Cómo luchar contra la pobreza

Cómo luchar contra la pobreza

«Un primer elemento a la hora de luchar contra la pobreza es la de tasarla objetivamente. Hay muchas formas de medirla, y no necesariamente todas permiten afrontar el tema con la debida pertinencia. Hay una proliferación de pobrezas: la infantil y la energética se han hecho especialmente presentes en los últimos tiempos. Por eso hay que distinguir el grano de la paja y, como en el ámbito de los rumores sobre la inmigración, perfilar bien el fenómeno es el punto de partida adecuado, porque desde la exageración no puede jamás abordarse una política adecuada al fin deseado.»

Fuente: Naiz.eu Xabier Aierdi Urraza Asesor de Políticas Sociales del Gobierno Vasco.

En segundo lugar, hoy por hoy la pobreza no se da únicamente pero sí básicamente en familias, sea cual sea la definición que adoptemos de ésta. A partir de aquí es desde donde se debería abordar el fenómeno de la pobreza, al menos en una gran parte de sus formas, y sin trocearla en pobrezas «llamativas».

En tercer lugar, en una sociedad crecientemente poslaboral y posalarial, la pobreza y/o su riesgo no solo no van a desaparecer, sino que tienden a acrecentarse en formas de riesgo de exclusión y de pobreza real. En un contexto de digitalización del empleo y de acumulación por desposesión es imprescindible situarse en el escenario futuro más probable: escasez de empleo, fin de la meritocracia y de la movilidad ascendente y re-aristocratización del mundo.

Retomando los números de la pobreza, en Euskadi tenemos un excelente instrumento de medida, la Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales que ha vuelto a realizarse en 2014 con dos años de antelación respecto a su calendario. Este estudio se lleva realizando desde hace casi 30 años por parte del Órgano Estadístico del Departamento de Empleo y Políticas Sociales, bajo la dirección de Luis Sanzo.

Según los últimos datos, dados a conocer a primeros de noviembre de 2014, un 5,9% de la población vasca padece pobreza real y un 5,6% sufre de otras modalidades de ausencia de bienestar. En suma, el global de personas con ausencia de bienestar real sería del 11,5% de la población vasca.

Es una situación realmente dramática y absolutamente preocupante porque sobre una población aproximada de 2,2 millones tal porcentaje subsume a alrededor de 250.000 personas. Asimismo, podríamos añadir otras 150.000 personas suplementarias que se encontrarían en lo que podríamos denominar el área de vulnerabilidad.

Según estos datos, no estamos en 1996 o en 1986, pero tampoco en 2008, cuando esta situación de ausencia de bienestar real total afectaba a 175.600 personas.

La crisis ha supuesto la destrucción del 10% del empleo preexistente y ha afectado a la parte más débil y menos estable del sistema productivo: a las personas jóvenes y a las más descualificadas.

Aunque se ha extendido la tesis del impacto que ha tenido la crisis en la clase media, en realidad se ha cebado con la clase baja y con la evolución de sus ingresos: de 2008 a 2014, el 10% más pobre ha perdido un 13,4% de sus ingresos corrientes, el 8,2% en las personas situadas entre el 10 y 20% de ingresos más bajos y el 4,4% en aquellas que se encuentran entre el 20 y el 30% de ingresos más bajos. En consecuencia, desde 2008, la evolución de la radiografía global de las posiciones de la sociedad vasca en relación a la pobreza es la siguiente:

200820122014
Pobreza real4,25,35,9
Otra forma de ausencia de bienestar sin pobreza4,04,85,6
Bienestar con riesgo19,318,119,7
Bienestar casi completo40,534,530,2
Completo bienestar32,037,438,7
Total100100100

Crece la población en completo bienestar (38,7% de la sociedad vasca) y decrece del 40% al 30% el porcentaje de personas que vive en bienestar casi completo. Se mantiene el peso porcentual de las personas que gozan de bienestar con riesgo, que rondan alrededor del 19% y, como hemos visto al principio, crece, aunque moderada pero preocupantemente, el porcentaje de personas que experimentan pobreza real u otra situación de ausencia de bienestar real.

Además, es compatible el proceso global de movilidad descendente con el incremento del peso relativo de la población en situación de completo bienestar. Esto se traduce en una mayor desigualdad en la distribución de los ingresos y explica que por primera vez desde 1986 se observe un incremento de las situaciones de desigualdad en la CAE con base en la ratio que relaciona los ingresos del 20% más rico de la población con los correspondientes al 20% más desfavorecido.

1996200820122014
Ratio 20% más rico / 20% más pobre4,23,63,74,2

Territorial y sectorialmente, destaca el deterioro de la situación en Álava y el peso creciente que la falta de ocupación y el desempleo adoptan como factores determinantes tanto de la pobreza como de la ausencia de bienestar real sin pobreza. En Álava es donde más crece y en Gipuzkoa donde menos. Comarcalmente, se manifiesta especialmente en Gasteiz, Bilbao y margen izquierda.

