más graves y precisan una atención hospitalaria. Pero carece del foco mediático y del discurso político.

¿Se han vivido escenas dantescas en la Atención Primaria como las de algunos hospitales, con profesionales embutidos en bolsas de basura ante la falta de medidas de protección individuales?

Dependiendo de donde se pone el foco das una visión u otra de lo que está pasando. Si se centra todo en los hospitales al final son UCI y respiradores, pero no es toda la respuesta, ni siquiera la mayoría, a esta crisis. Ayuda a generar más miedo en la población y se pierde de vista cómo ésta llevando todo esto la mayoría de la sociedad confinada en sus domicilios. Esa angustia de la población queda fuera del foco y es algo que estamos viendo todos los días los profesionales de Atención Primaria cuando atendemos a los pacientes. Se está ayudando a controlar muchas situaciones de soledad, angustia, duelos mal realizados. Hay mucha emoción que los profesionales de los centros de salud ayudamos a canalizar.

El Gobierno central se ‘descolgo’ hace un par de semanas diciendo que la Atención primaria iba a ser fundamental en el proceso de desescalada. ¿Cómo sentó a los profesionales de los centros de salud?

A mi me sentó mal, me provocó una mezcla de risa y llanto. Denota el desconocimiento por parte de los gestores y de los que toman decisiones de cómo funciona el sistema sanitario y del papel de la Atención Primaria. A veces se quedan con la idea de que es la puerta de entrada y no pasan de ahí. Y resulta que es mucho más. Con los recursos adecuados se calcula que puede resolver entre un 80 y un 90 % de los problemas de salud habituales, por los que consulta la gente. Sin una Atención Primaria fuerte es imposible aspirar a un sistema sanitario universal y de calidad. Aporta mayores niveles de salud a la población y a un menor coste. Además, aumenta la equidad. Todas las desigualdades que provocan los determinantes sociales y económicos que hacen que una persona pobre tenga más posibilidades de enfermar la Atención primaria los lima. Todo eso se sabe ya, pero no acaba de calar y es llamativo que los propios gestores, el ministro y los técnicos que lo asesoran no lo tengan presente.

La Atención Primaria es el comodín de los discursos políticos, pero hasta hace dos días se veía a sus profesionales protestando en las puertas de los centros de salud por los recortes, la excesiva burocratización, la falta de medios…..Vamos que la plantilla estaba en pie de guerra.

Ahora no estamos en pie de guerra por responsabilidad, porque hay que arrimar el hombro y ya habrá tiempo de retomar las reivindicaciones porque el problema va a seguir ahí. Si el foco se pone en los hospitales, a la hora de tomar las decisiones sobre la distribución de recursos te quedas atrás. O a la hora de decidir cómo hay que organizar el sistema de salud. Eso ha hecho que en los años de los recortes los que más los han sufrido han sido los profesionales de la Atención Primaria. Y cuando se ha iniciado una fase de recuperación, los que menos lo han hecho han sido los centros de salud. Si la población no tiene la idea de lo trascendental que es, resulta complicado que la política lo tenga en cuenta.

¿Y no cree que esta crisis será una ventana de oportunidad para poner en valor a la Atención Primaria?

Así debería ser, pero a todos los niveles. Hay que replantearse a qué ‘normalidad’ queremos volver, tanto a nivel de sociedad como sistema sanitario. ¿Por qué tipo de organización de los cuidados se va a apostar? Tiene que ser una oportunidad, pero la experiencia demuestra que cuando se vuelve a la normalidad también se recupera la inercia anterior. Sería interesante que en este momento que se habla de desescalada pensar no solo en el corto plazo, sino también poner las luces largas. ¿Queremos volver a la normalidad anterior? Porque no es muy normal la manera de funcionar de la Atención Primaria, permanentemente al borde del colapso, ahogada. Hay que plantearse las cosas de otra forma. Y la crisis sanitaria lo ha demostrado. De la noche a la mañana el sistema sanitario ha demostrado su plasticidad, ha sido capaz de cambiar de manera radical su forma de trabajar, tanto en la Atención Primaria como en los hospitales. Eso significa que si hay voluntad, se pueden cambiar las cosas y rápidamente. Ojalá que los gestores y los que aplauden a las ocho de la tarde se den cuenta de que no puede enfrentar la próxima pandemia de la misma manera por no invertir más en el sistema sanitario.

