Desigualdad y salud: Carme Borrell

Desigualdad y salud: Carme Borrell

Carme Borrell, gerente de la Agència de Salut Pública de Barcelona.  / JOAN CORTADELLAS

–¿Cómo influye en la salud de las personas la situación socioeconómica? Hay abundante bibliografía científica que demuestra que la desigualdad influye en la salud. Al hablar de salud de las personas , hay que tener en cuenta los factores que la condicionan. Esos factores están fuera de los servicios sanitarios.

–¿Cuáles son? Las condiciones en que vives. El país donde naces, el trabajo que haces y si lo haces en casa o fuera, el barrio donde está tu casa. Todo eso.

–¿Eso es lo más determinante? Lo predominante. Los servicios sanitarios pueden paliar el sufrimiento cuando estás enfermo, pero, antes, todos esos condicionantes pueden evitar, o no, que enfermemos.

–¿Más que la genética? La genética interviene, pero hay cosas incuestionables. La esperanza de vida de una persona que ha nacido en el África negra es de 40 años   y eso no es por la genética sino por las condiciones que lo rodean. La esperanza de vida de un europeo es de 80 años. Esas diferencias tan enormes de ninguna manera se pueden explicar por factores individuales.

–La desigualdad social nunca ha interesado mucho a los políticos. No. Pero ahí está. La Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB) hace muchos años que investiga el tema, pero con poca repercusión. No se incorporaba a la agenda política, como sí ocurre ahora.

–¿Que sucedió? Yo creo que el cambio se produjo a partir del 15–M. Ese movimiento incidió mucho en la desigualdad. A eso se sumó la crisis económica y el tema pasó a ser muy importante.

–¿En qué se traduce en Barcelona? Comparando los barrios, observamos que en los de bajo nivel socioeconómico la salud de los ciudadanos es peor que en el resto de barrios. Y hay diferencias sustanciales en la esperanza de vida en unos y otros.

–¿Qué diferencia? De hasta cuatro años de vida.

–¿De qué barrios se trata? Sarrià-Sant Gervasi, Pedralbes y Les Corts entre los de nivel alto, y Nou Barris y Ciutat Meridiana entre los peor situados en ese aspecto. En algún momento se llegó a decir que esa distancia vital era de hasta 11 años entre los barrios extremos.

–¿Qué es la esperanza de vida? Los años que se espera que viva una persona en el momento de nacer. En Barcelona, esa expectativa óptima se sitúa en los 86 años para las mujeres y 80 los hombres. Cuatro años menos en los barrios más pobres: 81 y 75 años, respectivamente.

–¿En qué se percibe el efecto de la desigualdad social? En todos los indicadores de salud. Enfermedades transmisibles, salud mental, embarazos entre adolescentes, tuberculosis, bajo peso al nacer, mortalidad prematura… Todo esto tiene un determinante social.

–¿Qué determinantes predominan? Paro laboral. Población con bajos estudios, la que no va a votar.

–¿Eso influye en la salud? Si. Esa persona tiene una situación social que hace que no cuide su salud como debería.

–¿Se traduce en enfermedades? Si. Hay más cáncer, diabetes o alzheimer entre las personas con menos recursos. La incidencia de la mayor parte de enfermedades cambia en función del nivel socioeconómico. Con algunas excepciones. Por ejemplo, el cáncer de mama.

–¿Qué ocurre con ese cáncer? Está relacionado con la edad en que se tienen los hijos. Hay más incidencia entre las mujeres que son madres a mayor edad, un fenómeno sucede más entre las mujeres de clase alta. Hasta hace poco, hubo más cáncer de mama en ese sector. Ahora está cambiando. Y lo mismo pasa con el tabaco y el cáncer de pulmón.

–¿Qué ocurre? El consumo de tabaco se inició entre los hombres de clase privilegiada y de ellos pasó a las mujeres de nivel económico alto. Después, ese consumo se invirtió y pasó a predominar entre hombres y mujeres de las zonas más empobrecidas.

–¿Y en el caso del cáncer? En la mayoría de cánceres se produce ese desfase: afectan más a los pobres. Esto está relacionado con los hábitos de las personas. El consumo de tabaco, causante del cáncer de pulmón, no es solo un hábito individual, sino que está muy relacionado con tus circunstancias sociales.

–Las circunstancias. Si son malas, no tienes capacidad para plantearte dejar de fumar. Si no tienes trabajo, si con tu salario no llegas a fin de mes… el hecho de fumar pasa a ser algu muy secundario. Por eso no hay que culpabilizar.

–¿Se ha culpabilizado? Si. Se ha incidido mucho en la culpabiliación: como no haces ejercicio físico, bebes mucho y fumas te pasará esto y lo otro. En la ASPB eliminamos las culpas e intentamos cuidar los entornos para que esos individuos puedan tener un estilo de vida saludable.

–Pero la ASPB no tiene competencias sanitarias. Son de la Generalitat. No tenemos competencias en salud, ni en planificación urbanística, ni en transporte público, pero podemos hablar con todos esos sectores.

–¿Son la voz de la conciencia? Introducimos el punto de vista de la salud en todos esos ámbitos. Nuestro objetivo es proteger la salud de los ciudadanos de Barcelona, eliminar los riesgos del entorno.

–Eso es muy amplio. Si. Abarca desde lo que se vende en los mercados, en especial Mercabarna, hasta el control de lo que venden los supermercados y la industria. Pequeñas tiendas, restaurantes. Somos la policía sanitaria de toda la actividad alimentaria de esta ciudad.

–¿Lo inspeccionan todo? No podemos estar en todas partes,  pero sí inspeccionamos periódicamente, aleatoriamente. Y siempre que hay una denuncia, vamos. En Mercabarna no se mata una ternera si no está nuestro veterinario presente. En el laboratorio de Dressanes analizamos alimentos, aire y agua. Y controlamos el ambiente.

–¿El ambiente? A través del servicio de control de plagas, sobre todo, ratas y garrapatas. Las ratas nos traen de cabeza. Es un tema que molesta. Antes teníamos el asunto de las palomas: se tiende a no matarlas sino a reducir su procreación. Se está ensayando con ellas un pienso anticonceptivo. Es importante reducir el número, porque las palomas pueden traer enfermedades, y la ciudad está llena.

–¿Y las ratas? Ese es otro problema. Intervenimos en cloacas, en sus nidos, en los parques y siempre que los vecinos nos avisan de que ven ratas. Aplicamos los venenos autorizados. Nos interesaría saber cuántas ratas hay en Barcelona. Lo desconocemos.

–¿Cómo las contarán? Estamos haciendo estudios dirigidos a conseguir un censo de ratas. Haremos recuentos periódicos para saber si aumenta o disminuye la población de ratas. De momento, lo que nos consta es que cada vez hay más denuncias. Nuestra percepción es que el fenómeno aumenta.

–¿Cada vez hay más ratas? Eso sospechamos. El Ayuntamiento ha dedicado un presupuesto extraordinario a este tema, porque preocupa. No hay nada más molesto y que inquiete más a ciudadanos y políticos que ver ratas por la calle.

–¿Los ciudadanos aceptan las medidas de control de la calidad del aire? Ayuda a que las acepten el hecho de que se expliquen desde el punto de vista de la salud de las personas. Alertar de que la contaminación mata facilita que se asuman las medidas. Pasa igual con el ruido.

–¿Barcelona es una ciudad ruidosa? En algunas calles de Ciutat Vella los sonómetros indican que de noche llegan a estar por encima de los límites que recomienda la OMS. El ruido no deja dormir y provoca trastornos mentales y cardiovasculares.

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