A la vista de estos datos, Euskadi es hoy más pobre y más desigual que lo que era en 2008, pero mucho menos de lo que sería si careciéramos del SISTEMA RGI+AES+PCV. Los datos son los que siguen:

SISTEMA RGI/PCV/AES200820122014
Personas que acceden al sistema83.023133.217151.591
Porcentaje sobre población CAE (%)3,96,17,0
Población en riesgo a la que llega el sistema (%)63,672,672,9
Población en riesgo a la que no llega el sistema (%)36,427,427,1
Población en riesgo que no accede al sistema47.54250.31356.307
Sobre los ingresos totales del colectivo perceptor, el SISTEMAaporta (%)29,933,541,1
Personas que superan la pobreza real con el sistema40.85868.88480.499
Accediendo al sistema no consiguen salir de la pobreza real (absolutos)42.16564.38371.092
Porcentaje de población que no consigue salir de la pobreza real a pesar de ser beneficiaria del SISTEMA (%)2,03,03,3

Sin el SISTEMA (RGI/PCV/AES):

  • el 10% más pobre de nuestra sociedad no habría perdido un 13,4% de sus ingresos sino un 25,7%;
  • el grupo entre el 10 y 20% de ingresos más bajos un 13,5% y no el 8,2% real, y
  • el situado entre el 20 y 30% no el 8,7% sino el 4,4%.

La RGI ha reducido el impacto de la crisis entre el 30% más desfavorecido de Euskadi y es enormemente significativo que casi el 42% de los ingresos totales que disponen las personas afectadas por la pobreza en Euskadi proceden del sistema RGI/PCV/AES. Este esfuerzo de solidaridad tiene un claro reflejo social, que se ratifica al compararlo con otros contextos.

Indicadores comparados de pobreza, precariedad y desigualdad. C.A. de Euskadi y estados más representativos de la Unión Europea. 2013/2014

% de privación severa% sin comida proteínica cada 2 días% impagos o pagos atrasados% sin capacidad para abordar gastos extraordinarios
C.A. Euskadi5,23,16,222,5
Alemania5,48,45,132,9
España6,23,511,942,1

Para la reflexión que se debe realizar en Euskadi en materia de lucha contra la pobreza y la exclusión, debemos tener en cuenta las siguientes dimensiones:

1. La primera tiene que ver con la experiencia de una crisis que ha concentrado la caída del empleo en la parte más débil, menos estable y cualificada del sistema productivo. Euskadi se enfrenta al reto de integrar en la nueva sociedad del conocimiento también a nuestra población no cualificada.

2. A diferencia de otras crisis del pasado, el aumento asociado del desempleo ha afectado sobre todo a personas mayores de 25 años, muchas de ellas con responsabilidades familiares. La mayor expresión de esta realidad es que más del 75% de las personas que sufren hoy en nuestro país situaciones reales de pobreza se vinculan a parejas con hijos e hijas y a familias monoparentales.

3. En tercer lugar, la pobreza afecta mucho más decisivamente a la población de origen extranjero: frente a un 4% de situaciones de pobreza real entre la población autóctona, la proporción llega al 19,4% a la población nacionalizada y al 36,2% entre las personas en hogares de población extranjera. Esta situación exige estrategias extremadamente complejas, no ocurrencias para promover el retorno a sus países de origen.

4. La intensidad de la crisis actual habría sido aún más intensa si nuestra sociedad no contase con el sistema de garantía de ingresos, que ha reducido de manera decisiva el impacto de la crisis entre el 30% más desfavorecido de Euskadi. Valorar, reforzar, mejorar, ampliar y complementar los niveles de protección debe seguir siendo, por tanto, un eje estratégico para nuestra sociedad, y ya que son muchas las presiones y los detractores contra/de la RGI sería conveniente «no arrojar el niño con el agua sucia».

5. Es cierto, en todo caso, que la crisis económica está colocando a Europa, y de forma especial a los países del Sur, en una posición delicada, con muchas incertidumbres sobre el futuro que nos espera. El reto mayor al que se enfrenta Euskadi es consolidar un modelo social que sea capaz de ofrecer perspectivas de futuro para toda la población de nuestro país. Ese modelo debe ser repensado entre todos y todas, y del acierto en las respuestas dependerá sin duda el bienestar futuro de la sociedad vasca. Será probablemente un futuro en parte poslaboral, con incertidumbres coyunturales y sobre todo estructurales, y en el que junto a las medidas político-institucionales que afronten la pobreza también será necesario un gran acuerdo discursivo sobre el contenido que debe adoptar la cohesión en Euskadi. Evitar el desamparo social y no tratar de resolver las contradicciones sistémicas mediante soluciones personales son dos ejes de ese replanteamiento del imaginario.

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