Es decir, excesiva burocratización, consultas masificadas, eventualidad de las plantillas…

Entre pandemia y pandemia habrá que seguir con la vida y es necesario dar con un funcionamiento del sistema sanitario más lógico que permita dar mejores niveles de atención. La precariedad de la plantilla es uno de los puntos clave. Reivindicamos pocas cosas, pero durante mucho tiempo. Que la Atención Primaria pueda aportar su mirada, que confíen en ella porque se lo ha ganado. Para ello se deben permitir mayores niveles de autogestión porque si no todo se limita a directrices verticales. Y la reivindicación clave es que los profesionales tenemos límites. Como aquí no hay un número de camas o de UCIs que si se llenan hay problemas parece que no tenemos límite. Y al final se trata de recursos humanos. Y sobrepasamos los límites con las nuevas tareas que nos encomiendan, lo que lleva a dejar otras que no parecen tan urgentes, pero que sí son importantes y que después habrá que retomar. Al final se atiende menos a domicilio a las personas que lo necesitan, dejamos atrás cosas que son fundamentales. Los médicos de familia, las enfermeras…tenemos una cercanía con el paciente que nos permite hacer cosas con los pacientes, pero al final se rebasan los límites y no se puede seguir haciéndolas.

Cuando se ven 30 o 40 pacientes al día se tienen que complicar mucho las cosas.

Tiramos de profesionalidad. Somos de los pocos profesionales que nos formamos en comunicación lo que nos permite acercarnos mejor al paciente. Cuando estamos agobiados y viendo a más pacientes se termina por prescribir más medicamentos. Y eso no es lo deseable. Se termina recurriendo a ese recurso fácil o el de la derivación a un especialista por esa masificación en las consultas, por no poder dedicar más tiempo a cada paciente. Cuando no paras de ver pacientes se dispara la dinámica de petición de pruebas y la prescripción de medicamentos. Es decir, se dispara hacerlo peor.

¿Se imagina lo que hubiera ocurrido de no contar con un sistema sanitario como el actual, con sus fallos, pero con sus fortalezas?

Por desgracia no tenemos ni que imaginarlo. Basta con mirar a otros países, como Estados Unidos o países que por su nivel de pobreza no pueden dar una respuesta. A veces escucho que el coronavirus no distingue entre ricos y pobres. Pues sí que diferencia. No es lo mismo un confinamiento en una habitación de un piso patera que en un casa con jardín. Si no tienes un sistema sanitario fuerte que contribuya a la redistribución de recursos la pandemia afecta más a los pobres. El sistema sanitario y, en especial, la Atención Primaria amortigua esas desigualdades. Pero aún así, la mortalidad va a ser diferente entre ricos y pobres, entre unos barrios y otros.

El sistema sanitario español está más volcado en atender los enfermos agudos, pero son los crónicos el principal gasto y los que se escapan del radar.

Tenemos un sistema sanitario de respuesta inmediata, reacciona ante la demanda. Los profesionales estamos educados para tener una respuesta inmediata para todo y no a pensar en profundidad. Hay que cambiar el ‘chip’, tanto profesionales como políticos. Se habla muchas veces de la estrategia de crónicos y en Atención Primaria nos sentimos sorprendidos porque esa estrategia nos viene desde el hospital. Especialistas nos vienen a hablar sobre la cronicidad cuando la Atención Primaria es a lo que se ha dedicado, a seguir en el tiempo a los pacientes crónicos.

¿Cómo se explica lo duro que ha pegado el coronavirus en las residencias de mayores?

El aspecto sociosanitario es algo que siempre ha quedado muy de lado, se queda en un limbo entre los social y el sistema de salud. Es algo sobre lo que tenemos que reflexionar y darle una vuelta para organizarlo de otra forma. Se nos han visto las costuras como sociedad en el modelo de cuidados a los mayores: se ha querido protegerles, pero sin pensar en sus necesidades.

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